Pensamiento ecológico ancestral y su potencial cultural y ecoturístico desde la tesis de Katherine Castaño Flórez (2025)
Arrierías 98
Rafa Davidzen
Introducción
La enorme información que se encuentra en las más de 300 piezas arqueológicas del museo local, Nacianceno Orozco, no deja de sorprendernos. Una observación cuidadosa de la inmensa variedad de piezas no solo nos ofrece pistas sobre períodos de poblamiento ancestral, sino también evidencian cómo dichas culturas establecieron relaciones con el ambiente. El caso particular de los anuros (ranas y sapos) que hoy podemos ver en el museo arqueológico local, que fueron modelados como aplicaciones en vasijas de cerámica tipo cuencos, trasciende posturas esencialistas del arte como meras explicaciones del ámbito mítico-religioso. El uso del método científico sobre las formas aplicadas (medición, cálculos morfométricos, análisis anatómico comparativo) demuestran que los antiguos habitantes del territorio, plasmaron a los anfibios en sus objetos cerámicos no solo desde una perspectiva ritual, sino también desde un punto de vista material, mediante una visión ecológica concreta integradora.
El estudio de las culturas prehispánicas latinoamericanas revela una profunda y compleja relación entre el ser humano y su entorno natural. Esta interacción no se limitaba a la subsistencia, sino que abarcaba dimensiones cosmológicas y de conocimiento empírico. En el municipio de Caicedonia, Valle del Cauca, las representaciones artísticas de la fauna en la cerámica prehispánica, particularmente los anfibios, plantean una pregunta fundamental: ¿constituyen estas figuraciones una prueba del conocimiento ecológico concreto de los antiguos habitantes? A partir de los hallazgos de Katherine Castaño socializados en el VII Simposio Regional de Biología llevado a cabo en la UNISARC hace poco, se propone una lectura antropobiológica que evidencia cómo estos artefactos no solo expresan cosmovisiones simbólicas, sino también un sofisticado saber ecológico, el cual, además, tiene implicaciones directas para el desarrollo del ecoturismo comunitario caicedonita. El período Quimbaya Tardío (siglos VI al XVI d.C.), al que pertenece la mayoría de las piezas arqueológicas del período Quimbaya Tardío I (Castaño 2022) con animales modelados en el museo local de Caicedonia “Nacianceno Orozco”, es crucial para entender esta interacción.
Esta nueva investigación va dedicada a una gran cantidad de estudiosos que siguen mis ensayos. Agradezco a la revista digital Arrierías por permitirme publicarlos. Y al personal de la Casa de la Cultura por su gran colaboración. Ya hay artículos que han llegado cerca de los 4.000 lectores, les agradezco porque el lenguaje usado es con rigor científico.
Objetivos del presente ensayo:
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- Analizar los elementos probatorios que sustentan la hipótesis de que las representaciones de anfibios en la cerámica prehispánica de Caicedonia demuestran un conocimiento ecológico concreto y ancestral por parte de sus antiguos habitantes.
- Explorar las interpretaciones teóricas, incluyendo la semiótica pragmatista de Peirce, el pensamiento concreto de Lévi-Strauss, los discursos, agenciamientos y mediaciones ambientales de Foucault y Deleuze, y el Conocimiento Ecológico Tradicional (CET), que refuerzan la comprensión de los anfibios como bioindicadores culturales.
- Determinar cómo la investigación de Katherine Castaño puede beneficiar la creación de una ruta ecoturística y arqueológica en Caicedonia, fomentando el turismo comunitario y la conservación del patrimonio natural y cultural.
Los anfibios como prueba del conocimiento ecológico concreto: hallazgos de Katherine Castaño (2025) en Caicedonia.
Los estudios morfométricos en anuros efectuados por Katherine Castaño (2025) -orientados por los doctores Carlos Alberto Agudelo Henao y Fernando Vargas Salina de la Universidad del Quindío- sobre las aplicaciones cerámicas prehispánicas con modelados zoomorfos de anfibios en Caicedonia ofrecen una prueba fidedigna del conocimiento ecológico concreto de los antiguos habitantes. Su investigación ha revelado un nivel notable de especificidad morfológica en estas aplicaciones de cerámica, permitiendo identificar 4 géneros de anuros:Centronele (ranas de cristal), Andinobates (ranita rubí), Pristimantis (ranas terrestres) y Dendropsophus (ranas grillo). Las dos especies de anuros específicas identificadas como aplicaciones en la cerámica fueron la ranita rubí o de las lluvias (Andinobates bombetes) y la rana grillo (Dendropsophus colombianus).
Lo sorprendente del hallazgo de Katherine es que este nivel de detalle anatómico logrado con la cual fueron aplicadas por los antiguos artesanos en los bordes de cuencos y vasijas, trasciende la mera creación de íconos genéricos o rituales, sugiriendo una aguda observación sobre dichas especies y un entendimiento empírico de los nichos ecológicos y los roles de los anfibios en los ecosistemas locales. La recurrencia de modelos de ranas y posibles sapos en la cerámica de Caicedonia sugiere una función que va más allá de lo puramente mítico: la observación de su abundancia o ausencia podría haber funcionado como una señal de variaciones en la humedad, temperatura o cambios estacionales.


Imágenes recuperadas de: https://colombia.inaturalist.org/
Esta interpretación se sustenta en diversas perspectivas teóricas:
El Pensamiento Concreto de Lévi-Strauss: Desde la visión estructuralista, Lévi-Strauss (2012) argumenta que las sociedades indígenas desarrollaron un conocimiento empírico profundo de su entorno, organizando su saber a partir de oposiciones perceptivas y relaciones directas con la naturaleza. Las representaciones de anfibios en la cerámica de Caicedonia no solo expresan cosmovisiones simbólicas, sino también un conocimiento ecológico empírico que permite interpretar los cambios ambientales que influyeron en las dinámicas sociales. Este conocimiento, lejos de ser «primitivo», integraba dimensiones simbólicas y pragmáticas en una lógica relacional única. La habilidad para plasmar con tal precisión morfológica ranas y sapos es un testimonio directo de esta «ciencia de lo concreto».
Así mismo, tanto Foucault como Deleuze-Guattari con sus discursos, agenciamientos y mediaciones ambientales aportan a su interpretación. Desde el posestructuralismo, Foucault (1969) propondría que toda producción de saber sobre la naturaleza está mediada por relaciones de poder y dispositivos discursivos. La representación de anfibios no escapa a estas configuraciones, pero puede leerse también, como plantea Deleuze y Guattari (1980), como parte de agenciamientos colectivos donde humanos y no-humanos coexisten sin jerarquías ontológicas fijas.
Lo notable es que, pese a las variaciones epistémicas a través del tiempo, los anfibios persisten como mediadores ambientales transversales en Caicedonia. Esta recurrencia sugiere que ciertas relaciones materiales con el entorno resisten los cambios discursivos y operan como constantes en la ecología cultural de los antiguos habitantes, incluyendo los períodos Quimbaya tanto Temprano como Tardío.
Por otro lado, La semiótica pragmatista de Charles Sanders Peirce (1903, 1992) refuerza la idea de que los signos emergen de una relación experiencial y práctica con lo real. En el caso de las figurillas de anfibios de Caicedonia, el anfibio real en el entorno sería el objeto, la figurilla cerámica el representamen que reproduce su morfología, y la comprensión cultural de su significado y función sería el interpretante. Estas figurillas aplicadas actúan como signos icónicos por su semejanza formal y como posibles signos índices al señalar condiciones ambientales específicas, como la abundancia estacional de anfibios relacionada con lluvias o humedales. Este doble valor semiótico sugiere que las sociedades prehispánicas de Caicedonia producían no solo artefactos rituales, sino también dispositivos de registro ecológico, resultado de un proceso abductivo donde, a partir de la observación reiterada de correlaciones entre la presencia de anfibios y los cambios ambientales, se formulaban hipótesis prácticas plasmadas en la cerámica como parte de su saber ambiental.
Por último, el Conocimiento Ecológico Tradicional (CET) nos da pistas sobre la comprensión ecológica. El estudio de Castaño (2025) puede confirmar que las culturas ancestrales de Caicedonia poseían un conocimiento ecológico detallado y coherente que se manifestaba en sus prácticas culturales y objetos materiales. Autores como Berkes (1999) y Turner (2005) sostienen que el CET abarca la comprensión de interacciones, ciclos de vida y comportamientos de las especies en relación con cambios climáticos. En este sentido, las vasijas con representaciones de anfibios actúan como vehículos para la transmisión de este conocimiento ambiental intergeneracional. Permiten proponer que las interpretaciones arqueológicas deben superar los enfoques esencialistas, reconociendo en los objetos materiales indígenas la evidencia de una ciencia ambiental empírica desarrollada por estas culturas.

Género Bufo. Recuperado de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/08/Bufo_bufo_sitting-Iric2006.jpg
Elementos probatorios en los estudios de Katherine Castaño y el contexto de Caicedonia
Los hallazgos de Katherine Castaño, en el marco de su Tesis denominada «Taxonomía de la fauna representada en piezas arqueológicas del territorio de Caicedonia, Valle del Cauca, Colombia», se centran en piezas arqueológicas del museo arqueológico local “Nacianceno Orozco” catalogadas principalmente como del período Quimbaya Tardío. Estos estudios han identificado ranas entre los anfibios modelados.
El contexto ambiental de Caicedonia es clave. El territorio presenta dos orobiomas (Bajo y Medio de los Andes) con diversos ecosistemas (CVC- FUNAGUA 2010), configurando un espacio con una gran variedad de servicios ecosistémicos que la fauna aprovechaba. Esto es consistente con la presencia de una rica diversidad faunística (mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces e insectos) en las representaciones cerámicas. El estudio de Castaño (2021), citados en la discusión sobre el ambiente como factor activo, refuerzan la idea de que el entorno no era un mero escenario, sino un agente que moldeaba la vida, patrones de asentamiento y estrategias de subsistencia de las sociedades prehispánicas en Caicedonia. La capacidad de los antiguos pobladores para adaptarse a estos entornos cambiantes, incluso con estrategias como la microverticalidad para aprovechar diferentes pisos altitudinales y minimizar la competencia por recursos, sugiere un conocimiento ambiental profundo.
La relación entre los anfibios y la cosmovisión es también un elemento probatorio. Las modelaciones animales, como las de anfibios, se presume que eran de uso ritual. La literatura sugiere que «son los animales del entorno inmediato los que sobrecogen al hombre, haciendo que este elabore mitos y creencias en torno a ellos y que luego los represente en el arte». Los anfibios, por su doble naturaleza (agua y tierra), simbolizaban dinamismo y resurrección. La humedad de su piel se contraponía a la sequedad de la muerte, vinculándolos con la regeneración y continuidad de la vida. Además, las ranas se asociaban con la medicina, la enfermedad, la fertilidad y la llegada de las lluvias (Garcés Martínez, C. 2020). Estas asociaciones evidencian que los anfibios tenían un valor ecológico, espiritual y cultural profundo. La negación de la dimensión ecológica por parte de teorías antropocéntricas ha sido un factor determinante en el desconocimiento del colapso de civilizaciones pasadas, lo que subraya la importancia del conocimiento ambiental de estas culturas ancestrales.

Imagen recuperada de : https://natura.org.co
Beneficios para una ruta ecoturística y arqueológica en Caicedonia
La investigación de Katherine Castaño (2025) ofrece un anclaje científico y cultural invaluable para el desarrollo de una ruta ecoturística y arqueológica en Caicedonia, fomentando el turismo comunitario. Los elementos probatorios de un conocimiento ecológico concreto por parte de los antiguos habitantes, manifestado en las representaciones de anfibios, pueden ser el eje central de esta propuesta.
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- Valoración y resignificación del patrimonio material arqueológico: Los hallazgos permiten superar la visión esencialista del patrimonio material indígena, reconociéndolo como un «dispositivo de conocimiento ecológico y territorial». Esto ofrece una narrativa rica y profunda para los visitantes, que va más allá de la mera contemplación estética de las piezas arqueológicas. Se puede destacar cómo los anfibios eran «bioindicadores ambientales», y cómo su estudio nos conecta con la «ciencia ambiental empírica» de las sociedades prehispánicas.
- Educación ambiental y conciencia ecológica: La investigación propone explícitamente estrategias de conservación basadas en los hallazgos, debido a la persistencia de los animales plasmados durante milenios de ocupación, y que hoy se evidencian en Caicedonia. Lo anterior incluye talleres educativos, cartillas didácticas, charlas radiales y murales públicos que representen animales amenazados. Una ruta ecoturística puede integrar estos elementos, usando las representaciones ancestrales de anfibios como punto de partida para educar sobre la biodiversidad actual de Caicedonia, las amenazas que enfrenta (como por ejemplo en la fauna local: el yaguarundi (Herpailurus yagouaroundi) el zorro cañero (Cerdocyon thous), y el mono aullador (Alouatta seniculus), especies en peligro localmente), y la importancia de la conservación. Esto fomenta el conocimiento y la apreciación de la fauna histórica y actual, generando una «conciencia movilizadora de transformaciones sociales».
- Inclusión comunitaria y fomento de competencias laborales: El proyecto de Rafael Castaño (2022) busca la proyección social de los resultados, cohesionando al municipio en aspectos culturales y promoviendo el turismo, la transformación del espacio público (por ejemplo, la muestra de arte prehispánico en el parque Gutiérrez y Arango, motivos arqueológicos vinculados al muralismo) y el fomento de competencias laborales juveniles a partir de actividades artesanales emergentes (que está por desarrollarse). La elaboración de réplicas de cerámicas con anfibios, reptiles, mamíferos, aves, peces e insectos prehispánicos, la señalética inspirada en estos diseños puede involucrar directamente a la comunidad en la cadena de valor del turismo, y la incorporación de herpetarios (siguiendo las normas ambientales, planes de manejo, licencias, y demás requisitos) que sirvan como testimonio que nos liga a la ancestralidad ecológica del territorio. Esto se alinea con la recuperación de valores culturales ancestrales y la promoción de un «vivir en equilibrio con la naturaleza» a través de los mitos y la oralidad erosionados por la modernidad.
- Conexión con el Paisaje Cultural Cafetero (PCC): Caicedonia forma parte del Paisaje Cultural Cafetero, lo que exige la emergencia de elementos identitarios para la promoción cultural. La simbología animal ancestral, y específicamente la de los anfibios, puede ser un elemento distintivo que enriquezca la oferta turística, diferenciándola y atrayendo a visitantes interesados en la interconexión entre la cultura, la historia y la ecología.

Vasija con aplicación zoomorfa de rana. Museo “Nacianceno Orozco” Casa de la Cultura Caicedonia V. Foto Rafael Castaño.
Síntesis y conclusiones
Los anfibios, a través de sus representaciones cerámicas prehispánicas en Caicedonia, constituyen una prueba innegable del conocimiento ecológico concreto y ancestral de los antiguos habitantes del municipio. Los estudios de Katherine Castaño (2025) han revelado una fidelidad morfológica que solo es posible desde una observación empírica sistemática y un entendimiento profundo de los ecosistemas. Estos hallazgos, interpretados a la luz del pensamiento concreto de Lévi-Strauss, la semiótica de Peirce, los dispositivos de poder de Deleuze-Guattari y de la episteme de Michel Foucault, así como el Conocimiento Ecológico Tradicional, demuestran que las sociedades del período Quimbaya Tardío poseían una sofisticada ciencia ambiental, integrando lo pragmático y lo simbólico en su cosmovisión. La evidencia arqueológica demuestra que los anfibios fungieron como bioindicadores, señalando cambios ambientales y la interconexión intrínseca entre la cultura y la naturaleza.
La riqueza de esta investigación trasciende el ámbito académico. Proporciona una base sólida para el desarrollo de una ruta ecoturística y arqueológica sostenible en Caicedonia, centrada en la valorización del patrimonio ambiental y cultural ancestral especialmente el símbolo anfibio, que bien nos podría convertir en el municipio Anfibio del Valle del Cauca con géneros como Centronele (ranas de cristal), Andinobates (ranita rubí), Pristimantis (ranas terrestres) y Dendropsophus (ranas grillo) y las dos especies de anuros específicas como la ranita rubí o de las lluvias (Andinobates bombetes) y la rana grillo (Dendropsophus colombianus). Al integrar la educación ambiental, fomentar la participación comunitaria a través de artesanías y arte público, y promover el conocimiento de la fauna local, esta iniciativa puede fortalecer la identidad del municipio, fomentar la conciencia ecológica y generar beneficios económicos para las comunidades. En un mundo donde la desconexión entre el ser humano y la naturaleza es cada vez más evidente, la sabiduría ancestral de Caicedonia, revelada a través de sus anfibios aplicados en cerámica prehispánica, ofrece una lección crucial y un modelo inspirador para la sostenibilidad en la actualidad. Las interpretaciones arqueológicas deben, por tanto, superar los enfoques esencialistas y reconocer en los objetos materiales indígenas la evidencia de una ciencia ambiental empírica desarrollada por estas culturas.
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Castaño, R. (2025) Anfibios aplicados en la cerámica prehispánica de Caicedonia, pensamiento ecológico ancestral y su potencial cultural y ecoturístico desde la tesis de Katherine Castaño (2025). Recuperado de: www.arrierías.com

Rana (imagen recuperada de: https://www.istockphoto.com/
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