Edición 101

RÉPLICA A UNA MENCIÓN

By 13 de septiembre de 2025No Comments

Arrierías 101

Hernando Acosta Murcia – Ex docente en Prado, Tolima, 1969.

Mirando la epopeya en todas sus manifestaciones, una vez conocí a un soldadito mientras me desempeñaba como docente en un municipio del Tolima llamado Prado y siendo apenas normalista me tocó dirigir un curso de grado primero de primaria con 105 niños de edades entre los 8 años y los 17 y por eso ese soldadito que se creía ya General troyano con su siseo al hablar que se ufanaba de pronunciar «oís» para pretenciosamente, decir que era valluno.   

Y si en el tiempo que duramos compartiendo en Prado, me acompañaba a fiestas y a jugar billar y todos esos juegos que me endilga y sobre todo teníamos una personita con quién compartíamos arrunchamientos momentáneos llamada «La cien pesos» Que bonito haber compartido con ese paisita dicharachero y habla, lo que sabemos.        

 Íbamos a llevar la ropa donde la lavandera y planchábamos los trapitos.  Éramos asiduos visitantes de la mejor fuente de soda que había en ese nuestro querido pueblo, querido porque nos acogió con cariño y todos sus habitantes se manifestaban con una amabilidad única, muy singular. Recordaba la fuente de soda porque el dueño era don Arturito, así le gustaba que le dijeran Uds. se imaginan por qué.   

Tomábamos traguito los fines de semana y esa anécdota que mi gran amigo cuenta sobre Olimpo Cárdenas, fue muy cierta hasta el punto que para lograr que ese gran cantante participará de tres presentaciones nos tocó conseguirle marihuana, yo con apoyo del juez de la época la conseguí y ese soldado, que no era de plomo, le consiguió con los alumnos las famosas sábanas para armar el pucho y duramos hasta medio día recorriendo a Prado.  

 Tuvimos la dicha de conocer, quizá, al mayor fumado de cigarrillo Piel Roja, sin filtro, de eso no se conocía en esa época.  Tuvimos muchos amores por aquello de la juventud y por qué no decirlo, por esa belleza, que como un aura sublime irradiábamos este par de maestros. Éramos, valga decirlo y no es por chicanería éramos dos pichoncitos muy perseguidos.

 Este amigo de mi alma, el que compartió tristezas y alegrías y el arrunche con «La cien pesos» es mi soldadito JAIRO SÁNCHEZ copartícipe de la dirección de la gran publicación ARRIERÍAS, que además me honra con aquello de atribuirme el título de gran maestro, desde el fondo de mi alma digo a Jairo… Mil gracias… Gran amigo.    Soy docente pensionado con recuerdos en todos los niveles educativos.      

A Arrierías un cariño muy especial de Hernando Acosta Murcia, según Jairo Sánchez, tahúr, pernicioso, billarista, poeta y no sé cuántos otros epítetos me asignarán en las tertulias que comparte con todos sus amigos vallunos, Dios con Uds.

No quise hablar de la arrechera que me curo don Arturito cuando me quedo el pene parado y él me dijo que tenía como agacharlo, ¿recuerdas? Hacer remembranza de todos los hechos sería escribir una página de horror graciosa. Cuando declamé en el cementerio que hasta el cura lloró. 

Recordar a Pepe. Y a su hermana la chusca, traer a colación al director Gonzales con el cuento de «lagua» y las «guaudas» es de verdad muy placentero y no es tampoco malo recordar a Magín, mi amigo, que, cuando fue cuando el rector del colegio se robó el dinero de las presentaciones de Olimpo ni menos jocoso cuando me dijo que le prestará un vestido y unas corbatas y también se las robó. Hay vientos de anécdotas que están en el arcano de nuestros corazones y que ahí se quedarán, solo para los dos.

Como me encanta traer a mi memoria lo que, en mi pueblo, Icononzo Tolima se llamaba el concurso de los arrieros quienes competían por gastar el menos tiempo posible en cargar las mulas que arriban hasta Melgar con su carga de café, plátano, yuca o naranja. Eran llamados Arrieros y hoy me encuentro, con la licencia de mi amigo Jairo Sánchez, con los textos de una revista muy bien editada y fuertemente dirigida por ilustres escritores y pensadores que conllevan muy dentro de su corazón el cariño por nuestros campesinos.               

 Me halaga saber que una revista de esa envergadura, con tan pocos años de edad, sea prototipo de lecturas amenas y signadas por la naturaleza divina para ser leída por toda persona que quiera hacerlo y al lograrlo queda extasiada con la levedad de su profundo contenido.    Jairito mi soldadito de oro, cuan alegre me siento al saber que conformas parte de la dirección de esa ya no revista, sino el Quijote literario para el campo.  Un abrazo sincero y emotivo para todos quienes con su pluma han puesto no un granito sino un tesoro inconmensurable para los que somos amante de la lectura bien dirigida.

Felicitaciones

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