Escribí esta nota, la guardé y hoy, con todo lo que ocurre con los niños, la quiero compartir. Creo que vale la pena, aunque haya pasado mucho tiempo de una noticia que me dolió en el alma.
Porque, a pesar de todo, día a día ocurren hechos que destrozan corazones. Son muchos los niños que sufren maltrato, violaciones, asesinatos.
Esa mañana me levanté optimista, con muchos deseos de hacer demasiada labor, dispuesto a sonreír todo el día. De pronto, la noticia me cayó como baldado de agua fría. Me dolió. Sentí que el mundo se caía en pedacitos. No podía creer que, por unas calificaciones, se asesinara a una niña. A los nueve años, qué importan unas notas. ¿Por qué es más importante un 3 que un abrazo? ¿Por qué más importante castigar que hablar? ¿Cuántas veces este padre le leyó cuentos, le habló de princesas, le inspiró sueños?
No quise que esta noticia se me pasara. Siento como si lo que se escribe, se habla, se cuenta, no sirviese para que los padres tomen conciencia de todo lo que deben dar a los hijos.
Siento un nudo en la garganta. Siento tristeza, dolor. ¿Hasta cuándo habrá tanta violencia contra los niños?
Recordé que tengo una charla basada en «Libreta de Calificaciones». La he trabajado con padres de familia en varios colegios.
Hoy, vinieron a mi mente todas las anécdotas que he vivido con los padres de familia. Quienes han acudido a dichas charlas, se han dado cuenta lo importante que es el abrazar, sentir el afecto con los hijos, reír con ellos. Castigar no es la opción.
Cuando les pregunto: ¿Y si sus hijos lo calificaran? ¿Qué notas les pondrían ellos a ustedes? Si por ejemplo calificaran de 1 a 10 – Las veces que los abraza. – Las veces que juegan. – Los momentos que comparten juntos. – Las películas que ven.
Hoy, siento mucha tristeza y desconsuelo al conocer esta dolorosa noticia. ¿De quién se estaba vengando ese «papá»? ¿Cuántas veces le gritaría la niña: «no más, papito, por favor, no me pegues más»? «Prometo que no vuelve a pasar”
Hoy, no es un día alegre para muchos niños. Porque sé que no es la única víctima de un desalmado «papá”
La noticia decía:
“Niña de nueve años murió tras golpiza de su padre por malas calificaciones” – El País de Cali – miércoles 24 de abril de 2013
“Una menor de nueve años murió al oriente de Cali luego de que su padre le propinara una golpiza por haber obtenido malas calificaciones en el colegio.
El hecho ocurrió pasadas las 9:00 p.m. de este martes en el barrio Alirio Mora, cuando el hombre de 31 años atacó con correa y con sus puños a su hija, luego de enterarse que no había pasado una materia.
La menor fue trasladada al hospital Isaías Duarte Cancino y posteriormente remitida a la Fundación Valle del Lili por la gravedad de sus heridas. En ese centro asistencial falleció en horas de la madrugada.
El padre de la niña se entregó ante las autoridades, y afrontará cargos de homicidio agravado.
En las próximas horas el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar realizará una visita a la vivienda donde se presentó esta situación, pues vecinos y familiares denunciaron que en el lugar viven otros tres niños.
Familiares de la menor informaron a las autoridades que la madre de la niña está internada en el Hospital Universitario del Valle por quebrantos de salud, y que el padre homicida tenía la custodia de su víctima desde hace un año y medio”.
Sé que es una noticia de 2013, pero entre ese momento y hoy, han pasado muchos más momentos como ese.
// foto de calificaciones.
Ojalá esta noticia nos ayude a reflexionar, a pensar, a cambiar. Sé que no es fácil, pues día a día siguen ocurriendo estos escabrosos hechos. Duele que los niños sean objetivo macabro de muchos desalmados.
En esta pandemia, no sabemos cuántos niños han sufrido al interior de sus hogares. No tendremos esa información, porque todo ocurre al interior, donde todos pueden sufrir maltrato y el silencio es cómplice.
Ese día, después de conocer la información, volví a abrazar a Isabella, porque la tenía cerca y, aunque me corrieron unas pocas lágrimas, sentí que estaba conmigo…
Los niños merecen mucho afecto, ternura, comprensión, abrazos…