
Para: Arrierías
Hoy con nostalgia, recuerdo una niñez vivida en los grandes caserones
de mi amado pueblo,
caserones que los abuelos, como expertos ingenieros,
de bahareque construyeron en sus largos y enchambrados corredores.
A la luz de las caperuzas las familias se congregaban
a contar leyendas o el santo rosario encorar,
amplios y entablados dormitorios en cuyos encielados
su vena artística desplegaba en figuras geométricas
finamente trazadas, admiración del que a sus hogares llegaba.
Ventanas con postigos, y por ellos
tímidamente la pureza al exterior atisbaba;
aleros hermosamente decorados,
refugio del transeúnte de los quemantes rayos del sol
o de las persistentes lloviznas.
Ahora, los pocos que quedan,
sus frentes maquillan remedo del modernismo innovador
que opacarles sus bellezas quiere.