
Arrierías 104
Sofía Saldarriaga Arango
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En varias ocasiones, la conciencia nos advierte que vamos por el camino equivocado, que tal vez estamos dejando de ser felices y de respetar lo que sentimos para que los demás tengan esa libertad que nos negamos a nosotros mismos.
El corazón, por su parte, va dividido entre “ser mejor persona” y “ser yo misma”. Creemos que por el hecho de complacer a los demás (haciendo o dejando de hacer algo), llegaremos directo a la felicidad, pero decidimos ignorar nuestras creencias y anhelos para pasarlos a un segundo plano.
Solo tiempo después nos damos cuenta de que el sentido y la realización que decíamos tener en nuestra vida es solo producto de la imaginación y que, antes de pensar en los demás, debemos sentir cada acción y cada palabra para que así logremos que la razón y el corazón se unan para alcanzar la felicidad y la plenitud como su mayor misión.
Esto es sin necesidad de invalidar a los demás, pero, sobre todo, sin olvidar ni ocultar nuestra esencia, que nos hace ser inolvidables y es nuestra mayor aliada para dejar una huella imborrable en este mundo lleno de mediocridad y vacíos, a causa de la falta de valentía para brillar con luz propia y de claridad para entender que no hay necesidad de apagar la luz de los demás para encender la nuestra.

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