Edición 104

DOCTORADO: HONORIS CAUSA, JORGE VERGARA.

By 11 de diciembre de 2025No Comments

Arrierías 104

Clarena Vergara Hoyos

El 2 de octubre del presente año, la Universidad La Gran Colombia otorgó el Doctorado Honoris Causa en Administración a mi Padre Jorge Camilo Vergara Guzmán, un hombre que solo estudio bachillerato. Un honor que pocas personas ostentan. Su labor dedicada por 25 años en el Banco de Colombia dónde hizo una carrera bancaria de éxito y sus logros y aportes al departamento del Quindío en su dirección de Comfenalco permitieron que varias instituciones de la ciudad lo solicitaran. Acá comparto su discurso al recibir este gran reconocimiento y el discurso de la rectora de la universidad Doctora Bibiana Vélez Medina.

Como un reconocimiento a la vida, obra y trayectoria de un caicedonita de corazón, Jorge Camilo Vergara Guzmán, la Revista Digital Arrierías se une a la exaltación hecha por la Universidad Gran Colombia de Armenia y publica los discursos de otorgamiento y aceptación.

Discurso Otorgamiento.

Rectora de la universidad Gran Colombia, Armenia Doctora Bibiana Vélez Medina.

El día de hoy, no solo nos reúne un acto académico…

Hoy nos une la gratitud de una sociedad entera hacia un hombre que convirtió cada reto en oportunidad… y cada gestión en un legado.

Nos congregamos para rendir homenaje a la vida y a la obra del Doctor Jorge Camilo Vergara Guzmán…

un ser humano cuya trayectoria ha sido sinónimo de liderazgo, excelencia y compromiso con el desarrollo del Quindío y de Colombia.

Por medio de esta ceremonia, la Universidad La Gran Colombia confiere hoy la más alta distinción académica…

el título de Doctor Honoris Causa en Administración de Empresas…

a quien supo transformar, con visión y coherencia, el tejido social, económico, cultural, deportivo y musical de nuestra región.

“Honoris Causa” significa “por causa del honor” …

No es un título que se obtiene después de exámenes o años de estudio en las aulas…

es el reconocimiento a una vida ejemplar una vida que en sí misma se ha convertido en una cátedra para muchos, y que ha dejado lecciones maestras y huellas imborrables en la comunidad.

Esta es la máxima distinción que una universidad puede otorgar a una persona, es un acto mediante el cual la academia se inclina con respeto ante la sabiduría práctica, ante una vida de servicio y ante contribuciones eminentes a la sociedad.

Con este grado declaramos que el Doctor Jorge Camilo Vergara Guzmán representa un testimonio digno de ser imitado por las generaciones presentes y futuras…

una vida forjada en el esfuerzo, en la coherencia de los valores y en la convicción de que el conocimiento alcanza su verdadera grandeza…

cuando se convierte en experiencia puesta al servicio del bien común.

Su trayectoria encarna múltiples rostros:

el empresario, el gestor, el estratega…

pero también el ciudadano sensible que sabe escuchar, sonreír, atender con carisma y abrir caminos donde otros sólo veían barreras.

Desde los inicios más humildes en su carrera profesional…

supo ascender con integridad y disciplina hasta convertirse en un líder ejemplar.

Hoy reconocemos en él al ejecutivo y gerente del entonces Banco de Colombia,

al transformador social que, desde la Caja de Compensación Comfenalco, entregó obras que hacen parte del patrimonio afectivo de los quindianos.

El centro vacacional y recreacional…

el colegio… el instituto técnico…

las bibliotecas, las escuelas de música, los grupos culturales y deportivos.

Cada uno de estos espacios no fueron simples construcciones:

sino semillas de futuro y esperanza

lugares donde miles de niños y jóvenes han encontrado identidad, oportunidades… y razones para soñar.

Pero su obra no se detuvo allí.

Fue fundador, director y miembro de juntas de diversas instituciones sociales y culturales:

la Defensa Civil… el Club Rotario… Actuar Famiempresas… la Fundación para el Desarrollo del Quindío… Pregoneros de la Música… y muchas más, como la Liga de Tejo Colombiana.

En cada espacio que estuvo, lo más valioso no fue el cargo que ocupó…

sino esa enseñanza ética y humana que dejó en quienes lo acompañaron.

Es un hombre polifacético y brillante como lo describen sus hijas Clarena y Carolina, un padre entregado y admirable, que enseñó a su familia con el ejemplo y con una vida ligada siempre al servicio.

Como universidad, hoy exaltamos sus virtudes y reconocemos en su vida una lección para este tiempo.

Porque en medio de una sociedad marcada por la prisa y por la cultura del instante…

su trayectoria nos recuerda que los logros verdaderos son frutos de la paciencia, la disciplina y la perseverancia.

Es cierto que hoy, vivimos en un mundo que exalta la inmediatez, que busca la fama sin mérito…

el reconocimiento sin esfuerzo…

la riqueza sin ahorro…

Y la sabiduría sin experiencia o sin fracasos.

Por eso, este grado honoris causa es una forma de reflexionar sobre el valor de la perseverancia y la construcción paciente de los triunfos. Una forma de recordar que la excelencia no puede alcanzarse sin pasar por el difícil camino de la disciplina.

Doctor Jorge Camilo Vergara Guzmán:

con profunda gratitud y admiración, le conferimos el título de Doctor Honoris Causa en Administración de Empresas.

Esperamos que esta distinción no solo sea un tributo a su vida…

sino un símbolo para los jóvenes que hoy se forman en nuestra Universidad.

Que a través de su ejemplo aprendan que la verdadera grandeza no se improvisa, ni se hereda:

se construye día a día, con coherencia, principios y sacrificio.

Y que, al recordar su nombre, de hoy en adelante, cada uno de nosotros entienda…

que el legado más perdurable no se mide en fama o en bienes materiales,

sino en la capacidad de inspirar, transformar y sembrar futuro en el corazón de los más necesitados.

Muchas felicitaciones y muchas gracias por aceptar esta distinción.

DISCURSO ACEPTACIÓN DOCTORADO

Doctor Marco Tulio Calderón Peñaloza, Rector Universidad La Gran Colombia.

Doctor Rafael Antonio Chavez Oisadam, Presidente del Honorable Plenun.

Doctora Bibiana Vélez Medina, Rectora Delegataria.

Doctora Yulieth Villada Valencia, Secretaria General.

Doctor Fabian Andrés Estrada Herrera, Decano Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales.

Doctor Juan Miguel Galvis Bedoya, Gobernador del Departamento del Quindío.

Doctor James Padilla García, Alcalde del Municipio de Armenia.

Monseñor Carlos Arturo Quintero Gómez, Obispo de Armenia.

Coronel Luis Fernando Atuesta, Comandante Departamento de Policía del Quindío.

Doctor John Edison Echavarría Barreto, Presidente del Consejo Municipal de Armenia.

Rodrigo Alberto Castrillón, Presidente de la Asamblea Departamental del Quindío.

Directivos y Representantes de la comunidad Académica, Grancolombiana.

Directivos de Actuar Famiempresas.

Directivos de Comfenalco Quindío.

Representantes de los diferentes Gremios Empresariales, culturales, y artísticos del Quindío.

Rectores de las instituciones de Educación Superior del Quindío.

Clarena, Carolina, William, Fabio, mis hijas, sobrino y yerno.

Familiares y amigos.

Medios de comunicación.

Me siento conmovido por este honor que me hace esta querida universidad; para un hombre elemental como yo, tener un título de tan alto nivel es algo que genera mucha responsabilidad. Así mismo, agradezco infinitamente todos estos reconocimientos que hoy recibo con humildad.

He llegado a los 90 años y con la edad, he comenzado a no ver de cerca y no escuchar bien de lejos, duermo menos horas, olvido algunas cosas y camino más lento, pero quedan los recuerdos y la satisfacción del deber cumplido.

En 1918, un niño que padecía polio tenía que ser cargado con frecuencia por su hermana, un sacerdote al verla, le preguntó “¿Pesada la carga?”  A lo que la pequeña respondió “no es carga, es mi hermano”.

Alguien me preguntó “¿fue muy dura la carga durante estos años de trabajo? Y le respondí: “no ha sido carga, es el privilegio que Dios me otorgó de servir a los demás”. 

Escuchando tantos elogios, recuerdo una frase de la cultura iraní que dice: “No hay santo sin pasado ni pecador sin futuro”. Yo aprendí a fumar a los 10 años y a tomar dando serenatas, mi salvación fue el deporte, pienso en nuestra juventud y espero que el deporte sea también su salvación, así como recuerdo momentos en que, por mi orgullo, afecté a otros, como cuando casi llevo a la quiebra a los droguistas de Armenia, por vender a bajos precios los medicamentos, pero lo pude resolver vendiéndoles a ellos a los mismos precios que yo compraba esos medicamentos. Todos podemos aprender de los errores.

Quisiera compartir aspectos de mi historia que tal vez, algunos no conozcan y que para mí han sido muy valiosos.

Cuando era niño, mi papá vivía obsesionado porque estudiáramos, fue así como a mis hermanas y a mí, nos envió a estudiar fuera de nuestro pueblo, ya que en la escuela solo se estudiaba la primaria.

Mis hermanas fueron enviadas a estudiar como internas a la Escuela Normal Superior de Gachetá y yo fui enviado al colegio Mayor de Varones en Bogotá.

Fue una experiencia muy difícil para mí, a los 10 años, después de viajar tres días a pie o en caballo, luego en bus, para quedarme solo en el colegio, pasaba quince días llorando, iba donde llegaban los buses del Guavio a ver si había alguien conocido y cuando regresaba a pasar vacaciones, mi papá me recibía con pruebas de matemática que él mismo diseñaba para evaluar mi progreso. No podía esperar menos de él, quien, siendo autodidacta, ejerció como abogado, registrador, corregidor, administrador, comerciante, médico, líder político, llegando a ser concejal en Caicedonia, aun siendo liberal. Era un místico y un hombre muy serio, que generaba mucho respeto. Permanecía en su biblioteca, leyendo.

Así mismo, fue mi madre una mujer muy trabajadora, quien tenía su propio hotel y cantaba todo el tiempo, también cuidaba sus animalitos, toches, arrendajos, gatos, perros y nos motivó a que interpretáramos instrumentos, no solo a mí, también a mis hermanas y primos. Fue ella quien me dio los 80 pesos para ir a la excursión de bachillerato a conocer el mar en un barco a vapor, que me cambió la vida y sembró en mí el interés de conocer nuevos lugares, personas y sociedades. 

Con mi padre y mi tío Jorge Guzmán, aprendí a amar los caballos, cuando teníamos que salir del pueblo por motivos comerciales de mi padre, fue Don Baldomero Rodríguez, dueño de la recua de mulas y caballos que nos transportaba, quien, con sus historias fascinantes sobre el origen de sus caballos, amenizaba el trayecto, contando hazañas de viajes y del comercio.

Estas narraciones fueron un modelo para mí, pues al llegar al colegio con 70 pesos para tres meses, era difícil poder ir a cine, algo que me encantaba. Así que con los compañeros nos distribuíamos en diferentes teatros y al regresar, cada uno contaba su película.

Tal vez allí nació mi gusto por las comedias, la fotografía y las filmaciones que he coleccionado desde hace 60 años.

La música me ha acompañado desde la infancia, aprendí a interpretar la bandola, el tiple, la guitarra con mis primos y amigos. Luego en Caicedonia, pertenecí a la banda de guerra del Colegio, la murga y un dueto muy exitoso.

Fue en el colegio donde inicié a practicar deportes, el fútbol y el ciclismo hicieron parte de mi vida de esa adolescencia. Un interés que tuve fue servir a la patria a través de prestar el servicio militar, pero fui rechazado por la orientación política de mi familia.

En el Banco de Colombia teníamos una estudiantina, había una orquesta, pertenecíamos al equipo de fútbol, íbamos a jugar tejo, basquetbol, luego aprendí a jugar bolos, a nadar y a jugar golf.

¿Por qué les cuento todo esto?  

Esa formación integral que recibí en mi hogar, fue herramienta fundamental para mi desempeño posterior.

En Comfenalco, buscábamos el bienestar de los trabajadores y de sus familias, así mismo esperaba que mis colaboradores trabajaran con gusto y amor por la empresa.

Es así como estos intereses personales se volvieron una forma de relacionarme con mis colaboradores, íbamos a jugar tejo y en las fiestas de la empresa, además del baile, actividad que disfruté mucho con mi esposa, también creábamos obras de teatro, hicimos musicales, parodias y contábamos chistes.

También propuse hacer los juegos de la Federación de Cajas de Compensación, Fedecajas, donde todos los deportistas de las empresas pudieran participar a través del juego limpio y mostrar todos sus talentos en un cierre cultural.

Practicar deporte me motivó también a diseñar la metodología de enseñanza del tejo, único deporte autóctono de nuestro país.

No se imaginan el orgullo que sentí cuando, en 1996, junto a mis colaboradores, presentamos el baile de los macheteros, coreografía insigne del Quindío y el deporte del tejo a representantes de más de 50 países en Tailandia.  Algo inolvidable. 

Fue en esta relación de amistad con mi equipo de trabajo donde fortalecimos la comunicación; todos los lunes, nos reuníamos a analizar qué pasaba en cada área para apoyarnos y resolver las dificultades, los conflictos y proyectar las metas.

El bienestar laboral, la calidad de vida de cada trabajador y cada afiliado fue nuestra meta, construir una Caja “con buena gente” era nuestro lema.  

El trabajo interdisciplinario, tener personal capacitado, que hiciera el trabajo para el cual era contratado, generó eficiencia.

Así mismo, he sido un relacionista público y esto generó trabajo interinstitucional.

Después del terremoto, fue el trabajo en equipo que nos fortaleció; obtuvimos el apoyo de todas las cajas y de las empresas, recibimos los damnificados y los acogimos como una familia. Pudimos hacer entre todos cuatro mil viviendas, algo que me dio mucha satisfacción.

Sentir que no estábamos solos fue una gran ayuda. En Actuar, todos los deudores lo perdieron prácticamente todo, tuve la sugerencia de algunos de acabar con esa empresa y me opuse, al contrario, propuse ayudar con préstamos a los que más nos necesitaban y habían perdido todo.

Pensar en lo que tanta gente estaba sintiendo o sufriendo, fue mi motor para afrontar tan dura prueba. Fue nuestro momento de servir, lo hicimos como una familia y eso nos permitió superar la crisis más rápidamente.

Ser integral implica muchos factores. Al diseñar nuestra visión para el colegio de Comfenalco, pensé siempre en que los jóvenes salieran con habilidades que les permitieran trabajar, crear empresa, tener sus emprendimientos y lo logramos; además de recibir su formación en sistemas, en idiomas, tienen formación en administración empresarial.

Un trabajador recibía todos los servicios y sus hijos, aparte de una buena educación, podían tener calidad de vida a través del deporte, el arte, la recreación, el turismo, la capacitación, entre otras opciones.

25 años en el Banco de Colombia fueron mi gran escuela, Comfenalco fue el barro donde pude moldear un modelo de sociedad integral, con valores y oportunidades, donde pude servir y sentirme satisfecho por el deber cumplido.

Hoy les cumplo a ellos, a mi familia, a su interés permanente en forjar en nosotros principios y la intención constante de aprender y servir a otros y comparto con mis amigos de Comfenalco, quienes fueron mi madre y mis hermanos, como diría Jesucristo, este hermoso reconocimiento. Espero seguir contando con su amistad.

Muchas gracias.

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