Arrierías 99

Umberto Senegal.

Introducción

Minificciones para el Yo acuso. O minirretratos del genocidio. O minicrónicas literarias contra la violencia israelí sionista-revisionista contra Palestina. Palabras e imágenes convertidas, por causa de la impotencia, del preguntarse uno como escritor “qué puedo hacer, cómo puedo contribuir, cómo debo denunciar, en qué lugar llorar a solas o acompañado”, en breves ficciones con las cuales nunca se podrán mostrar los macabros detalles del drama que en Gaza viven millares de palestinos. Esta muestra, hace parte de mi libro inédito: Gaza, donde aún respira la ceniza, tributo literario y humano de un calarqueño, un quindiano, un colombiano, un anónimo habitante del mundo que no puede quedarse en silencio frente a las atrocidades que contra un pueblo ejerce otro pueblo. Si uno solo de estos minirretratos, incluyo varios cuentos atómicos, y si uno solo de estos protagonistas logra despertar algún tipo de solidaridad, emoción o sentimiento hacia el pueblo palestino, no habré escrito en vano.

“Cadáveres anónimos.

Ningún olvido los reúne,

Ningún recuerdo los separa…

Olvidados en la hierba invernal

Sobre la vía pública,

Entre dos largos relatos de bravura

Y sufrimiento”.  

                                                                    -Mahmud Darwish, poeta palestino

Sobre cada misil hipersónico de Irán hacia Israel, cabalga el fantasma de un niño de Gaza.

Cuento atómico, de Umberto Senegal

EL CIELO NO RESPONDE

Las sirenas suenan en Tel Aviv. Un anciano rabino llora, no por el ruido sino por no poder distinguir ya si reza por su nieto soldado o por la niña palestina sin rostro.

OBUSES COMO SEMILLAS

Cada bomba que cae en Rafah, germina en la sombra de un olivo muerto. Brota el odio, crecen los huérfanos, cantan las piedras y el mundo -ciego y cómodo- bosteza frente a su pantalla.

LAS MADRES NO NEGOCIAN

En la frontera de los escombros, una madre recoge el brazo de su hijo como si recogiera un pan. Lo envuelve en su velo. Y susurra: “No hay tratado que me devuelva esto”.

INSOMNIO DE DRONES

Los drones zumban de noche como mosquitos sobre un cadáver. No buscan terroristas. Buscan un movimiento. Un gesto. Un error. Un niño que orina en la oscuridad puede ser el próximo titular.

ESTADÍSTICAS DEL HORROR

El informe dice: “Objetivo alcanzado: Daños colaterales, 17”. En un rincón de la ONU, un funcionario llora sin hacer ruido. No sabe si fue su hermana, su barrio, o su fe la que murió con ese número.

EL COLUMPIO VACÍO

En el patio bombardeado, aún cuelga un columpio. Se mueve solo. Nadie lo empuja. Pero cada tarde, la abuela saca dos platos. Uno para ella. Otro para el viento que le dice “Yussuf”, al mecerse.

DIPLOMACIA

En Ginebra discuten la paz. Uno muestra gráficos. Otro, estadísticas. Una mujer deja una foto sobre la mesa: su hijo, sin piernas. El moderador sonríe diplomáticamente y pregunta: “¿Tiene usted otra copia sin sangre?”.

EL ABRAZO

Al abrir el saco mortuorio, el soldado israelí se detiene. La niña palestina aún abraza a su muñeca. La sangre no la deja soltarla. El soldado la vuelve a cerrar. No por respeto. Sino por miedo al perdón.

MILAGRO INVERSO

Una iglesia fue destruida en Gaza. Solo quedó intacta una imagen de María. La gente fue a rezar. María bajo los ojos y lloró sangre. Al día siguiente, Israel pidió investigar el milagro como amenaza terrorista.

RETRATO FAMILIAR

En una casa semienterrada por escombros, una reportera encuentra una foto familiar enmarcada. Sonríen padre, madre e hijos. Pero hay algo raro, el vidrio no tiene polvo. Lo limpian desde adentro y nadie se atreve a llamar.

LATIDO

La mujer embarazada huía bajo las bombas. Tropezó. Cayó. Sintió el golpe en el vientre. El niño dejó de moverse. “Quizás así lo salvaste”, le dijo una enfermera sin hospital.

NOMBRE

La anciana murmuraba nombres bajo los escombros. No sabía si rezaba o recordaba. “Yúsuf… Amal…” Un rescatista la escuchó. Eran los nombres de sus hijos, sus nietos. Y del bebé que jamás conocería.

ECOS

En la clínica sin techo, una mujer gritó: “¡Va a nacer!” El médico improvisado respondió: “Aquí todos nacemos en la muerte”. El niño lloró. Y todos creyeron oír una sirena lejana.

RAÍZ

La anciana fue arrastrada fuera de su casa. Solo pidió llevar su planta de menta. “¿Para qué?”, preguntó uno de los soldados israelíes.  “Para que alguien recuerde que aquí también se vivía”, respondió la anciana palestina.

ULTRASONIDO

El médico mostró la imagen. “Aquí está su hijo”. La madre sonrió. Un misil cayó antes de que pudiera saber si era niño o niña. El monitor quedó congelado con el corazón latiendo en blanco y negro.

PAN Y POLVO

El viejo palestino amasaba pan entre ruinas. Cada día hacía uno. Lo dejaba en la puerta. “Por si alguien vuelve”, decía. Nunca comió ninguno. Murió de hambre, con el horno aún tibio.

PROMESA

La embarazada acarició su vientre mientras caían las bombas. “Si sobrevives, te llamarás Libertad”. Al día siguiente, enterraron una pequeña sábana blanca con ese nombre bordado.

SILENCIO

La anciana miró la casa destruida. No lloró. Sacó su oud roto. Tocó una nota. El silencio tembló. “Así suena mi país ahora”, dijo.

ECO UTERINO

“¿Escucha algo?”, preguntó la madre. El obstetra puso el estetoscopio. “Sí”. “¿Qué oye?”. “Sirenas, madre…no del bebé. Del cielo”.

ÚLTIMO PARTO

La partera anciana asistió el nacimiento bajo un puente. “Es varón”, dijo llorando. La madre no respondió. Estaba fría. La abuela envolvió al niño. Y por primera vez en días, alguien cantó.

EL PERRO FIEL

Entre ruinas humeantes, un perro escarbaba con las patas. Encontró un zapato de niño. Lo lamió, se echó al lado y no volvió a moverse. Ni el hambre lo hizo irse.

GATA EN AYUNO

Parió entre cascotes. Cuatro crías. No maullaban. Ella salía a buscar migas, volvía con polvo. Amamantaba aire. Una madrugada, la hallaron lamiendo una muñeca calcinada

.

EL BURRO SIN CARGA

Durante años llevó pan, agua y ropa entre callejones. Ahora va solo. Las bombas mataron a su dueño. Pero sigue el mismo camino, deteniéndose donde nadie lo espera.

GOLONDRINA ERRANTE

La golondrina regresó a su nido. No había techo. Solo un clavo doblado y un jirón de cielo. Voló en círculos todo el día. Al anochecer, se posó sobre un cadáver. Y cantó.

VACA EN FUGA

Una vaca herida corría por la carretera. Detrás, el humo. Delante, nada. Un dron la siguió por error. La balearon. Más tarde, un niño israelí preguntó: “¿Matamos enemigos o leche?”.

CABRA ENTRE JUGUETES

Quedó atrapada en un patio con triciclos rotos. No sabía saltar el muro. Bebía agua de lluvia, comía fotos rasgadas. Cuando entraron los soldados israelíes, la cabra los miró. No huyó. No había nadie más que proteger.

LOS GATOS DEL HOSPITAL

Los gatos aún merodean los pasillos. Miran las camillas vacías, husmean vendas sucias. Uno duerme en la cuna incubadora rota. La enfermera quedó sola, les da agua. Dice que son los nuevos pacientes.

EL PEZ DE LA FUENTE

Una bomba partió la pecera en dos. El agua escurrió al polvo. El pez boqueó al sol, hasta que una niña le hizo sombra con su cuerpo. Murieron juntos.

CAMELLO SIN CARAVANA

Se salió del corral tras la explosión. Vagó por días. Los niños lo seguían creyendo que los llevaría a otro país. Al tercer día cayó. Aún lo llaman “el camello de la promesa”.

EL GALLO DEL MINARETE

Después del bombardeo nadie rezó. Pero el gallo del minarete cantó. Cantó al amanecer, al mediodía, al ocaso. Un soldado israelí le apuntó. El gallo alzó la cresta y cantó más fuerte. No lo mataron.

CONVERSACIÓN DE ESCOMBROS

“¿Tú también moriste abrazando a tu hijo?”. “Sí. Él aún llora en las ruinas”. “El mío canta”. “¿Qué canta?”. “Una nana sin boca”.

FANTASMA EN LA ESCUELA

Aún lleva la mochila. No encuentra el cuaderno. Tampoco la maestra. Camina entre lápices rotos y piedras calientes. Una voz sin rostro repite: “Presente… presente…”

LAS NOVIAS DEL AIRE

Éramos tres. Vestidas de blanco. Corríamos hacia la boda. El dron no entendió de amor. Ahora danzamos entre columnas quemadas, peinándonos con ceniza.

 MI PADRE, EL HUMO

 Lo busqué entre gritos. Lo encontré en una nube negra. Ahora me lleva de la mano, invisible, y me enseña a no respirar.

CEMENTERIO DE PASOS

Fuimos niños. Jugamos a esquivar las balas. Perdimos. Hoy paseamos sin sombra. Los muros nos recuerdan. Las huellas no.

EL NIÑO DEL PAN

Salió con cinco monedas. Una bomba cayó sobre el mercado. Ahora reparte migajas de luz entre los vivos que duermen y los muertos que tienen hambre.

VIENTO EN LAS RUINAS

“¿Dónde cayó tu casa?”. “En la calle de los jazmines”. “Allí murió mi madre”. “Entonces somos hermanos”. “Sí”. “Y el viento nos nombra en cada pared sin techo”.

BAJO LA TORRE CAÍDA

Vigilé este barrio durante meses. Hoy duermo bajo sus escombros. Escucho los nombres que gritaban al morir. Ninguno es el mío.

EL FRANCOTIRADOR

Mi ojo era exacto. Mi dedo, firme. Ahora solo apunto sombras. Las madres no me temen. Yo sí las temo.

MURO SIN REGRESO

Fui muro. Fui fusil. Fui odio. Ahora soy grieta. Y del otro lado una niña sin rostro me llama por mi nombre.

PATRULLA NOCTURNA

Quemé libros. Disparé a un hospital. Ahora patrullo esta calle sin fin. Cada ventana es un espejo que no me perdona.

EL TANQUE

Conduje el monstruo. Aplasté cuerpos, risas, palomas. Ahora me arrastro sin ruedas, sin órdenes, pidiendo perdón a los ladrillos.

EL JOVEN DEL BATALLÓN 33

Tenía 19. Querían que disparara. Disparé. Ahora me buscan entre mis propios restos. Y yo solo quiero que el niño me escupa en la cara.

BAJO LA ESCUELA

Lanzamos el misil. Celebramos. Hoy bajo los pupitres quemados veo fantasmas que no son yo. Son mejores. Son niños.

MADRE PALESTINA

Le apunté. Ella me miró sin moverse. No apreté el gatillo. Otro sí. Ahora la sigo. Me ignora. Ni muerta me perdona.

RUINAS DEL HOSPITAL AL-SHIFA

Allí dejé cuerpos. Ahora recojo órganos. Corro por los pasillos con un bebé que llora. Pero nunca deja de llorar.

BANDERAS

Enterré mi uniforme. Pero la bandera sigue sobre mí, pesando más que el blindado. Cada noche me despierta el grito que no quise oír.

Calarcá, Quindío

Llanitos de Gualará, julio2 de 2025

Del libro inédito: Gaza, donde aún respira la ceniza.

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