Edición 103

LOS RÍOS DE LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA Y SUS ESTUARIOS.

By 11 de noviembre de 2025No Comments

Arrierías 103

Dedicado a Coja, titán del turismo en Caicedonia.

Pedro Luis Barco Díaz, Caronte.

Colombia, según lo asegura la revista Forbes, es el tercer país más bello del planeta, con un potencial turístico inigualable. Su belleza color esmeralda nace de la exuberancia de su bosque tropical y de su biodiversidad, dones que no podemos continuar desgastando. 

Una de las maravillas del país es la Sierra Nevada de Santa Marta, una impresionante mole costera que, independiente de nuestras cordilleras, se eleva a casi 6000 metros sobre el nivel del mar y que desde hace décadas está amenazada por la deforestación y por los cultivos ilícitos.

Los indígenas de la Sierra, “los guardianes del mundo”, consideran ese territorio como sagrado e inviolable, pues allí palpita el corazón del planeta. Son los dominios ancestrales de los arhuacos, los wiwas, los kogis y los kankuamos, nietos de la cultura Tairona; así como la tierra de campesinos y colonos como el gran Carlos Huertas, “el cantor de Fonseca”, mismo que nació en Dibulla frente al mar Caribe, que en Barranca lo bautizaron y que en toda La Guajira se hizo libre.

La sierra engendra los ríos más lindos del mundo y con el mar Caribe cincelan los estuarios más bellos del universo y sus alrededores.

Nada se compara a zambullirse en un estuario tropical. Son los sitios más maravillosos del planeta pues son el punto exacto donde se unen —en perenne maridaje— el río y la mar: el connubio perfecto.

Los estuarios acunan ecosistemas mixtos que sirven de refugio para muchas especies. Por lo tanto, son sorprendentes. Sobre todo, si se encuentran en las playas del mar Caribe y más aún -todavía- si los ríos bajan raudos y broncos por la Sierra Nevada de Santa Marta y corren por los departamentos del Magdalena y de La Guajira, de la Colombia indómita.

Porque, aunque pasear, nadar y descansar en una hermosa playa es un acontecimiento inolvidable que sabremos atesorar, hacerlo en los estuarios samarios o guajiros donde se aviene el calor y la fuerza del oleaje del mar con la frescura del río, es simplemente celestial.

De los 35 ríos que brotan de la Sierra Nevada de Santa Marta, unos desembocan en la Ciénaga Grande del Río Magdalena, otros en el río Cesar y otros, mis favoritos, en el mar Caribe.

A los que se dirigen a la metrópoli de Santa Marta, como el Gaira y el Manzanares, la ciudad los atropella de manera grosera, los convierte en depósitos de basura, por lo que los samarios aún tienen pendiente la tarea de restaurarlos.

En cambio, Piedras, Mendihuaca, Buritaca y Don Diego en el Magdalena; y Palomino y Jerez en La Guajira, aunque frágiles y amenazados, son ríos de ensueño:

El río Piedras tiene poco cause y llega al mar con algunas dificultades. Se parece al río Aracataca: “un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos[1]”. En la playa Los Naranjos, por la calidad de sus olas, se realizan campeonatos de surf. Su estuario es pequeño pero deslumbrante, aunque vale la pena tomar precauciones, pues merodean los hermanos caimanes.

El río Mendihuaca es una joya delicada con su cuenca amenazada por la deforestación. También tiene un cause pequeño, por lo que por algunas horas del día se la pasa intentado consumar el matrimonio. Le toca vencer los obstáculos que le pone el mar en la marea alta y debe esperar a llenarse como lago para después desbordarse. Su playa permanece colmada de turistas extranjeros que vienen de lejanos países a hacer paddle surf.

El río Buritaca es un paraíso terrenal que lo tiene todo: mar arisco de oleaje rudo y un río majestuoso, tuquio de peces, muchillás[2], nutrias, monos aulladores y babillas. Ideal para practicar kayak y para dejarse alucinar por el paisaje, pues si miras hacia la sierra, encontrarás los imponentes picos nevados.

El río Don Diego es de aguas frías. Ideal para el turismo de aventura, hacer kayak o deslizarse en llantas de camión por el río desde las estribaciones de la sierra hasta el estuario donde aúllan los micos y pescan los pelícanos y cormoranes. También puedes subir a Taironaka para conocer el legado cultural tairona y sus piezas arqueológicas.

El río Palomino es el punto limítrofe entre La Guajira y departamento del Magdalena. Su estuario es amplio, sereno, pleno de vida. Su playa adyacente, “Playa Escondida”, es una de las más bellas del país por sus interminables cocoteros. Es visitada por jóvenes mochileros amantes del turismo ecológico.

Finalmente, el río Jerez o Dibulla, que en lengua indígena traduce “laguna a orillas del mar”, desemboca en un rincón romántico con atardeceres de ensueño, rodeado de innumerables playas. Es un sitio tranquilo, ideal para conversar íntimamente con el mar, que poco a poco está ganado renombre turístico.

Debe ser cierto, lo que asegura el poeta libanes Khalil Gibran, que los ríos tiemblan de miedo antes de entrar al mar. No debe ser pequeña cosa tener frente de sí a un océano que va a engullirte para siempre y convertirte en mar. En cambio, los humanos, en los estuarios, nos conectamos, nos sosegamos y nos armonizamos.


[1] Inicio de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.

[2] Delicioso camarón de río. Exquisitez.

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