Arrierías 99
S. Catalina Varela Castro.
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La llegada de una nueva vida, ya sea planeada o no, la decisión de continuar o interrumpir un embarazo, así como la persistente idea de que nacemos, nos reproducimos y morimos, nos invitan a reflexionar sobre múltiples aspectos de la experiencia humana. Uno de ellos es la existencia o no de ese llamado “instinto materno”, un concepto que, curiosamente, parece ajeno a los hombres desde tiempos inmemoriales, quienes culturalmente han contado con la posibilidad socialmente aceptada de “irse por la leche o los cigarrillos”, es decir, de no asumir el cuidado y no regresar. Sin embargo, cuando es la mujer quien se va, la historia toma un giro completamente diferente. Aunque este no es el tema central, hablar de maternidad y paternidad forma parte de los objetivos de este escrito, cuya finalidad es cuestionar la idea tradicional de familia y situar la reproducción social de la vida en el centro de la discusión.
Cuando la propaganda mediática y la mayoría de las representaciones sociales giran en torno a la construcción de una familia nuclear heteronormativa, cabe preguntarse: ¿qué ocurre con los hogares que no se ajustan a dicho modelo? Existen familias conformadas por una sola persona —generalmente una mujer— que asume el rol de cuidadora junto a sus hijos (familias monoparentales); familias donde la convivencia no se limita a los padres, sino que se extiende a abuelos, tíos, tías, primos y primas (familias extensas); familias en las que quien da a luz es el padre o en las que se cuenta con dos madres o dos padres (familias homoparentales); o aquellas donde la persona cuidadora principal decide iniciar una nueva relación y conformar un nuevo hogar (familias reconstruidas).
La familia, como primer espacio de socialización, tiene la capacidad tanto de transmitir y reproducir estereotipos y prejuicios como de generar discursos alternativos que cuestionen los ya establecidos. Es el primer lugar donde se construye un sentido de pertenencia, y por ello resulta fundamental diversificar las narrativas acerca de las diferentes configuraciones familiares. Esta apertura permite responder de manera más adecuada a las demandas y realidades sociales actuales.
Por tanto, es importante repensar las formas en las que hablamos de la familia y cómo, en muchas ocasiones, parece prevalecer la idea de que solo la familia tradicional, nuclear y heteronormativa es válida. Este discurso no sólo rechaza la diversidad, sino que perpetúa uniones insostenibles e incluso violentas bajo la premisa de “mantenerse unidos por los hijos” o por apego a lo que “debería ser”. En ese proceso se pierde de vista un universo de posibilidades, donde cada hogar es válido y posee cualidades singulares que lo hacen especial y completo tal como es.
Bibliografía
Guatrochi, M., Irueste, P., Pacheco, S., & Delfederico, F. (2020). Nuevas configuraciones familiares: tipos de familia, funciones y estructura familiar. Redes: revista de psicoterapia relacional e intervenciones sociales, (41), 11-18.
Ilbay Sinaluisa, W. A. (2025). Clima social familiar e ideación suicidad en niños y adolescentes (Bachelor’s thesis, Riobamba: Universidad Nacional de Chimborazo).