
Arrierías 102.
Mario Ramírez Monard.
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En nuestro escrito anterior (véase Arrierías #101 del mes septiembre) hicimos un planteamiento muy general sobre la crisis social, política y económica que vive nuestro país hasta concluir que la culpa del desastre no se circunscribe a un dirigente, un gremio o una situación en particular, sino que es la consecuencia de actuaciones irresponsables sobre las cuales todos, sin excepción, tenemos nuestra parte en el problema.
Algunos de nuestros lectores plantearon que está bien presentar los problemas que nos aquejan, pero, eran enfáticos en la inquietud de no saber de las soluciones o qué proponíamos al respecto. Nuestra contundente respuesta es sí, soluciones las hay. Plantearemos algunas y al final de la nota haremos una reflexión al respecto. Empezamos.
- Uno de los grandes problemas radica en la muy deficiente formación que tenemos en el concepto valores superiores, esto es la dignidad, la libertad, la igualdad y la dignidad, que son las bases sobre los cuales se construyó nuestro actual Ordenamiento Jurídico. Lo más grave de todo es que el artículo 41: “En todas las instituciones de educación, oficiales o privadas, serán obligatorios el estudio de la Constitución y la Instrucción cívica…” pasa desapercibido, pero, ¿Este ordenamiento superior se cumple? Y si se cumple, ¿los profesores que orientan esta fundamental norma de formación ciudadana, tienen la suficiente formación al respecto?
Cuando quien esto escribe trabajaba como docente en la universidad del Quindío, dimos en la facultad de Ciencias humanas una lucha los especialistas en el área para que se cumpliera la Norma en todas las facultades de la institución, hecho que fue aprobado por el Consejo Académico. La asignatura era parte fundamental de la formación de médicos, pedagogos, ingenieros, maestros, esto es, en todo el desarrollo académico profesional. Preguntamos, ¿y las demás universidades del país?, ¿en colegios y escuelas? Esa deficiencia formativa en valores supremos es una de las causas del desorden, la anarquía y la falta de respeto por las instituciones y las personas que integran el Estado colombiano. Es más, creemos que debe ser parte fundamental en la formación de las familias colombianas porque los valores en el entorno familiar inician allí. Si los valores establecidos en la ética pública se fortalecen al unísono con la ética privada o del entorno familiar, la educación y el respeto inician un camino de construcción de un país en paz. Este primer paso es fundamental.
Aquí comienzan las inquietudes sobre la educación actual en Colombia. La formación académica que se da en los centros urbanos se repite en el área rural cuando las condiciones, las necesidades y el entorno entre uno y otro sector difieren en muchos aspectos. Muchos maestros que van al sector rural toman su trabajo como un castigo o una forma de empezar a trabajar, de asegurar un puesto para terminar pidiendo traslado a la supuesta comodidad de los centros urbanos.
Una segunda inquietud tiene que ver con la formación pedagógica, sicológica y didáctica para que ese docente formado para la escuela urbana pueda desempeñar sus actividades —como la ética y el medio lo exigen— al llegar al sector rural. Su adaptación no es fácil si partimos de la pobreza de las escuelas rurales en cuanto a dotación y medios que son necesarios, especialmente, en el área tecnológica.
La primera pregunta que podemos formular a los actuales docentes de educación básica y media es la misma que tienen muchos analistas y padres de familia: ¿usted está preparado para ser maestro?, ¿llegó a su trabajo por simple intermediación política?, ¿dedica usted parte de su tiempo en atender las necesidades personales o inquietudes de sus estudiantes o considera que ese no es su problema?, ¿su formación es exclusivamente científica?, ¿es un buen profesional en su rama, pero no tiene las bases pedagógicas suficientes para trabajar en el proceso enseñanza-aprendizaje? ¿Aceptó usted ser nombrado como docente, pero toma este trabajo como algo suplementario o transitorio?
Si usted, amigo maestro, asume que es un buen teórico temático, un científico, pero no tiene formación didáctica en su especialidad ni unas buenas bases pedagógicas ni siente, ni le gusta y no ama ser maestro no se engañe, usted puede ser un buen profesional, pero éticamente no está facultado para dirigir con éxito un proceso de formación de niños y/o jóvenes.
Por último, si usted, profesor, maestro o doctor tiene una buena formación científica profesional, recibió formación pedagógica pero no conoce su país ni su Ordenamiento Jurídico en sus bases, perdóneme, pero debe llenar ese espacio formativo para lograr que las mentes que usted está formando puedan llegar a ser seres dignos, excelentes ciudadanos y mejores colombianos.
POST SCRIPSTUM: En edición 103 del mes de noviembre haremos referencia a las otras soluciones necesarias para cambiar a Colombia. La educación, con las premisas arriba planteadas, requiere un cambio inmediato y debe ser uno de los pilares que los candidatos a manejar el país deben implementar para que se cumpla el mandato del artículo 41CN y fundamentalmente para que realmente nuestro país sea “un Estado Social de Derecho fundado en el respeto a la DIGNIDAD HUMANA”.
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