Ensayo de interpretación – Última entrega.

Arrierías 96

Francisco A. Cifuentes S.*Miembro de la Academia de Historia del Quindío. Trabaja en la Universidad del Quindío.

Palabras clave: historia, geografía, filosofía, cultura, diferencia, identidad, interpretación, huella, tradición, acontecimiento.

“La tradición no es un mero anclaje en el pasado, sino un flujo continuo que se renueva en cada acto interpretativo y enriquece nuestra comprensión del mundo” (“Verdad y Método”. Hans Georg Gadamer)

“Lo único que significa en realidad, es que incluso cuando una recuerda algo que una no recordaba, una quizá no haya hecho más que arañar la superficie en relación con las cosas que una no recuerda que recuerda” (“La amante de Wittgenstein”. David Markson)

Presentación

El presente documento es un intento de tratar de reflexionar acerca del devenir histórico del departamento del Quindío, tomando como base parte del abundante material propiamente historiográfico que otros investigadores han producido para dar varias visiones sobre la microhistoria, la historia local y la historia regional de este territorio y estas sociedades, que han alcanzado los actuales rasgos de configuración. En este sentido no se trata de un texto propiamente de investigación histórica, pero tampoco de un compendio historiográfico. Es más bien el producto de un atrevimiento por escribir un ensayo interpretativo en el cual se combinan datos, personas, comunidades, hechos y procesos a la luz de las categorías de tradición, huella (Gadamer y Ricoeur), identidad, diferencia, ruptura y el ser en el tiempo (Heidegger) para analizar mitos, ídolos, leyendas, narrativas e imaginarios sociales que han ido constituyendo nuestra historia quindiana.

Palabras clave: historia, geografía, filosofía, cultura, diferencia, identidad, interpretación, huella, tradición, acontecimiento.

“La tradición no es un mero anclaje en el pasado, sino un flujo continuo que se renueva en cada acto interpretativo y enriquece nuestra comprensión del mundo” (“Verdad y Método”. Hans Georg Gadamer)

“Lo único que significa en realidad, es que incluso cuando una recuerda algo que una no recordaba, una quizá no haya hecho más que arañar la superficie en relación con las cosas que una no recuerda que recuerda” (“La amante de Wittgenstein”. David Markson)

4o. Categorías para una geografía espiritual

Se puede muy bien hablar de “el espíritu de la tierra” (Godaiseirei) y de “la metafísica de las ciudades”, (Giuzepi Zaroni) para nombrar ese hábitat y ese ethos que constituyen los territorios y sus habitantes. Por eso al observar hoy la Cordillera Central, el Paso de La Línea, sus viaductos y sus túneles y la vecindad con Caldas, Risaralda, Tolima y parte del Valle del Cauca y nuestra pertenencia al Parque Natural y Nacional de los Nevados, es preciso detenernos a reflexionar cómo sería la visión, el sentimiento y la vivencia de los primeros pobladores, de los diversos caminantes, de los tumbadores de monte, de los constructores de pueblos, de los ingenieros y de los transeúntes modernos. Cada uno tiene una dimensión del entorno y le va otorgando una significación personal y colectiva muy especial. Una crónica, un poema, una novela, una canción o un informe técnico, tienen acentos y sensibilidades diferentes. Unos ven y sienten lo que otros no ven y en consecuencia aparecen diversos nombres para bautizar la orografía que nos acoge desde milenios. Por eso mismo es preciso hablar no solo de geografía física y socio-económica, sino de la dimensión espiritual de lo humano en el contacto con su tierra.

Aquí nos referimos a un contexto común como es el de la Cordillera Central, las cuencas de los ríos Quindío, Barragán, Roble, El Espejo, La Vieja y muchos otros con sus respectivos valles. Toda esta facticidad la podemos pensar y nombrar desde las “evidencias sensibles” y la apropiación que cada ser humano y sus colectivos han hecho de esta topografía de nuestra querencia milenaria. “Denomino como división de lo sensible ese sistema de evidencias sensibles que pone al descubierto al mismo tiempo la existencia de un común y las delimitaciones que definen sus lugares y partes respectivas. Por lo tanto, una división de lo sensible fija al mismo tiempo un común repartido y unas partes exclusivas. Este reparto de partes y lugares se basa en una división de los espacios, los tiempos y las formas de actividad que determina la manera misma en que un común se presta a participación y unos y otros participan en esa división” (RANCIERE, Jacques. El reparto de lo sensible. Estética y política. Traducción: Antonio Fernández Lera. Prometeo. Bs. As. 2014. Prólogo)

Es a partir de ahí que podemos en forma retrospectiva, siguiendo la huella y la escucha, el susurro y el silencio, atinar a representarnos en la distancia histórica estas sensaciones:  el placer del indígena en su tierra combinado con la valentía ante la amenaza de las fieras; el asombro y el tedio del conquistador en medio de los escarpados y los valles aún indómitos; la curiosidad de los viajeros y el cansancio de los silleros; la dicha y la osadía de los colonizadores al ingresar a tierra virgen y construir poblados; el miedo a la muerte de los campesinos desplazados por la violencia en las noches lluviosas de la cordillera; el acecho de los fantasmas mitológicos a los pobladores inocentes; la valentía de vadeadores y pescadores, la alegría de los paseantes en todos los tiempos y lugares; la paciencia y la admiración de los avistadores de aves y monos aulladores; la aterradora incógnita ante los desastres sísmicos, el apure  de los ciudadanos de pie por las calles y carreras de su querida urbe; la lentitud de los pueblerinos en su provincia; los placeres y las trampas de la noche bohemia de los citadinos, el frío y la desolación de los miles de habitantes de calle que pueblan la ciudad de Armenia y la curiosidad y la adrenalina de los usuarios del avión y el parapente; el goce de los turistas por la carrera catorce de la capital, los comederos y bebederos del norte y las casonas de campo disfrutando el paisaje de nuestro Quindío. Todo esto cabe nombrarlo desde la “fenomenología de lo inaparente” (Heidegger) y “la escucha tras la huella” como una “hermenéutica de lo inaparente” (Gadamer)

Para el caso de los indígenas puede existir una palabra originaria que fue dicha por otros que nos precedieron y no pudimos escucharla, pues se dijo en otras lenguas y desde otros horizontes no retratados ahora mismo. Así, la palabra dicha originariamente tiene rango de llamada -al resultar inaugural, resulta pues inaudible. Por lo tanto, aquí acudimos al repertorio de lo conocido: El término Quindío proviene de la voz quechua “q´inti”, que significa colibrí y se presenta en las variaciones como “kindi”,  “quinde”, “quindiu” y “quindiú”; instaurando así la narrativa mítica de “El Valle Paraíso de los Colibríes” y que se puede extender hasta la denominación “El Edén Tropical del Quindío”. Hoy el mejor homenaje a esta remembranza es El Jardín Botánico y El Mariposario” en la ciudad de Calarcá.

Para mayor conocimiento del origen histórico de las otras denominaciones asociadas al Quindío, recomendamos el escrito del académico Armando Rodríguez Jaramillo (5-8-22 www.elquidiano.con) y en el cual referencia a Jorge Hernández Camacho y Alberto Gómez Mejía (“Los Andes del Quindío”. Samper Ediciones. Bogotá. 1996) y “Variaciones sobre el nombre del Quindío” (blog AHQ 11-04-21 German Medina Franco)

Con todos los nombres que bautizan esta magnánima tierra, recurriendo a su mítico origen en el primigenio significado de los hermanos quechuas, es preciso que la visión y la memoria sigan teniendo muy presente lo seres maravillosos que pueblan los bosques y el espacio aéreo más cercano, como tangaras, cucú ardillas, azulejos, mieleros, batarás, vichofues, carpinteros, cucaracheros, eufonías, sinsontes, gavilanes, canarios, soledad y tantos otros, en medio de guaduales, cafetales, platanales, guamos, palmas de cera, gualandayes, yarumos, laureles y muchos más árboles que configuran este maravilloso paisaje quindiano. Para lo cual, valga recordar que todo este fenómeno natural ha inspirado a poetas como Luis Vidales en su magnífica “Oda a la Palma de Cera” y muchas piezas líricas del gran Álvaro Mutis, entre las que se merece destacar “Nocturno” (MUTIS, Álvaro. Antología poética. Https//cvc.cevantes.es ), para darle la nombradía poética a esta “geografía espiritual” que estamos describiendo y analizando.

“Esta noche ha vuelto la lluvia sobre los cafetales.

Sobre las hojas de plátano,

sobre las altas ramas de los cámbulos,

ha vuelto a llover esta noche un agua persistente y vastísima

que crece las acequias y comienza a henchir los ríos

que gimen con su nocturna carga de lodos vegetales.

La lluvia sobre el cinc de los tejados

canta su presencia y me aleja del sueño

hasta dejarme en un crecer de las aguas si”n sosiego,

en la noche fresquísima que chorrea

por entre la bóveda de los cafetos

y escurre por el enfermo tronco de los balsos gigantes.

Ahora, de repente, en mitad de la noche

ha regresado la lluvia sobre los cafetales

y entre el vocerío vegetal de las aguas

me llega la intacta materia de otros días

salvada del ajeno trabajo de los años”.

4.1. Observaciones y catalogaciones geográficas e históricas

Las siguientes denominaciones tienen un acento más relacionado con las características físicas de la geografía y denotan la evolución histórica desde el siglo XVI hasta nuestros días; calificación hecha por conquistadores, viajeros, colonizadores y geógrafos modernos; que pasan de observaciones simples a complejas y científicas, siempre buscando una caracterización de sus rasgos y una delimitación territorial: La cordillera del Quindío, Los Andes del Quindío, Las selvas del Quindío, la sierra nevada del Quindío, La región del Quindío, La cordillera de los Andes, La cordillera Central, La hoya del Quindío y el occidente colombiano.

Los nombres El paso de los Andes, El paso del Quindío, el camino del Quindío, El paso del Libertador y El camino nacional tienen una connotación entre la geografía y la historia, en la medida que además de las condiciones físicas se le agrega el hecho cierto de haber pasado por ahí el General Simón Bolívar y de constituir el paso obligado para diferentes migrantes que iban y venían entre la Costa Caribe, el Mar Pacífico, el sur y el centro del país.

Desde la topofilia que ha acuñado Yi-Fu Tuan en su texto “Topofilia: un estudio de las percepciones, actitudes y valores sobre el entorno” (Melusina. https://drive.google.com/file/d/1K) se puede colegir que algunos nombres de los municipios quindianos han sido denominados así por una filiación de amor al territorio, que intenta hacerlo trascender desde la grandilocuencia; este es el caso de Buenavista para acentuar su posición al observar toda la Hoya del Quindío desde allá; Filandia (no relacionado con Finlandia sino concebida como Hija de los Andes), La Tebaida como Edén Tropical del Quindío e igualmente cuando se habla de Quindío Corazón Mío.

Y desde la toponimia se pueden catalogar a Armenia, Génova y Córdoba con remembranzas europeas, La Tebaida relacionada con el antiguo Egipto, Montenegro por las características de su paisaje nutrido de árboles en la época de colonización y Quimbaya para reconocer históricamente la tierra de ese pueblo indígena. Y Calarcá puramente desmembrada de una leyenda de autoridad primigenia en los territorios de los pueblos Pijao.

4.2.  Denominaciones político administrativas

Las siguientes categorías son más de carácter institucional y obedecen a delimitaciones dadas en ciertos períodos de la historia administrativa, para establecer los límites territoriales, la cobertura institucional y las competencias nacionales versus las regionales en cuanto al dominio político, económico y poblacional: los períodos históricos Caucano, Caldense y Quindiano; la Concesión Burila, la provincia del Quindío, el departamento del Quindío, El CORPES de Occidente, Los Departamentos y Municipios del FOREC (Fondo para la Reconstrucción del Eje Cafetero) y la RAP Región Administrativa y de Planificación y ahora las llamadas Zonas de Reserva Campesina. Todos estos elementos están signados por la vocación del poder político y económico sobre el territorio y la población.

Se está ante la expectativa de una posible reorganización territorial de Colombia y de una no muy utópica Asamblea Nacional Constituyente; lo que vuelve a colocar sobre el tapete la discusión geográfica, cultural, económica y política acerca de nuestros linderos, identidad, cultura y posibles filiaciones y relaciones de vecindad, con conveniencias o inconveniencias para nuestro desarrollo social y económico. Esto nos lleva a pensar en escenarios prospectivos y una posible reubicación en el mapa nacional: todo esto deberá partir de los señalamientos anteriores ya que no se trata de analizar el pasado y el presente sino también el porvenir.

5o. Cómo habitamos por dentro y hacia el infinito

“Dolorido, fatigado de este viaje de la vida

he pasado por las puertas de la estancia

y una historia me contaron las acacias

todo ha muerto, la alegría y el bullicio

Los que fueron la alegría y el calor de aquella casa

se marcharon unos muertos y otros vivos

que tenían muerta el alma

se marcharon para siempre de esta casa” (“Las acacias”. Dueto de Antaño)

5.1. Aquí es necesario aprovecharnos de Martín Heidegger cuando considera que el Dasein (el ser ahí) es el único ser capaz de preguntarse por su propia existencia y de experimentar su existencia de manera reflexiva. Por eso utiliza el término «ser-arrojado» para describir la situación en la que se encuentra el Dasein al venir al mundo. El ser humano es arrojado en el sentido de que no elige ni determina su nacimiento ni las circunstancias en las que se encuentra al inicio de su existencia. Uno se encuentra en un mundo ya establecido, con una historia, una cultura y una serie de condiciones y limitaciones que se le imponen. Por lo tanto, uno tiene que enfrentarse a la realidad de su existencia y asumir la responsabilidad de darle sentido y significado. En este contexto se puede afirmar que los nativos le dieron un sentido especial a su existencia cuando se dieron su propia mitología y visión cósmica, elaboraron herramientas y adornos, marcaron sellos, imprimieron sus trazos en los usos, forjaron delicadamente las imágenes y objetos de la orfebrería y la cerámica hoy expuesta para nuestro goce y pesquisa interpretativa. Los aventureros que visitaron estas tierras llenaron crónicas y memorias para inscribir el significado que les daban a estas vivencias y hoy nutrir la historiografía. Los cronistas testigos de las fundaciones y el crecimiento inicial de las poblaciones vaciaban allí su sensibilidad y le daban un sentido a la existencia colectiva en sus labores. Hoy los historiadores precisan esos sentidos de vida con elementos más precisos y conocimientos más afianzados en las ciencias sociales.

Heidegger nos permite reflexionar sobre el construir, el morar, el habitar y el pensar sobre esa existencia humana edificada, donde se debe buscar el cuidar de las cosas y el captar su ser, para nombrarlo como hemos reseñado páginas atrás con diferentes categorías, según las visiones y las épocas. (HEIDEGGER, Martín. Construir, habitar, pensar. 1951. www.faqdu.edu.uy>estética-diseno-ii>files 10-01-25)

Así, las chozas, las fondas, las posadas, los caseríos, los tambos se hicieron para guarecerse de la noche, la tempestad, las fieras y el reposo después de la jornada; que eran las condiciones inmediatas de la existencia de nuestros primeros pobladores. Esto no solo se refiere al hecho simplemente de vivir en el lugar construido, sino que, en éste, el humano o mortal como le llama Heidegger, desarrolla su ser. Cuando se refiere a pensar en el habitar, no simplemente son construcciones para satisfacer las necesidades físicas sino también los aspectos psicológicos y sentimentales que se deberán reflejar en su desarrollo personal y por eso se habla de la habitabilidad de los espacios generados para el mismo.

Estos modos de construir, habitar y pensar van dando las pistas para identificar la evolución histórica de las comunidades. Posteriormente vinieron las casonas campesinas y urbanas, los barrios, los apartamentos, los conjuntos cerrados y nuevamente las casas de campo familiares o para los famosos hoteles de la zona cafetera y, los elementos viejos y nuevos de las respectivas tecnologías constructivas, que le fueron dando identidad desde el bahareque al ladrillo y el hierro y nuevamente la guadua. Visiones amplias, visiones cerradas, mero albergue, descanso y solaz, crianza y hospedaje. En fin, son otras las dimensiones humanas que van apareciendo en cada momento del construir, el habitar y el penar; pues no es lo mismo habitar en una casa solariega o un buen edifico, que de la noche a la mañana verse arrojado a existir dentro de una carpa o en un “cambuche” en la época del terremoto o peor, cada día esperar que la ciudad se vacié para “habitar” las calles, los parques y los matorrales.

De esta forma el Habitar contribuye sustancialmente a la constitución de la condición humana, dándole identidad personal y cultural a las fincas, veredas, barrios y así a la ciudad entera, en la medida que se pueden apreciar allí las prioridades y valores, los logros y anhelos o las insuficiencias e injusticias, las marginaciones y las exclusiones que caracterizan a la configuración de nuestra sociedad. Pues para Heidegger, el Habitar es un reflejo de cómo los mortales SOMOS en la tierra, y cuidamos cuatro aspectos fundamentales en nuestro desarrollo: la Cuaternidad, tierra y cielo, divino y mortales: Habitamos en medida que salvamos la tierra, recibimos al cielo como cielo, esperamos a los divinos y conducimos nuestra esencia. No es lo mismo esperar y sentir lo mítico o lo sagrado desde Peñas Blancas que desde una bella y gran casa de campo.  No es lo mismo cuidar la cordillera desde una casita campesina que cuidar las reservas de la ciudad desde un conjunto urbano o campestre. Por eso, “El habitar es el rasgo fundamental del ser. Y el habitar recibe su esencia del construir”: Aprendiendo a Habitar, preguntándonos ¿para qué y cómo nos estamos construyendo? Esas son las preguntas que se respondieron talvez los indígenas y las que sabemos que se formularon nuestros padres, las que nos vemos obligados a responder en forma limitada frente a una deuda bancaria para construir. ¿Tal vez el FOREC y las ONG se preguntaron lo mismo cuando hicieron los barrios populares? No lo sé, pero esta también es una pregunta histórica, nada menos que la del devenir del desarrollo urbano en el Quindío.

5.2. Desde el científico, filósofo y poeta francés Gastón Bachelard y su texto “La poética del espacio” (Breviarios. FCM. México. 1957) deseamos afianzarnos para hablar de cierta fenomenología del territorio quindiano e introducir la descripción de las “imágenes del espacio feliz” dada la querencia de sus ciudadanos por su terruño y la apropiación del paisaje por parte de los visitantes nacionales y extranjeros, que hoy día se extasían observando el Parque de los Nevados, el Valle de Cocora, el Valle de Maravelez, el Valle de Pisamal, realizando balsaje por el río La Vieja  o simplemente mirando los amaneceres y los atardeceres desde cualquier casa, apartamento, hotel o edifico en algún lugar de la ciudad de Armenia o sus municipios. 

Desde esta perspectiva espacial y poética también se pueden distinguir las “imágenes sencillas pero profundas”, asociadas a los “espacios amados” y a los “cuerpos de imágenes”, que van llenando la retina por doquier, quedando en bellas postales, fotografías, selfis e incluso películas filmadas en el Quindío como “Rapunzel, el perro y el brujo”; “Memoria” y “Encanto” y la serie televisiva que tanto nos ha identificado por todo el mundo, titulada “Café con aroma de mujer”.

Continuando con Bachelard se puede asumir una revaloración histórica cuando él escribe sobre “el sentido de la choza” y nosotros podemos apreciar así la construcción elemental de los indígenas y las posadas de los arrieros, hasta llegar a darle un sentido a los “cambuches” de la reconstrucción y a las mejores construcciones que albergan al quindiano y a sus turistas. La relación entre “la casa y el universo” permite catalogarla a ella misma como el pequeño universo o el universo privado de la familia; pero también la apreciación del sol, la luna, las estrellas, la oscuridad y la profundidad de la noche y los misterios del universo, observando desde las terrazas, los pisos o los ascensores. Penetrando los espacios se puede auscultar en los objetos tradicionales y modernos que las generaciones van valorando y guardando en “los cajones, los cofres y los armarios”; identificando allí la trazabilidad de gustos, costumbres y períodos históricos, hasta el punto que muchos de esos elementos ya son de museo. “Los rincones y las miniaturas” también hacen parte de la llamada historia de la vida privada y de la vida cotidiana, que ha reivindicado la llamada nueva historia social; por lo tanto es preciso observar en detalle estas cosas y sitios de nuestras casas de abuelos hasta las configuraciones actuales, para darles el valor que se merece a los fogones, las chimeneas, la pieza del rebujo, la silla perezosa, los taburetes, el rincón de los perros y los gatos y una serie de objetos aparentemente insignificantes que van constituyendo nuestro arte kitsch y el minimalismo contemporáneo, que se ha producido en nuestras casas y va llenado paredes y salas. Esto es lo que Bachelard nombra como “la dialéctica de lo de dentro y de lo de fuera”, en la medida que el hombre dialoga con sus espacios y sus elementos más queridos y así va nutriendo la historia de símbolos y significantes que le dan sentido a su existencia. Nosotros no escapamos de ninguna manera de esta fenomenología existencial y poética.

6o. Los migrantes hacen historia y construyen cultura

“Las migraciones que el historiador, guiado por las azarosas reliquias de la cerámica y el bronce, trata de fijar en el mapa y que no comprendieron los pueblos que las ejecutaron. / Las divinidades del alba que no han dado ni un ídolo ni un símbolo” (“La trama” Borges)

La región del Quindío y el departamento que hoy conocemos es el producto de múltiples migraciones; primero de varios pueblos indígenas, muchos de ellos desconocidos para nosotros, pero que indudablemente hicieron historia y construyeron cultura, de lo que apenas hemos logrado datar por excavaciones arqueológicas y la labor de los guaqueros. A su manera los españoles también fueron migrantes que dejaron su huella en estas tierras y en estas sociedades, nada menos y nada más que otorgándonos la lengua en la que hoy nos expresamos con toda su carga cultural y la historia de milenios. Casi todo el siglo XIX es escenario de variadas inmigraciones regionales que ya poblaban otras tierras de la nación, contribuyendo con el perfil más conocido de la actual sociedad y su cultura. Aquí es importante reconocer también el papel de la inmigración extranjera en la construcción de las modernas sociedades quindianas, muy bien investigado el asunto por el abogado Cesar Hincapié Silva (Inmigrantes extranjeros en el desarrollo del Quindío. Quindigráficas. Armenia. 1996). Estos fenómenos han continuado durante todo el siglo XX, destacándose la población afro del Chocó y Buenaventura, que llegó primero en la construcción del ferrocarril y mucho después a estudiar a la Universidad del Quindío, dándole otro tinte, otro aire y otra música al quindiano; pero es finalizando este e iniciando el XXI, cuando se configuran dos emigraciones bastante significativas: una la relacionada con el fenómeno del terremoto, por medio de la cual llegaron muchas personas de diversos departamentos, principalmente del Valle del Cauca, del Cauca y del Chocó dada la oferta de vivienda en este territorio por las obras del FOREC, produciendo extrañamiento entre los habitantes ya tradicionales y generando posteriormente corredores de pobreza, demanda de servicios sociales, empleo  y alguna inseguridad. La otra inmigración ha sido la de las personas venidas del hermano país de Venezuela a raíz de los estragos económicos y políticos de la dictadura de Chávez y Maduro.

Pero fenómenos contrarios se han presentado así:  durante la década del 70 del siglo XX eran muchos los quindianos que se iban para Venezuela a trabajar en la construcción, la agricultura y el comercio, generando divisas para el departamento. Para los Estados Unidos de América siempre ha habido viajeros de estas tierras, posteriormente el destino ha sido principalmente para España y en segundo lugar para Chile, Israel, Ecuador y Australia. De todos estos lugares llegan remesas que solventan nuestra economía; pero también se han producido fenómenos de desorganización familiar y desprotección bastante evidentes, asociados a cierto modo de vida que ha ido en detrimento de la cultura del trabajo y del estudio en la población más joven; pero también, en todos los casos, aumentando la hibridación cultural más light y consumista, tratando de imitar pobremente los modelos extranjeros. En este terreno también es de señalar lo conocido como la “época de las mulas del narcotráfico”, cuando por falta de oportunidades y deseos más o menos facilistas, esto recayó en jóvenes y principalmente mujeres. 

En este cuadro de las inmigraciones también es necesario incluir los arrieros, estancieros, agricultores de papa, colonos pobres, pequeños propietarios, cosecheros, muchos trabajadores, aparceros, recolectores de café; desplazados de Antioquia, de las guerras del siglo XIX, la violencia del XX y los desplazamientos que tienen efecto hasta ahora. Todo, además de aventureros de toda índole que se ven atraídos por el paisaje, las ricas tierras, el buen trato, las condiciones equidistantes del departamento frente a los otros puntos de la nación. Así mismo es destino privilegiado de pensionados y de narcotraficantes que desean disfrutar de cierta paz y poca relevancia. Todo esto es historia y cultura que llega, se hibrida y modifica la nuestra, tanto en la economía como en los estilos de vida.

7o. Personajes identitarios de leyenda

Por encima de la discusión si fue una persona como tal, es decir, un dirigente indígena de la tribu Pijao o un cargo de mando o nombre de autoridad, el caso de El Cacique Carlaka o Calarcá, es la leyenda más antigua y de mayor renombre que aún queda en la memoria histórica en el departamento del Quindío; tanto que ha dado origen al nombre del municipio ubicado frente a Peñas Blancas y a una emisión de monedas de 10 centavos en 1966, que aún está en manos de coleccionistas. Es en estos términos que este texto lo reivindica y en lo cual se articulan mito, leyenda e historia para quedar así inscrito en la mentalidad contemporánea y por esta vía constituyéndose en elemento identitario de los quindianos. Porque el caso del cacique Tcurrumbí no ha trascendido lo suficiente en la memoria colectiva, a pesar de que Don Juan de Castellanos lo describió y en la plaza principal del municipio de Montenegro se haya erigido una estatua en su memoria acompañada de una inscripción del cronista, que el desprecio ha hecho caer en el olvido hasta el punto de no existir en la actualidad.

El otro caso bien representativo es el de Don José María Ocampo “El Tigrero”, que más allá del trasegar de sus verdaderas cenizas, es reconocido como el gran fundador de nuestra capital en compañía de un grupo significativo de hombres y mujeres que se aventuraron por estas selvas, engrosando leyendas y haciendo historia como tal; de lo cual existe testimonio en el Parque Los Fundadores de la capital y nombre de un colegio nacional, entre otras menciones.

La denominación histórica y social de “caciques” ha devenido en un calificativo muy especial para nombrar los primeros jefes de la política bipartidista en el departamento. Este es el caso de Ancizar López López pieza clave en la creación del departamento del Quindío, siendo su primer gobernador y brutalmente secuestrado, extorsionado y asesinado por los guerrilleros del ELN, Rogelio González Ceballos, Samuel Antonio Grisales Grisales aún vivo, Juan Zuluaga Herrera y Silvio Ceballos; considerados “Los Caciques Modernos” ya que detentaron el poder político y administrativo, fueron grandes propietarios de tierras, personajes de la caficultura y líderes de su partido, con correligionarios profesionales o del pueblo raso que seguían fielmente sus órdenes; es decir, representaban colectividades enteras defendiendo banderas, burocracia  e intereses. A esta categoría se suma la de Emilio Valencia conocido como Emilio Carriel o el Taita, quién aún después de muerto, sigue con su impronta en la política departamental, signada por la más flagrante corrupción. Estos caciques marcaron la política quindiana toda la segunda mitad del siglo XX y parte del XXI con sus herederos políticos.

Diferente a la denominación masculina para esos personajes, es necesario reconocer el término de “Matronas de la política”, para calificar a las dirigentes Lucelly García de Montoya en el liberalismo y Lucella Osman de Ospina en el conservatismo; ambas de autoridad reconocida en sus colectividades y con representación regional, nacional e internacional, que tal vez ninguna otra persona ha adquirido en la política departamental. Esas ya son leyendas de la política tradicional por su personalidad y su legado.

8o. La contrapolítica y la contracultura

Continuando con la aplicación de las categorías de tradición, diferencia, acontecimiento, giro conceptual y micropoderes es preciso señalar someramente lo siguiente: El devenir político del departamento del Quindío tampoco ha obedecido siempre al protagonismo de los tradicionales partidos liberal y conservador, según la matriz bogotana, caucana, antioqueña y principalmente caldense, que cobijo su accionar hasta la creación del departamento y con algunas constantes hasta finales del Siglo XX.  Esta tradición ha estado marcada por fracturas importantes, con aparición de diferencias ideológicas sustanciales, signada por acontecimientos detonantes en la historia regional y giros políticos y sociales que hoy muestran perfiles muy diferentes a los vistos durante las décadas anteriores.

El Partido Conservador también vivió en el Quindío la deriva realizada por las toldas del dirigente caldense Gilberto Álzate Avendaño (1910-1960), mucho más ortodoxa, hispanista y franquista que cosechó algunos herederos en sus propias banderas y algunos admiradores entre los liberales que veían y leían con buenos ojos sus ademanes, oratoria y frases ingeniosas y contundentes. Este es precisamente el origen de las corrientes de Juan Zuluaga Herrera y Silvio Ceballos Restrepo.

Por otro lado, el Partido Liberal oficialista estuvo siempre golpeado por el surgimiento del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL); pues su líder Alfonso López Michelsen (1913-2007) tuvo grandes seguidores, que tempranamente “se montaron en el tren de la revolución”, encabezados por Horacio Ramírez Castrillón (cfr. 10-11-24 https://www.cronicadelquindio consultado1-13-25) y en franca oposición al cacique fundador Ancizar López López (1926-2005 https://es.wikipedia.org consultado 1-13-25). Esto, en parte nutriría posteriormente el grupo escisioncita de Luis Carlos Galán Sarmiento y más adelante daría origen al Movimiento Liberal Independiente (MIL) prácticamente de propiedad del cacique conocido como Don Emilio Valencia o Emilio Carriel y su hija Luz Piedad Valencia protagonista de la más grande corrupción en la administración pública. (https://www.las2orillas.co consultado en 1-13-25)

En los anteriores bandos existió ruptura organizativa pero no hubo realmente un giro conceptual en el doctrinario político; posteriormente todos siendo cooptados por la burocracia tradicional, dadas las prácticas politiqueras, clientelistas y corruptas que, si han primado en la historia nacional, regional y local.

La Alianza Nacional Popular (ANAPO) no escapó a ese sino histórico, aunque surgió, eso sí, con mucho arraigo popular y signos de verdadera rebeldía frente al establecimiento, tanto que de allí nacería el Movimiento 19 de abril (M-19), bien caracterizado como guerrilla urbana, rural y terrorista que terminó negociando la paz y hoy asumiendo el poder con las mismas prácticas y alianzas oscuras que han distinguido la política tradicional en Colombia.

El Partido Comunista Línea Moscú (PC) se mantiene en el Quindío con su narrativa revolucionaria concentrada en una minoría, mientras el Partido Comunista Marxista Leninista Línea Pekín (PCMLM), tuvo una presencia fugaz quedando diluido en otras agrupaciones. El Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR), prosigue ya no como agente revolucionario, sino como franco opositor al gobierno de Gustavo Petro.  Todos los otros grupos minoritarios que hoy se enfilan en el Pacto Histórico han continuado con su carácter de gueto y capilla, lo que les ha impedido ser realmente una fuerza alternativa en el departamento; sin consolidar sus microrrelatos políticos y micropoderes organizativos. En todos los anteriores se puede decir que hay discurso contestatario, pero no vocación de poder, menguada por sus intereses personalistas que no los han hecho trascender.

Un puesto histórico importante merece los sindicatos obreros, agrícolas, bancarios y principalmente del magisterio de primaria, secundaria y universitario que aún persisten con fuerza, organización y liderazgo comprobado y comprometido con sus justas luchas gremiales. No se puede decir, sin embargo, que estas afiliaciones son iguales a la identidad política de izquierda de muchos de sus dirigentes; pues a la hora de sufragar o buscar puesto, los giros y las decisiones son de otro corte, más adheridos al establecimiento.  En esta línea pueden considerarse los Movimientos Estudiantiles con fuerte protagonismo e ideario en las décadas de los 70 y 80 del siglo XX y con resurgimientos esporádicos, principalmente en la segunda década del siglo XXI, poco perfilados organizativamente y con discursos poco elaborados y de aglutinamiento pasajero igual que sus líderes. Son olas espontáneas y muy contestatarias sin asidero real en sus comunidades y dentro de las instituciones que critican. (CIFUENTES, Francisco. Contribución a la Historia del Movimiento Estudiantil. AHQ. 2024)

En esta microhistoria que aquí se está reseñando y analizando, no puede faltar la presencia sanguinaria de lo que se conoció como bandoleros, pájaros y chulavitas (CLAVER Téllez, Pedro. Crónicas de la vida bandolera. https://www.cervantesvirtual.co consultado 13-1-25), que azotaron brutalmente el campo y la ciudad, menguaron su economía y asesinaron liberales y conservadores de lado y lado.  Son los casos más conocidos Efraín González, Chispa y Sangre Negra, entre muchos otros. Lastimosamente son el producto de algunas causas agrarias y políticas, pero afincadas en la ortodoxia más brutal con manifestaciones de las prácticas más atávicas del ser humano; pero, así y todo, nacieron de un caldo de cultivo social caracterizado por el analfabetismo, el destierro, el desplazamiento, el anonimato y la exclusión. Es decir, son la grave ruptura, la diferencia total, la ausencia de discurso y la performatividad de la barbarie; donde pudo más la pulsión tanática y la necrofilia, que la expresión política moderna. (Elegía a Desquite por Gonzalo Arango. https://www.iconoeditorial.com consultado 13-1-25)

Existe una estética como resultado de ese pasado atroz y son las danzas conocidas como Los Macheteros del Quindío, donde se reivindica, por la vía del arte, lo que se conoció como las Escuelas de Esgrima en el Quindío y las famosas 33 paradas. Puede ser contradictorio o a lo mejor paradójico; pero con los años de distancia marcados desde los cincuenta y sesenta hasta la actualidad, ya estos son relatos, leyendas e imaginarios sociales que denotan unas historias diferentes a las huellas más tradicionalistas y connotadas que han aglutinado la sociedad quindiana; pero que definitivamente hicieron parte de la vida social y política de un período histórico tan importante como el conocido con la penosa categoría de Violencia Bipartidista.

Indiscutiblemente la figura del quindiano Pedro Antonio Marín, Manuel Marulanda Vélez o Tirofijo (ALAPE, Arturo. Las Muertes de Tirofijo. Planeta. Bogotá. 1998), hace parte de la historia regional, nacional y mundial, como el guerrillero que abandero un ejército que desafió al sistema por más de medio siglo. Este es un producto quindiano de la lucha bipartidista y agraria, aunque también haya participado del bandolerismo, el terrorismo y el narcotráfico, con graves secuelas para la unidad nacional y la paz, hoy sin conquistar, aún por encima de lo logrado en el Acuerdo de Paz entre las Fuerzas Armadas de Colombia Ejército del Pueblo (FACR-EP) en 2016.

Otro caso que no puede quedar por fuera de la historia quindiana y nacional, es el de Carlos Ledher Rivas (1949), narcotraficante confeso (Cfr. Documental de Yuo Tube “Vida y Muerte del Cartel de Medellín” 2024 y JARAMILLO, Samuel. Dime si en la cordillera sopla el viento. Alfaguara. Bogotá. 2013); bien metido en la política antimperialista y anti establecimiento, cuyo Movimiento Latino Nacional llegó a tener concejales en todos los municipios del Quindío, dos diputados en la Asamblea Departamental y que marcó toda una generación, señalando otra huella distinta en el discurrir histórico como figura mafiosa, rumbera, drogadicta, generadora de riquezas ilegales, productora y captadora de mulas y sicarios; que incluso se distinguió por permear la alta sociedad de Armenia, con graves consecuencias para sus familias y estilos de vida tradicionales, llenándolas de muerte, cárcel, extradiciones, abandono del ascenso vía trabajo y  profesionalización y surgimiento de otro panorama que ya se ve como normal en el Quindío. Aquí hubo una mescolanza en el discurso político con elementos anti gringos, proclives al nazista, muy populista, pro legalización de la droga, normalizador del machismo moderno y generador de la figura light de la mujer, que aún se campea por estas calendas.

Como uno de los peores derivados de esas prácticas y estilos de vida surgió entre la pobreza de los barrios populares de Armenia y de un ala del conservatismo, el abogado, político, narcotraficante y asesino Carlos Alberto Oviedo Alfaro, quien ha dejado una herencia marcada por la política adherida al narcotráfico, la corrupción y el sicariato mostrando evidentemente la otra cara de la llamada sociedad tradicional del departamento. Aquí no ha habido discurso político, simplemente articulación de prácticas tradicionales con estilos y liderazgos renovados, que están atentando gravemente contra el erario público, la paz ciudadana y la salud individual y colectiva del Quindío, en todos sus estratos.

Así nos duela a todos, las sociedades desde la antigüedad tienen sus ritos de sangre, violación, sodomía y muerte; estela luciferina que ha encarnado el genovés Luis Alfredo Garavito Cubillos, el Monstruo o la Bestia (1957-2023) que sembró de sangre nuestro territorio, la nación y otros países. Terminó siendo objeto de la psiquiatría, más allá de la ley y el encarcelamiento, como la otra veta horrible de la humanidad que no se nos escapa a nosotros. Todos tenemos algo de bestia, con manifestaciones soterradas o explícitas, cuando prima la tentación tanática, el llamado de la carne y la oscuridad, ensañándose en la inocencia y la infancia desprotegida.  Esta también es nuestra historia como seres humanos ya contemporáneos, lo que no ha podido curar ni la religión, ni la medicina, ni la ley y que se le escapa a toda moral individual o colectiva.

Entre las expresiones del contrapoder y la contracultura es menester resaltar la figura del tebaidense Rodrigo Londoño Echeverry (ROJAS, Jorge. El último guerrillero. Grupo Z. Bogotá. 2013) más conocido como Timochenko, máximo heredero de Tirofijo y quien asumió las negociaciones de paz, hasta conseguir un acuerdo y hoy seguir sosteniendo los grupos y las condiciones que le han tocado para esta reincorporación, ante la Justicia Especial para la Paz (JEP), el Estado, la sociedad colombiana y el mundo. Por encima del contexto donde primó el terrorismo, el narcotráfico y todo tipo de prácticas non santas de la guerra, Rodrigo Londoño es una figura política que persiste en construir un clima de paz en Colombia, más allá de los disidentes y de la enredada Paz Total de Petro.

6o. Símbolos e imaginarios sociales que perduran

“Lugar de muchos caminos que van derechito al alma”

(“Bambuco a La Tebaida”.  Alfonso Osorio Carvajal)

Más allá o más acá de El carguero del Quindío, El hacha y el árbol, La palma de cera, las cayubras y el barranquero, todos ellos bellamente dibujados por Henrry Villada y otros muralistas y creadores del barranquismo, existen todavía unos relatos oficiales e identitarios, que con discusión y todo, hacen parte de los imaginarios de la sociedad quindiana, ya inscritos en la historia cultural de esta parte de la humanidad. Es el caso insigne de “El Himno del Quindío” cuya letra es del poeta antioqueño Jorge Robledo Ortiz más conocido como “El Poeta de la Raza” y la música del maestro santandereano Luis Uribe Bueno. A propósito, es bueno advertir de entrada que ninguno de sus creadores es exactamente del Quindío o del Gran Caldas, sino que en ello se evidencia la contribución cultural de otras regiones del país que también llegaron por estos lados. De su letra vamos a destacar los siguientes elementos que denotan un relato oficial, pero que, dadas todas las consideraciones anteriores en este texto, pueden ser debatidos, con el fin de superar el imaginario inicial y así poder agregar otras características a nuestra cultura actual: tierra de pioneros, arrieros, casta del abuelo, viejas trochas de Caldas, orquídea por blasón, Antioquia viajó descalza, y el milagro floreció, guaduales, tiples, cafetos y fe patriarcal. Además, es muy importante rescatar dos frases: sembró su corazón y vieron crecer su ilusión; porque una patria no es solo sus límites y características geográficas, políticas y sociales, sino, que fundamentalmente se lleva en el corazón. El tema de la ilusión como leiv motiv para fundar una patria y como sentimiento de proyección permanente es clave a la hora de mantener y entender esa raigambre mental que identifica las sociedades.

Dentro del llamado bambuco quindiano existe una pieza maravillosa conocida como “Hágame un tiple maestro” cuya letra es del maestro caldense radicado en el Quindío Bernardo Gutiérrez H. y con música del maestro quindiano Evelio Moncada Salazar y, que se considera el segundo himno del departamento, pero más conocido y cantado que el oficial. De todas maneras, tiene el mismo relato histórico y engendra la misma leyenda e igual ideario inicial que afianza la mentalidad quindiana. Sus elementos relevantes son: el tiple, bambucos, el papel del recuerdo, muchacha, mozuelo, hombre completo, carriel, peinilla y tiempos idos. La música y dentro de ella el tiple ha sido fundamental en nuestra educación sentimental, lo que está en ambas piezas registradas. Aquí se habla del papel del recuerdo dándonos a entender una vez más que la historia es loque se recuerda o lo que se narra y canta; para volver a nombrar la triada de Ricoeur sobre la narración, la memoria y la historia. Existe aquí evidentemente los signos de una cultura bastante patriarcal y machista; que es en la que surgió esta sociedad con las normas de su tiempo. Al decir tiempos idos, se acude a nombrar el pasado desde el presente, acuñando así el historicismo y el presentismo que nos ha marcado en la concepción tradicional de la historia que hemos escrito y cantado. Esto no es bueno ni malo, son las huellas de una mentalidad y de una temporalidad que hemos compartido; más allá de la deconstrucción que se ha realizado en este texto.

El lema del Departamento del Quindío reza así: “Quindío joven, rico y poderoso”, para señalar que en ese momento (1966) éramos una sociedad bastante nueva (y lo sigue siendo frente a la cronología del país y el mundo), que contábamos con una economía cafetera en auge y que todavía nos distinguía la fuerza de los colonizadores y fundadores. Mucho de esto aún pervive; pero es preciso señalar con justicia grados importantes de decadencia social y económica; aunque se ve una variada fuente de ingresos diferentes a la caficultura tradicional como el turismo, los servicios, agroindustria y la industria. Pero sigue siendo un lema oficial y reconocido por las mayorías.

Otro relato que marco el imaginario quindiano, parte del calificativo que el poeta caucano Guillermo Valencia le diera a la ciudad de Armenia como “Ciudad milagro” en 1927 cuando visito la ciudad para la inauguración del ferrocarril. Se ha continuado con esta denominación para denotar el rápido desarrollo económico y urbanístico que hoy día se aprecia mucho más. Los sucesos posteriores al terremoto del 25 de enero de 1999 conocidos como La Reconstrucción, también son evidencia de este calificativo. Pero no podemos olvidar que, por encima de este relato e imaginario, existen muchos problemas de pobreza, desempleo y exclusión en algunas zonas urbanas y rurales y en algunos sectores de la sociedad; lo que nos muestra retos históricos por alcanzar si deseamos seguir siendo ricos, poderosos y todo un milagro de sociedad.

Coda final: culturas e identidades emergentes

Existen retos investigativos e interpretativos que aquí aún no se asumen y están relacionados con las nuevas identidades y las nuevas ciudadanías; particularmente con relación a las Nuevas Culturas Juveniles o lo que antes se denominaban Nuevas Tribus Urbanas; que se manifiestan en los pequeños conglomerados participantes en ciertas fechas específicas de orden mundial o nacional, tales como el Movimiento LGTBIQ+, el Movimiento Animalista, los Movimientos Ambientalistas, el Movimiento Cannábico, los grupos Afrodescendientes, las nuevas organizaciones indígenas con sus respectivos resguardos y un sin número de artistas y colectivos artísticos y culturales. Todos ellos tienen sus propias banderas, idearios, relatos de existencia y cohesión, celebraciones específicas, ritos y estilos de comportamiento; constituyendo así verdaderas comunidades culturales e identitarias. Su afloramiento viene de tiempo atrás, pero ha sido muy evidente su participación en las jornadas de protesta de la última década, con presencia especial en el medio universitario, sobre todo en la Universidad del Quindío.

Por lo tanto, estos grupos ya hacen parte de otras tradiciones y otras expresiones culturales que también engrosan el caudal histórico y los variopintos elementos que le dan significados emergentes a la sociedad quindiana; muy vinculados a expresiones propias del globalismo e incluso de lo que se ha dado en llamar las culturas Work

8o. Conclusiones

–           Este trabajo está concebido como una especie de “arqueología del saber histórico” (Foucault), que nos ha permitido realizar una serie de indagaciones culturales que nos han llevado a ir interpretando el devenir de la historia del departamento del Quindío, con nuevos elementos de análisis, pero dejando abiertas las posibilidades de construir nuevos horizontes hermenéuticos sobre unas realidades ancladas en diversas tradiciones y varias etapas.

–           Se ha acudido a muchas palabras y categorías (Foucault) para tratar de entender los procesos históricos, las nominaciones de los mismos y algunas cosas que van adquiriendo cierto significado identitario, con sus giros y cortes, pero que así van nombrando la historia específica del Quindío.

–           Las culturas y las identidades que expresan el ser del Quindío, se conciben como un nos-otros, no un sí mismo, con alteridades y otredades que han ido apareciendo y manifestándose en diversas épocas, generaciones y tradiciones. Es decir, somos muchas tradiciones y un variado componente de mentalidades, idearios, leyendas y relatos históricos que han ido confluyendo en lo que somos ahora y estamos expuestos a trans figurar.

–           Siempre estamos en una construcción natural y cultural, hasta el punto que la cordillera y sus valles no son lo mismo, pues ha sido alterada con el paso de los milenios y de los años que propiamente distingue nuestro accionar humano. Este paisaje atrae demasiado, es de mutuas querencias y amerita un cuidado especial, apropiándonos del “Laudato sí” del Papa Francisco I, de acuerdo a nuestras condiciones económicas y sociales.

–           Aquí se ha querido ir más allá de la geografía física y económica, de los relatos políticos tradicionales, de la mera alabanza del paisaje y la ciudad, del sentimiento bucólico y el conservadurismo, incluyendo otras miradas y sentimientos que también hacen parte de nuestro devenir y configuran la historia de los quindianos.

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*Lic. Ciencias Sociales A.M. Historia Universidad del Quindío, Esp. Cultura, Educación y pedagogía Universidad Javeriana, Esp. Gerencia Cultural Universidad del Rosario, Mag. Filosofía Latinoamericana Universidad Santo Tomás y Mag. Planeación Socioeconómica Universidad Santo Tomás. Miembro de la Academia de Historia del Quindío. Trabaja en la Universidad del Quindío

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