Arrierías 97

Rafa Davidzen

Fuente: https://conversacionsobrehistoria.info/2020/07/27/la-otra-esclavitud-la-historia-oculta-de-indios-y-esclavos/

Introducción

En mi último artículo demostré con fuentes documentadas cómo los fenómenos de vulcanismo y El Niño- ENSO fueron probablemente agentes catalizadores de cambios culturales en la historia de la región sur del Quindío. En este nuevo artículo me centraré en un fenómeno que ha pasado inadvertido a la gran mayoría de estudiosos de la historia regional. Se trata de uno de los asuntos más sensibles y discutidos a mediados del siglo XVI, como fue el suceso de la esclavización de los pijaos. En consecuencia, se relaciona con la historia local, ya que coincide con el período de legalización por parte de la Corona (1580- 1611), siendo este período el de mayor actividad militar llevada a cabo por las provincias del lado occidental de la cordillera Central como fueron los buliras y sus comarcanos bintima, canchuma, totorambos, uralamies y putimaes. La historia antes de Caicedonia estuvo estrechamente ligada con la resistencia indígena de los buliras y los bintima erigiéndose como emblema de oposición al establecimiento español durante el último tercio del siglo XVI, y la primera década del siglo XVII. La resistencia indígena, la difícil

travesía por el paso del Quindío, lo inhóspito de la zona, la lejanía a centros de poder, pudo haber incidido (entre otros factores analizados por el autor en ediciones anteriores de Arrierías) en que la localidad estuviera prácticamente “deshabitada” por más de 200 años, lo que, por supuesto, permitió la percepción de montes “vírgenes” en algunos de los relatos de los historiadores locales (Rios 1974, p. 24). La evidencia muestra que la esclavización pijao no fue un hecho aislado. Se convirtió en todo un eje normativo que sucedió en ambas direcciones, desde los poderes territoriales hasta el poder central y viceversa. Dicha comunicación, fundamentó su aplicación basada en los principios de “guerra justa” impulsada por Ginés de Sepúlveda. La esclavización no emergió de forma instantánea, por el contrario, fue un fenómeno en el tiempo en respuesta a la feroz resistencia indígena ante la colonización castellana, precedida de una sistemática estigmatización del indio, debido a prácticas culturales que contradecían los modos “civilizados” de Castilla (asociada a la República de Españoles), con una manera de vivir según el capitán Juan Bautista de Ávalos como “sin Dios, ni Ley, ni Rey” (referida a la República de los Indios) (Otero, 1922). La esclavización buscaba el control del indio y a la vez agravó el derrumbe demográfico, que generó casi la extinción de la nación pijao, exceptuando los grupos coyaimas y natagaimas (Mincultura (s.f.)) que se aliaron con los españoles para combatir a sus otrora “parientes” de las sierras.

La colonización española en América se caracterizó por un complejo y a menudo contradictorio marco legal en relación con las poblaciones indígenas. Si bien la Corona inicialmente manifestó una oposición religiosa a la esclavización de los nativos, la realidad colonial impuso mecanismos y justificaciones que permitieron la persistencia del trabajo forzado y la esclavización formal (como aconteció con los pijaos). Dicha nación se asentó sobre la cordillera Central entre el Nuevo Reino de Granada y la gobernación de Popayán, ofreció una tenaz y prolongada resistencia a la dominación española. Dentro de esta nación, las parcialidades de los buliras y bintima, (habitantes del “valle de Bulira” en el sur del Quindío, donde hoy es Caicedonia), se destacaron por su feroz oposición. Este artículo, desde la perspectiva de la historia del derecho, analiza las razones por las cuales el establecimiento español ordenó la esclavización de los pijaos, -entre ellos los buliras y bintima- durante el período de 1577 a 1611.

Espero con esta nueva investigación seguir contribuyendo en la microhistoria local, por medio del esclarecimiento de los hechos históricos ocurridos durante la Conquista y la Colonia española que afectaron el territorio antes de Caicedonia.

Fuente:  https://www.infobae.com/america/cultura-america/2017/03/08/la-historia-muestra-que-el-canibalismo-es-perfectamente-natural/

La esclavización de los pijaos como fenómeno de control y dominación

Lejos de ser un suceso marginal, la esclavización pijao fue un fenómeno crucial y ampliamente debatido a mediados del siglo XVI. Los buliras y los bintima formaban parte de la nación Pijao y habitaron específicamente el sur del Quindío, extendiéndose hacia la zona de las actuales Caicedonia y Génova. La presencia humana (mucho antes de la ocupación de los pijaos) en este territorio se remonta a tiempos ancestrales, específicamente al Holoceno tardío, hace aproximadamente 4500 años a.C..

La razón principal detrás de esta orden de esclavitud, legalizada por la Corona española entre 1580 y 1611, fue la feroz y prolongada resistencia que los pijaos presentarion a la colonización castellana. La región que hoy abarca Caicedonia y Génova, históricamente ligada al Quindío, se erigió como un símbolo de oposición al dominio español a finales del siglo XVI y principios del XVII.

La resistencia de los bintima y los buliras y la doctrina de la “guerra justa”: necesidad de una retórica que permitiera el paso hacia la dominación, el oro y la tierra.

La resistencia tiene un precio, y ese precio lo pagaron los pijaos, quienes defendieron sus territorios y sus familias de la invasión castellana hasta la muerte. El castellano sediento de oro, de poder, de estatus, buscaba afanosamente metales preciosos y tierras para nuevas fundaciones, con estancias para ganadería o terrenos para cultivos con el fin de afianzar los

poderes locales. De diversas partes llegaban noticias sobre la abundancia de fuentes de oro en los ríos de la cordillera Central, lo que motivó -entre otras circunstancias- diversas expediciones militares hacia la zona que una y otra vez salían “desbaratadas”. Fray Pedro Simón en sus Noticias Historiales de las Conquistas en Tierra Firme contó por decenas las entradas al territorio pijao, casi todas fracasadas en su estrategia. Hay material abundante en el Archivo General de Indias, así como en el Archivo Histórico Nacional. Un material de archivo que resguarda la Biblioteca Nacional y que ha sido transcrito por historiadores como Otero D´Costa (Comp.). (1920) en el Archivo Historial de Manizales; Ortega Ricaute (Comp.) (1948) en Los Inconquistables: la guerra de los pijaos 1602-1603, y en última estancia por Montoya & Arango (Comps.). (2024) en sus Fuentes para la historia de la guerra contra los indios pijaos 1602-1604. De estos documentos, uno fechado en 1604 se refiere a los fracasos sucesivos de los castellanos en la guerra con los pijaos:

“El primero que en-tro en aquella tierra fue el capitan Francisco de Trejo y le desbarataron los yndios por fiarse de un caudillo soldado de ytalia y le mataron veinte y siete hombres. Despues entro el capitan Diego de Bocanegra tres o quatro y le mataron algunos soldados por entrar con poca gente y haber a la sazon mu-chos enemigos y por poblar y fundar pueblo en la tierra de guerra. Entro el capitan Talaverano y lo desbarataron por desorden de un caudillo suyo yta-liano que habiendole avisado que habia emboscadas se descuido. Y despues ultimamente poblo alli el gobernador Moxica y desbarataron a su maestre de campo con setenta hombres que llevaba por desordenes que entre ellos hubo y en esto se rresolvio”.

Por otro lado, Montoya (2022) argumentó en su ensayo La fabricación del enemigo: los indios pijaos en el Nuevo Reino de Granada 1562- 1611 tres categorías en que se hizo efectiva la estigmatización: en primer lugar, la categoría de “bárbaros”; esta representación negativa sirvió como una poderosa herramienta ideológica para deshumanizar a los pijaos.

Fuente: https://historiasdelnuevomundo.wordpress.com/wp-content/uploads/2015/06/hondius.jpg

En segundo lugar, Montoya argumentó que “la caracterización de los pijaos como “rebeldes” y “antropófagos” fue fundamental para invocar la doctrina de la «guerra justa»”. Bajo esta justificación, los españoles podían argumentar que los pijaos, al resistirse a la autoridad española y a la evangelización, y al practicar el canibalismo, eran enemigos legítimos que podían ser esclavizados. Esta doctrina proporcionó una base legal y religiosa para las

campañas militares y la captura de pijaos para su posterior esclavitud, presentándola no como un acto de opresión, sino como una respuesta legítima a la «barbarie» indígena.

En tercer lugar, Montoya esgrime factores como la descripción de los pijaos viviendo dispersos y en behetría (sin una autoridad centralizada reconocida por los españoles) también benefició a los españoles al dificultar la organización de una resistencia unificada por parte de los indígenas. Además, este argumento se utilizó para justificar la necesidad de la intervención española para «ordenar» y «civilizar» a una sociedad que se percibía como caótica y sin gobierno.

fuente: https://www.muyinteresante.com/ciencia/65251.html

Al caracterizarlos recurrentemente con rasgos y descripciones peyorativas como salvajismo, belicosidad, traición, canibalismo, falta de asentamientos fijos y resistencia a la cristianización, los colonizadores los presentaron como inherentemente diferentes e inferiores a los españoles. Esta «fabricación del enemigo» según Montoya (2022) facilitó la justificación moral y legal de su subyugación, ya que se les percibía como un obstáculo para la «civilización» y la expansión del dominio español. Como señala el documento, al enfatizar estos comportamientos negativos, los colonizadores crearon una imagen que se alineaba con las nociones europeas de barbarie, justificando el uso de la fuerza y la esclavización como medidas necesarias para el control. También subyacen mitos e historias tergiversadas alrededor de los pijaos, la más célebre es la muerte de Calarcá en manos de Baltasar, mito que por supuesto Lucena (1965) desmitificó presentando documentación del siglo XVII, en la cual el régulo o principal de la confederación pijao fue muerto en circunstancias diferentes. Ortega en su obra San Bonifacio de Ibagué y el Valle de las Lanzas, muestra como la sociedad colonial del Tolima tenía inquina hacia la denominación “pijao”, persistiendo una

imagen negativa hasta épocas recientes. La “fabricación del enemigo” por medio de la estigmatización, resaltando los rasgos negativos del “otro” se convierten entonces en un medio explícito en donde se hace manifiesta una clara pretensión de dominio de una sociedad sobre otra. Según Bolaños, las crónicas y escritos relativos a la Conquista y Colonia castellana presentan este sesgo (Bolaños 1996).

La aplicación de la noción de «guerra justa» en América generó un intenso debate incluso dentro de España. Pensadores como Francisco de Vitoria y figuras como Bartolomé de Las Casas cuestionaron los fundamentos y las prácticas de la conquista, defendiendo los derechos de los indígenas. Fray Bartolomé de Las Casas, conocido por su ferviente defensa, llegó a criticar directamente al emperador Carlos V. Documentos de la época, como los «autos» judiciales recopilados por Enrique Ortega Ricaute (1948), dan cuenta de la brutalidad del conflicto, incluyendo excesos y crueldades reportados por figuras como el oidor Fernando de Santillán, quien documentó matanzas, mutilaciones y robos perpetrados por los capitanes contra los nativos. A pesar de la existencia de documentos como el Requerimiento, diseñados para buscar la sumisión pacífica, la realidad de la práctica colonial a menudo se alejaba drásticamente de estos ideales.

Fuente: https://www.comisiondelaverdad.co/la-invasion

La investigación actual, liderada por el autor, se basa en décadas de estudio riguroso. El trabajo se sumerge en archivos históricos y manuscritos de los siglos XVI y XVII, incluyendo el Archivo General de la Nación (Fondo documental Caciques e Indios) y el Archivo General de Indias (Sección PARES). Mediante un ejercicio metódico que compara fuentes y consulta expertos, busca ir más allá de visiones previas que, por ejemplo, se basaron principalmente en Fray Pedro Simón y tendieron a enfocar solo en los buliras, pasando por alto a los bintima. La mención de los bintima en documentos como un mapa militar de 1608 del Archivo

General de Indias, (AGI, mapa Panamá 26), es una pieza clave para reconstruir la historia de la Caicedonia ancestral. Informes detallados enviados por Juan de Borja a la Corona entre 1607 y 1609 son otra fuente fundamental que ilumina no solo aspectos militares, sino también la cosmovisión y capacidad de guerra de los pijaos, buliras y bintima. Dichas parcialidades junto a otras como canchuma, totorambos, uralamies, putimaes, cacataima, otaima, beuní, paloma, maito, y tonuro, constituyeron el universo pijao en esta frontera. Es importante desterrar la creencia, presente en algunos historiadores tradicionales, de que los habitantes precolombinos del sur del Quindío eran exclusivamente quimbayas; estudios etnohistóricos y arqueológicos recientes señalan que los bulira, bintima, canchuma y quindíos eran pijaos, con lenguas distintas a los quimbayas, y que la presencia pijao en la zona occidental de la cordillera Central se remonta a un período justo antes de la Conquista (Rivet, 1949; Forero, 2006).

Mapa Panamá 26 adaptado por Lucena (1965). La guerra de los pijaos. Historia extensa de Colombia.

Las razones de la esclavización de los buliras y bintima

La esclavización de los buliras y bintima en el sur del Quindío se fundamentó en un marco normativo específico que, si bien contradecía los principios generales, fue autorizado por la Corona. Las reales cédulas de 1580 y 1593 permitieron explícitamente la esclavización de los pijaos capturados en guerra. Estas autorizaciones respondieron a los informes de las autoridades del Nuevo Reino de Granada sobre la continua rebeldía de los pijaos, su práctica de la antropofagia y la necesidad de asegurar el territorio y sus recursos.

La Real Cédula de 1580, promulgada por el rey Felipe II, permitió la esclavización de los indios pijaos capturados en guerra. Esta cédula se enmarcó en una estrategia más amplia para hacer frente al conflicto continuo con el pueblo pijao. Las principales razones detrás de esta autorización fueron frenar los constantes ataques de los pijaos, intentar atraerlos a la fe católica, erradicar el canibalismo que se les atribuía y expandir la frontera minera. La Real

Cédula de 1593 reforzó esta política al permitir la esclavización por un período de diez años para aquellos pijaos tomados en conflicto.

Además de las Reales Cédulas mencionadas, las autoridades coloniales en el Nuevo Reino de Granada, como la Real Audiencia de Santafé y las gobernaciones, también otorgaron permisos temporales para la esclavización de los pijaos, lo que indica una práctica continua durante el período de 1577 a 1611. La persistente resistencia de los pijaos y la necesidad de reiterar las autorizaciones de esclavización sugieren que su subyugación fue tanto una consecuencia de la guerra fronteriza como una realidad de facto en las regiones de conflicto. De hecho, un fragmento de un manuscrito de Juan de Borja, presidente de la Real Audiencia de Santafé, muestra esta aversión haciendo explicita una petición de esclavización perpetua de los pijaos:

así es conveniente y precisamente necesario que V. Md. los declare por esclavos perpetuamente no solamente a ellos pero a toda su descendencia como se hace con los negros y moros; guarde Dios a V. Md. como la cristiandad ha menester—De Santa Fé 20 de junio de 1608 Don Juan de Borja. (Restrepo & Borja, (Comps.) 1922)

Otro aspecto determinante en la esclavización fue la influencia local, cuya autorización podía ser influenciada por peticiones de los vasallos, importantes élites y consejos municipales Individuos y los intereses locales impulsaban la agenda legislativa en el siglo XVI, siendo el resultado de los esfuerzos de «mil arquitectos invisibles» que buscaban influir en las políticas (Masters, 2018).

Fuente:  https://es.aleteia.org/2021/11/08/la-iglesia-siempre-estuvo-del-lado-del-indio-durante-la-conquista-de-america

El establecimiento español ordenó la esclavización de los buliras y bintima en el sur del Quindío entre 1580 y 1611 debido a una compleja interacción de factores legales,

ideológicos, geográficos y económicos. A pesar de las leyes que, en principio, protegían a los indígenas de la esclavización (como las Leyes Nuevas), la feroz y continua resistencia de los pijaos, incluyendo a los buliras y bintima, fue utilizada para justificar la aplicación de la doctrina de la «guerra justa». Esta justificación, alimentada por la construcción de una narrativa de los pijaos como bárbaros y caníbales como argumenté anteriormente, permitió la emisión de Reales Cédulas específicas en 1580 y 1593 que autorizaron su esclavitud.

La ubicación estratégica del sur del Quindío y la necesidad de asegurar el camino del Quindío, junto con los intereses económicos en la explotación minera y la mano de obra para las encomiendas en la frontera, también jugaron un papel crucial en la decisión de esclavizar a estas parcialidades pijaos. La ausencia de un control efectivo por parte de la Corona en esta zona de guerra fronteriza (simultáneamente periférica al Imperio Español) facilitó la implementación de estas medidas extremas. En última instancia, la esclavización de los buliras y bintima representó una excepción legalmente sancionada a los principios generales de la legislación indiana, impulsada por la persistente resistencia indígena y los imperativos de la expansión y consolidación del poder colonial español tanto en el Nuevo Reino de Granada como en la gobernación de Popayán.

Cronología de la esclavitud de los pijaos

Aunque las Reales Cédulas de 1580 y 1593 son las más citadas por autorizar explícitamente la esclavización de los pijaos en guerra, la petición y argumentación que da lugar a estas cédulas se origina en 1572. Ese año, la Corona instruye al gobernador de Popayán a levantar información judicial sobre los crímenes supuestamente cometidos por los pijaos (principalmente canibalismo y rebeldía) para justificar legalmente su esclavización bajo el principio de “guerra justa” (Montoya, 2022).

Este proceso judicial se conoce como “informaciones para esclavizar”, y es un procedimiento estándar del derecho indiano cuando se desea exceptuar a una población indígena de las leyes protectoras generales, como las Leyes Nuevas de 1542.

Las autorizaciones temporales otorgadas por las autoridades coloniales, como la de 1577 que permitía 20 años de esclavitud y la declaración de la Audiencia de Santa Fe en 1602 que autorizaba diez años más, extendieron la vigencia de la esclavitud de los pijaos hasta principios del siglo XVII. La propuesta realizada en 1611 (inclusive antes como mencioné con Juan de Borja) de establecer la esclavitud perpetua para los pijaos evidencia que, incluso después de la expiración del período de diez años de la Cédula de 1593, la intención de mantener a este grupo bajo el yugo de la esclavitud persistía en ciertos sectores de la sociedad colonial. Esta cronología revela un período sostenido de esclavitud legalmente sancionada para los pijaos, que abarcó varias décadas alrededor del cambio de siglo XVI al

XVII. La persistencia de la idea de la esclavitud perpetua subraya la profundidad del deseo colonial de subyugar y explotar a esta población indígena.

Fuente: https://www.cefb-chile.org/2021/10/12/12-octubre-el-dia-de-la-resistencia-indigena/

La esclavización pijao como motor de dispersión: evidencias documentales de su presencia forzada en otras regiones

Entre 1577 y 1611, las autorizaciones temporales y las Reales Cédulas emitidas por la Corona española no solo legalizaron la esclavización de los pijaos capturados en guerra, sino que también posibilitaron su incorporación en circuitos regionales de comercio de mano de obra indígena. Existen pruebas documentales del traslado forzoso y redistribución de pijaos esclavizados hacia núcleos urbanos y zonas de frontera agrícola y minera, especialmente en Santafé de Bogotá, Cartagena, Zaragoza y otras zonas de la gobernación de Popayán.

En un informe dirigido por Andrés Pérez de Pisa (1611), transcrito por Montoya & Arango (2024), se recomendaba la esclavización perpetua de los pijaos y su venta en lugares distantes “como Cartagena y Los Remedios”, para evitar su regreso a tierras de guerra. Esta lógica colonial evidencia que la esclavización no fue un hecho puramente local o aislado, sino que formó parte de una red planificada de control y redistribución poblacional con fines productivos y militares.

De igual forma, en las actas notariales y traslados registrados en el Archivo Histórico Nacional (España) y el Portal PARES, se documenta que, a partir de las incursiones de 1580, los pijaos fueron marcados, encadenados y llevados hacia el interior del virreinato. En Santafé de Bogotá, por ejemplo, fueron destinados a la construcción de la iglesia de San Francisco (Archivo General de la Nación, Historia Civil, t. 1, doc. 8, f. 231r), y en ciudades como Buga, Ibagué y Cartago aparecen como esclavizados domésticos o rurales.

Estos registros permiten afirmar que la política de esclavización facilitó una diáspora forzada pijao, que fue aprovechada por los poderes coloniales locales para responder a la escasez

de mano de obra indígena, tras el colapso demográfico producido por las epidemias y guerras de resistencia. En este contexto, la categoría étnica “pijao” fue funcionalmente extendida por las autoridades para incluir a otras parcialidades sometidas bajo el pretexto de pertenencia cultural común, legitimando así la ampliación del mercado esclavista indígena en las zonas periféricas del imperio.

Todas estas investigaciones son la fuente de compilación de mi próxima obra denominada “Antes de Caicedonia”.

Todos los derechos reservados Rafa Davidzen 2025. Referencias

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(documento extenso inédito).

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