Arrierías 85
Carlos Alberto González Quitian*
La Cultura engloba toda edificación y acción humana que nos distingue, nos identifica y nos significa en un entorno. Es el resultado de nosotros mismos como hecho social y síntesis colectiva. Un programa o proyecto de desarrollo sin una propuesta integral de cultura, o sin una Política Pública en torno a Cultura Ciudadana frente al desarrollo, es un programa inerme de Ingeniería y desarrollo sin sustento, que seguramente colapsará en el tiempo.
La Cultura ciudadana se constituye en fuente y motor del desarrollo social, cultural, económico y político de una ciudad, de una región o un país. Esta condición, eleva al ciudadano a ser protagonista vital del desarrollo como habitante, líder o gobernante quienes, sin una debida formación ciudadana, afectaran los propósitos, metas y logros del desarrollo que se planteen como colectivo. Así tanto la planeación, la gestión, como las obras que se edifiquen con miras al desarrollo, harán implosión por la acción de la incultura; o bien todo lo contrario, serán fructíferas si existe desde la base, una sólida formación en Cultura Ciudadana. ¡Un país puede perder parte de su territorio, plan o economía, pero si pierde la calidad de sus gentes, lo ha perdido todo!
La baja inversión en Desarrollo Humano frente al productivo es notoria cuando los actores sociales, los escenarios y la ciudad inconsciente de sí misma reproduce patrones la mayoría de veces reactivos y de solo supervivencia, con notorios vacíos de proyección social, formación cultural, valores humanos y equidad, los cuales son necesarios que se edifiquen paralelos al desarrollo de la ciudad en un enfoque integral y sistémico. El no asumir la Cultura Ciudadana como eje fundamental del desarrollo, y la ausencia de una visión pedagógica que prevenga y afronte los frutos marginales del crecimiento, llevan a las diferentes administraciones al colapso de sus planes y programas, y a veces a agudizar los problemas existentes más que a resolverlos.
El interés de las administraciones por el desarrollo, centran los esfuerzos en adecuaciones físicas, infraestructura y mejora de servicios, pero pese a sus esfuerzos el desorden pareciera que aumentara. Paradójicamente a pesar de las inversiones, sin una formación ciudadana, el deterioro ambiental y social se agudiza. Una de las causas a juicio de los expertos en Desarrollo, es el balance desequilibrado entre el Desarrollo material y el Desarrollo social cultural, lo que se subsanaría en buena parte con la construcción de una adecuada Cultura ciudadana, la cual auditaría el significado, la eficiencia y la calidad misma de las inversiones. Es decir, estamos acostumbrados a trabajar con ahínco en el cuerpo de la ciudad, pero poco o nada en el alma y espíritu de la misma.
Así como se construyen mallas viales, se mejoran zonas y se generan acciones hacia un plan de ordenamiento, se hace imprescindible construir y desarrollar una malla cultural con la participación activa y efectiva de los actores sociales de la ciudad que, de manera colaborativa, afronten y prevengan los impactos sociales tanto del crecimiento como de la inequidad. A pesar de existir múltiples centros de educación y algunos de cultura, los esfuerzos se hacen aislados; la construcción de conocimiento no incide de forma significativa en el desarrollo, y a veces son relegados sus aportes, la planeación poco crea cultura y el nuevo ordenamiento pareciera, que más que mejorar lesiona. Hace falta construir en torno a la ciudad un programa Integral de Desarrollo Humano y una Política Pública en Cultura Ciudadana, al igual efectivos procesos participativos decisorios en la planeación y desarrollo de la ciudad como Autopoiesis de la misma; todo aprendizaje y cambio en el pensamiento, comportamiento y hábitos ciudadanos parten primero de una planeación e inversión en Educación y Cultura, más que de resoluciones o etiquetas, y éstas inversiones se nutren de las mediaciones de calidez emocionales que se generen frente al cobijo y al entorno, a la efectiva participación ciudadana y a su reconocimiento en la toma de decisiones.

La Cultura ciudadana se concibe como un constructo social, un tejido y diálogo colaborativo hacia el bienestar y el progreso. Se sustenta sobre Siete pilares esenciales: Sentido de Pertenencia e Identidad, Valores Humanos, éticos y de vida, Participación efectiva, Responsabilidad social, Colaboratividad y contribución, Civismo y Urbanidad. La Cívica concebida como el conjunto de actitudes, comportamientos y pactos cualitativos que deben tener en cuenta para la vida en sociedad en convivencia y colaboratividad. Y la Urbanidad, como el conjunto de preceptos y normas sociales que se deben observar y aplicar en forma individual y colectiva para el desarrollo de las relaciones, la estancia en el hábitat y el bienestar, todo esto para el logro de una convivencia armónica. La Cívica es tan importante, que se inscribe como un artículo esencial en la Constitución Nacional. Para el cumplimiento de este reto constitucional, se hace necesario crear como prioritario una Política pública en Cultura Ciudadana y a su interior el Ágora como escenario de encuentro e intercambio, un Observatorio social que incorpore investigación, seguimiento y mediación ciudadana, dinamizados por los actores sociales de la cultura y los Consejos Territoriales de Planeación con el objeto de garantizar entramados sistémicos entre los agentes, los escenarios y las autoridades.
En general se invierte en Educación más por obligación, que por convicción y en forma mínima y precaria en formación cultural y ciudadana, no es sino observar el Presupuesto nacional, departamental y de los municipios. Las ciudades poseen Secretarías y centros de educación, sin embargo, la Cultura Cívica, Social y Ambiental en el colectivo no es la mejor, la colaboración y la solidaridad son mínimas, la corrupción crece y los cordones delincuenciales aumentan. Apostamos a la Educación, pero estamos perdiendo el Año, en parte debido a una limitada concepción en la Planeación y el Desarrollo, por cuanto predicamos Participación solo para la escucha, Desarrollo con preferencia en lo económico, y Educación con énfasis en la ilustración; necesitamos a la par invertir con énfasis en Cultura y Desarrollo Humano, de lo contrario será hacer para deshacer construyendo implosiones. Sea la oportunidad para centrar la atención hacia una verdadera Participación, una debida inversión en Cultura, y la formulación de una Política pública de Cultura ciudadana.
*Arq. Mgs. en Desarrollo Educativo y Social. UPN/CINDE. Certificado en Gestión Creativa U. Santiago de Compostela. Director Grupo de Investigación en Creatividad e Innovación. Procrea/Pronova. Escritor académico. Coordinador de Cultura de la SMPCCC de Cartago.