Arrierías 97

Sarah Catalina Varela Castro – Psicóloga de la Universidad Católica de Pereira.

Esas fueron las palabras de aquel médico del dolor para que me dirigiera nuevamente a mis actividades laborales, lo que quizás no sabía es que aquel fármaco que prometía aliviar mis dolores, también me generaba somnolencia, sensación de embotamiento y ponía mis brazos pesados impidiendo que pudiera realizar las actividades de modistería en la empresa de textiles donde me encuentro empleada, y en donde las metas y los tiempos están milimétricamente contados, para finalizar me dice, y pues más incapacidad no se le puede dar así que mire a ver cómo hace para incorporarse a su puesto de trabajo.

Pareciera que esas historias en Colombia, se presentan más de lo que nos damos cuenta, a menudo, tienen un proceso largo, incapacidades por un año o más, con demoras en los pagos incrementando el estrés que su vez, aumenta la tensión muscular y los dolores crónicos producidos por diagnósticos como, tendinitis, síndrome del túnel del carpo, fibromialgia, entre otras patologías que generalmente, producen limitaciones en la movilidad y un encuentro constante con el malestar general cambiando por completo la vida de quienes las experimentan.

El sistema de salud, iniciando desde adentro desde el o la profesional que recibe dichos casos, pareciera indiferente al dolor “manténgase en reposo, en calma, con una adecuada tolerancia a la espera” mientras los analgésicos se vuelven insuficientes para aliviar el dolor y las juntas médicas tanto regionales como nacional parecieran solo un mito urbano, llegan las tutelas y con ellas el pago de un o una profesional en derecho y si no puedes costearlo, quizás sea la oportunidad para trabajar en mejorar la tolerancia a la frustración.

El proceso se extiende y hace un año ya que tengo este dolor, vivo de incapacidad en incapacidad con la angustia de que ya no me den más una prórroga, nadie me dice porque ni cual es el origen de mi enfermedad, son un montón de medicamentos que ya no me hacen efecto y la verdad, solo pienso en morirme, y lo que es seguro es que yo no tenía esto antes de entrar a trabajar. La EPS no me responde me dicen que es el ARL del ARL me dicen que debo esperar a las juntas médicas y casi que rezar para que la puntuación me permita lograr la pensión.

En Colombia el proceso para la calificación de invalidez de una persona pasa inicialmente por las entidades de seguridad social, cuando el o la trabajadora se encuentran en desacuerdo con el dictamen debe acudir a la junta regional de calificación, si persiste la inconformidad, se solicita una junta nacional de calificación de invalidez la cual tiene dos meses para dar una respuesta, no obstante, este tiempo depende de otros factores como el pago de honorario, viáticos los cuales son responsabilidad de las aseguradoras o Colpensiones (quienes a menudo retrasan dichos desembolsos) todos estos aspectos burocráticos para quienes viven con un dolor crónico generalizado, sin un salario fijo, pareciera una eternidad.

A veces lo pienso si, lo pienso ¿será el cielo mi pensión?

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