Arrierías 97
Luis Carlos Vélez
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Los caprichos del príncipe heredero eran órdenes el palacio.
Su vida cambió la tarde en que cabalgó por la campiña, vio los naranjales bordear el camino y quiso tomar las más jugosas. Preguntó por el dueño de la huerta y sus hermanos y vasallos respondieron:
Son suyas, Majestad. Todo cuanto divisa en el horizonte le pertenece.
Llévenme a una huerta ajena. Quiero experimentar una emoción extraña, dijo al séquito que cruzó miradas disimuladas de odio y envidia silenciosa.
Ignorante del complot que se fraguaba en palacio, decreto que el alcaide hiciera acopio de provisiones para la próxima cabalgata, que sería la última.
Ordenó que la vanguardia partiera con dos semanas de anticipación a explorar y vigilar los caminos por donde, después de días de salvas y festejos de despedida, el príncipe marcharía con sus acompañantes y amigos de confianza…
La expedición se prolongó por varios meses hasta llegar a la huerta escogida por la vanguardia: un rancho abandonado protegido por la sombra de un naranjo.
Este es el único lugar, en leguas a la redonda, que no es suya su Majestad. Pero espere acá, mientras aviso su llegada, dijo el jefe de la vanguardia y la conjura, quien de inmediato se apeó y saltó el vallado que marcaba el límite entre el rancho y el camino.
Pasados unos minutos, gritó desde el interior:
¡Dicen que ya puede saltar y tomar las naranjas que desee, Majestad!
De repente y autorizado por la voz, el príncipe saltó del caballo y superó la altura del vallado… Trepó por sí mismo al árbol, y al momento de tomar una naranja, escuchó una detonación.
Tendido en el suelo, con una herida mortal en mitad del pecho y por entre el humo del arcabuz que asomaba a la ventana, descubrió en el rostro de su jefe de vanguardia y el cruce de miradas de la comitiva, el significado de aquello que todos ocultaban.
Abril 14 de 2020

La niñita y sus muñequitos
La niña mira los ojos de sus muñecos y descubre que puede hacerlos girar a su antojo; que los brazos y piernas se quedan en las posturas que a ella se le ocurran. Escoge las más grotescas. Sus padres celebran la genialidad de su niñita. Aplauden a carcajadas cuando los lanza y golpea contra las paredes o ellos mismos…, para disfrutar el ruido de sus mecanismos internos, o los gemidos de quienes festejan entre aplausos y carcajadas…
Poco después se aburre de maltratar a los muñecos, y los arroja al cuarto de san alejo. No quiere muñecos sin vida. Los quiere vivos. Ahora tiene un proyecto: observar y estudiar, con disimulo y estudiada perversidad, el comportamiento de sus padres
Día a día descubre los puntos débiles de su carácter. Estudia cómo proceder para llevar a cabo, y poco a poco, sus planes de metamorfosis.
Antes de un año, y después ensayar con ellos sus mimos, berrinches manipuladores, enojos y besitos estudiados, logra que acepten y se acostumbren a la malignidad de sus caprichos, y jugando, los somete a vivir según sus planes.
Ahora, los muñecos son ellos.
Abril 14 de 2020
