Autor: RafaelDavidzen[1]
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Parafraseando a James Parsons, la cordillera Central ha sido terra incognita[2]para la historia regional vallecaucana. Durante los siglos XVI y XVII, esta importante cadena montañosa fue conocida con el nombre de “La Sierra Alta de los Pijaos”. En sus vertientes occidentales se fundaron las antiguas ciudades de Cartago y Buga, quedando en frontera de guerra con los territorios pijaos de la cordillera .Grandes acontecimientos dieron lugar en las oquedades e intersticios que fueron calificadas de “horrorosas” por los españoles. No obstante, fueron lugares sagrados para el indio.
Trascendiendo las habituales confrontaciones militares entre castellanos y “naturales” como así denominaban los ibéricos al indio, ¿podría subyacer una contienda alegórica acerca del paisaje cordillerano? En ese sentido, existen elementos literarios que se remontan a la Época Colonial, (incluyendo las escasas y primitivas voces del dialecto pijao), que dan testimonio de un enorme simbolismo lingüístico que estos actores concedieron a la montaña, colmándola de efusivos contrastes en sus interpretaciones del monte, del relieve y en general de la naturaleza, posibilitando un territorio pletórico de metáforas terroríficas y sagradas.
En primer lugar, el temor del castellano frente al bosque provenía de acepciones figurativas asociadas con las creencias medievales. El monte se presentaba ante el español de aquellos tiempos, caracterizado con sus sombras, sus tinieblas, sus oscuros, su flora espinosa y espesa, en fin, un locus horridus[3].
El locus horridus, encarnó a la Sierra Andina, haciéndose visibles ante los ojos de Fray Pedro Simón y Diego de Bocanegra, quienes, para interpretar sus expresivas emociones frente al relieve montañoso, compusieron sintagmas como “oscuros bosques”, “ásperas breñas”, “oscuras quebradas”. Además, la tenebrosidad fue parte de la poética de Juan de Castellanos, quien magistralmente combinó su admiración con semblantes sombríos, advirtiendo en su lírica un cúmulo de cantos desfavorables hacia los Andes: “Dejando los albergues agradables, /los campos y sabanas apacibles, /por las montañas van inhabitables /y lugares que son inaccesibles, /Y con trabajos tan intolerables /Que no pueden pintarse de terribles: /Obscuros bosques, ásperos breñales, /Avolcanadas tierras, cenagales” (Castellanos, 1852, p.473).
Esa visión épica de “La Sierra Alta de los Pijaos ”fue también relevante en la imaginería de Juan de Borja, quien, liderando el ejército español contra los “indomables ”pijaos, escribió en prosa epistolar sus profundos sentimientos referidos a la cordillera:
…es la de mayor aspereza que se conoçe en todas las Indias de altísimos cerros y quebradas hondas, espesísimos bosques y muchos riscos y despeñaderos de muy gran peligro sin apaçibilidades de tierra llana con más apropiada disposición para fieras que para habitación de hombre. (Borja, 1922, p.30).
En contraste con la versión hispánico-andina del locus horridus; sus habitantes ancestrales, los indios pijaos(opositores acérrimos del castellano)la consideraban “creación divina de la Molá o serpiente sagrada”(Cortes, 2018, p.37).
En los escasos topónimos[4] que aún conservan de su primitiva lengua karib, se evidencia esa semántica de carácter sacro hacia los elementos del relieve y la naturaleza. La sabiduría ancestral logró conjugarse con el lenguaje produciendo el mito. Toda una arqueología del dialecto armonizada con el páramo, el río, el bosque y los animales como protagonistas. Así lo atestigua la etnohistoria (que comparten del Nuevo Reino y Popayán), a partir de la cual se mencionan toponímicos con el morfema inicial To, (prefijo diferenciador de divinidad): To-lima (montaña con nieve sagrada); To-turanbo (Páramo sagrado de ¿Barragán?); To-tumo (Páramo sagrado de ¿Las Hermosas?). Así mismo, la palabra To-tujandí, representó el árbol sagrado de los guazábara de Buga (Tascón, 1938, Pág. 246). También podrían tener alguna relación con espacios sagrados las voces: To-nasí (Páramo de ¿Las Domínguez?), To-nuro, To-nuxo y To-y-che (Páramo del ¿Quindío?).
En la etnografía de los pueblos pijaos del Tolima, el río Amo-yá es el afluente sagrado de la Taya Molá. En semejanza, para sus ancestros de la gobernación de Popayán, también eran sagradas la región de Baba-yá (podría ser el nacimiento del río Tuluá), Ego-yá y Bega-yá, (dos quebradas cercanas a Cartago en 1540); inclusive la voz quimbaya pudo referirse al río La Vieja, antiguo topónimo asumido por comunidades indígenas (¿panches?)desplazadas, que invadieron el norte del Quindío dejando legado de su lengua franca. Según la narración de Cieza de León, los quimbaya, no eran autóctonos de la hoya del Quindío. La pregunta es: ¿Quiénes eran los antiguos habitantes de la hoya quindiana, antes del arribo de los señoríos quimbayas? . Quindío fue frontera cultural prehispánica, y como tal es el resultado de mixturas e hibridaciones, asentamientos y desplazamientos.
En el bosque Andino pervive Locomboo, diosa pijao de la abundancia. En sus disminuidos relictos[5] boscosos los pueblos pijaos siguen sembrando su sustento y realizando el intercambio de alimentos aprendidos del principio de la reciprocidad que les infunde la diosa Lulumoy. Las aves y mamíferos alados como los murciélagos, inspiran los vuelos chamánicos, y los cantos del Mohán.
Entonces… para el indio, “La Sierra Alta de los Pijaos ”fue creación de la Molá (que representa su espacio sagrado) en oposición con el locus horridus castellano (que simbolizó el lugar tenebroso y lleno de fieras). En consecuencia, los castellanos de Cartago y Buga se sintieron incómodos con la montaña y movilizaron sus ciudades a las apacibles sabanas del río Cauca (evitando el arcabuco, el indio rebelde y sus “hoscos” espacios). En contraste, los pijaos sobrevivientes a la guerra, se refugiaron en lo profundo de la Molá, continuaron danzando sin olvidar sus tradiciones espirituales armonizadas con la naturaleza. Hoy son patrimonio vivo.
Referencias.
Borja, J.de (1922) Guerra de los Pijaos. (Trad. Tirado, E.). En Posada, E. (Dir.). Boletín de Historia y Antigüedades. ANH, Año XIV. No. 157.
Castellanos, J. de (1852). Elegía de Varones Ilustres de Indias. (Trad. por C. Buenaventura). Imprenta Rivadeneyra (Trabajo original publicado en 1589).
Cortes, G.,(2018) Molá; Toponimia de los sitios sagrados del pueblo Pijao en el Municipio de Natagaima del Departamento del Tolima.[Tesis de Grado,Universidad Externado de Colombia]. https://bdigital.uexternado.edu.co/handle/001/1400
Parsons, J.,(1979) La colonización antioqueña en el occidente de Colombia. 3ª Edición. Carlos Valencia Eds.
Tascón, T., (1938) Historia de la conquista de Buga. Ed. Minerva.
Triviño,L. (s.f). Simbolismos de la madera y el bosque en la mentalidad medieval. [Archivo PDF].https://www.academia.edu/30444324/Luc%C3%ADa_Trivi%C3%B1o_-
[1]Rafael Antonio Castaño Vélez. Docente Investigador. Divulgador de historias inéditas. e-mail: rafaelcastano@bolivariano.edu.co
[2] Significado de “tierra desconocida” o aún no explorada.
[3]Representan lugares horrorosos en los cuales la naturaleza está en estado salvaje, sin la intervención de la mano del hombre: desiertos, montañas, selvas.
[4] Nombres propios de lugares geográficos. Ejemplos: Amaime, Quindío, Andes…
[5] Relicto: remanente de un ecosistema en estado de regresión por causas naturales o antrópicas.
Rafael Antonio Castaño Vélez
Docente Institución Educativa Bolivariano Municipio de Caicedonia. Divulgador científico y asesor de la Corporación Ecoambientes. Estudios en Biología y Química con especialización en Gestión y Educación Ambiental. Cursa actualmente la maestría de Educación.
Publicaciones en diversas revistas sobre arqueología e historia del Valle del Cauca.
Reconocimientos: Distinción con la Medalla Cruz de Caballero. Gobernación del Valle 2000, Premio Nacional de Ecología 2003. Reconocimiento al mérito educativo, Secretaría de Educación del Valle del Cauca en el 2008. Reconocimiento como Gestor Cultural Municipio de Caicedonia 2018.
Espectacular; siempre digo a muchos que Ud. Es un hombre fabuloso; por lo inteligente y sabio; Dios me lo bendiga y el espiritu santo me lo acompañen siempre; abundancia en tu granero.