Arrierías 98

Mario Ramírez Monard

Con pena, tristeza, desilusión y molestia he tenido que, a última hora, cambiar el escrito especial que sobre pioneros de la colonización antioqueña en la hoya del Quindío tenía preparado para esta edición del mes de junio como antesala a la edición especial en los 115 años de fundación de Caicedonia. El cambio obedece a una alerta propiciada por una controversia entre un sector de la cultura y la alcaldía municipal.

HECHOS

 Uno de los objetivos fundamentales de Arrierías, medio periodístico con trabajo continuo desde hace 5 años al servicio de la comunidad, independiente de cualquier tendencia política y/o religiosa, es y será el impulso al desarrollo social, turístico, cultural y productivo de Caicedonia, municipio con grandes valores humanos y cuyos raizales pregonan el amor por esta tierra y la defensa de la comunidad.

Lamentablemente, como ocurre en la mayor parte del territorio colombiano, el apoyo a la actividad cultural y/o deportiva de los jóvenes o de la sociedad en general no está entre las prioridades de quienes gobiernan, a pesar de promesas típicas en épocas electorales. Uno de los casos más lamentables fue la pérdida de un gran encuentro de escritores que le dio mucho realce académico y cultural a Caicedonia, pueblo que salió de una bárbara época de violencia partidista, y ese proyecto contribuyó que se cambiara el concepto que ese mal hizo en nuestra comunidad. 

En el mes de mayo pasado se conoció de un posible atropello contra otro gran proyecto cultural, la Escuela del Cine para las Bellas Artes de Caicedonia bajo la dirección de uno de los más reconocidos y respetados cineastas de Colombia, el maestro Pakiko Ordóñez, santandereano radicado hace décadas en Cali quien conoció a Caicedonia por una actividad cultural y quiso venir a trabajar por la cultura en compañía de su señora Yully Ruiz, caicedonita y lideresa cultural.

Con mucho esfuerzo iniciaron su labor en casa de sector popular y allí daban clases, conferencias y formaban niños, al tiempo que iban adquiriendo elementos de valía para un futuro museo. La estrechez y otras dificultades locativas los llevó a pedir ayuda ante la administración municipal y lograron un permiso para funcionar en una escuela que estaba, prácticamente, abandonada en el sector de Zúñiga, en las afueras del pueblo.  

Iniciaron la transformación y adecuación del sitio para continuar su trabajo académico, desocuparon su vivienda inicial y se pasaron a vivir al nuevo sitio. Allí empiezan sus problemas y dieron a conocer un presunto desalojo por parte de la alcaldía donde, argumentaban los afectados, la arrogancia y el maltrato de un funcionario, les había conculcado sus derechos fundamentales a un debido proceso sin que fuesen escuchados.

Inician, entonces, una campaña informativa donde referían los presuntos abusos y el silencio total por parte de la administración municipal. Enterada la alcaldía, citó a una reunión el martes 3 de junio a las 9 am, reunión a la cual asistieron la alcaldesa, secretario de educación, algunos funcionarios de la administración, y dos reconocidos gestores culturales, uno de ellos directiva de Arrierías. 

Ante la pregunta del porqué no estaban los directivos de la Escuela de cine, la respuesta es que hubo negativa y excusas infundadas de su no asistencia por otras ocupaciones y porque, según mostraron respuesta escrita, “la reunión debería hacerse en la Escuela de Zúñiga y no en la Alcaldía”.

En síntesis, no pudimos escuchar la contraparte afectada que, entre otras causas, además de un posible desalojo, había varios derechos de petición fechados desde julio del año pasado en los cuales la comunidad aledaña a la escuela refería las circunstancias de malestar y enfrentamientos con el centro cultural.

Se concluyó que la administración municipal apoyaba el proyecto de la Escuela y su funcionamiento en las instalaciones internas de ese espacio y construcción oficial, pero no se podía aceptar la vivienda por circunstancias de tipo legal debidamente justificadas ante los directivos del proyecto cultural.

Quedó muy claro que hay problemas de convivencia entre las partes, razón por la cual la alcaldía pidió el favor al profesor Guillermo Escobar, gran dirigente cultural, hombre sosegado, analítico, respetuoso y respetable para que fungiera como mediador en el problema. Hay que apoyar la Escuela de Cine para Bellas Artes de Caicedonia, pero es importante, también, que haya una capacidad de diálogo y conciliación para que cedan en sus pretensiones de tomar como vivienda el espacio público en el que desarrollan tan importante actividad cultural.

POST SCRIPTUM:

“El respeto no solo se exige, debe darse, también, por la contraparte”.

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