Cuando salí del pueblo le dije adiós con la mano y se quedó mamá vieja muy triste en la puerta del rancho (Mamá vieja – Los Visconti).

Su cabello de plata, sus ojos cansados y algunas arrugas se asoman por la piel de una mujer que está cerca de sus setenta y tres años. Su caminar es lento y su hablar está cargado de una sutil ironía que entre algunas risas le permiten conservar su característica seriedad y carisma. Quizás es esta actitud la que le ha permitido afrontar los bruscos cambios de su vida, que con la desaparición de su hijo y la muerte de su esposo ha forjado en ella una mujer fuerte, distante a los sentimentalismos.  

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Mientras Richard empacaba sus maletas, crecía su ilusión de cambiar el futuro de su familia o así lo recuerda su madre, quien asegura que su hijo soñaba con transformar sus vidas para siempre. Lo que nadie pensaba era que ese sería el último adiós o ese ha sido hasta hoy.

En el mes de marzo de 1993, Richard organizó una celebración familiar con el fin de festejar los quince años de una de sus hermanas. La reunión se realizó en la sede comunal del barrio, rodeados de amistades allegadas a la familia. Ese día se despediría para emprender su viaje a Barcelona, España.

Él era un hombre alegre, amable, soñador y amiguero. Es así como lo recuerda su familia, quienes desde hace veintiocho años esperan tener una noticia sobre el porqué de su desaparición, o mínimamente conocer el paradero de su cuerpo, pues ya han perdido las esperanzas de que aún se encuentre con vida.

Con un año en el extranjero la última acción que realizó fue enviar un dinero destinado para sus dos hermanas y su madre con el fin de costearles un viaje a San Andrés. Durante esa semana la familia no recibió ninguna llamada de él.

Sentada sobre la arena observaba la felicidad de sus dos hijas disfrutando su primera experiencia con las olas, pero su mente se encontraba más allá del mar, pensando en su hijo ausente, mientras le invadía la angustia de no volver a saber de él.

-Mi hijo solía llamarme todos los días. Fuera en la mañana o en la madrugada, pues por el cambio de horario. Esa semana yo llamaba a mi casa paterna a preguntar que sabían de él y mi papá tampoco tenía razón. Ahí empecé a creer que algo malo había pasado, pues cuando alguien es cumplido y preocupado por su familia y un día deja de hacerlo uno entiende que algo está mal-

Cuando regresaron de sus vacaciones, María realizó la anhelada llamada que tanto había esperado, pero esta estaba cargada de un misterio del que todavía no se halla respuesta.

-Llamé a la mujer con la que mi hijo vivía. Me saludó y cuando pregunté por Richard me dijo que me llamaría luego. Eso quedó así. Hasta que esa tarde mi papá me sentó en la sala y me dijo: “Mija, Richard está desaparecido”. Esas noticias duelen mucho- dice María mientras recuerda con dolor la ausencia de su hijo mayor.

La familia inició diversas “investigaciones” por su cuenta: videntes, santeros, brujos. Cada uno de ellos daba distintas aclaraciones que no lograban llegar a ningún fin, sólo sembraban mayor incertidumbre. Años después con la implementación del internet y los computadores que facilitaban más la comunicación con el exterior, su madre inició su búsqueda también por plataformas que permitían publicar información de familiares desaparecidos en el exterior, pero ni así logró obtener resultados. Por otra parte, ni emigración, ni el gobierno colombiano dio respuesta ante la desaparición.

Una amiga de la familia a quien se le dio el poder legal de investigar en España el caso, encontró versiones que concordaban con que el desaparecido había sido asesinado y arrojado al mar, pero los motivos aún se desconocen. Así como la muerte de Manuel, el padre de Richard, asesinado y arrojado al rio Cauca, que quedó como otro caso más de desaparición y asesinato sin respuesta legal.

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Manuel era un líder sindicalista y comunista. Profesor de judo y cinturón negro segundo dan, quien al igual que su hijo fue secuestrado, pero esta vez no en el exterior, sino en su ciudad natal Cali.

Un 15 de septiembre de 1989, Manuel se dirige a su trabajo como de costumbre. Despide a sus tres hijos y a su mujer. La última vez que lo vieron los testigos fue en el paradero donde esperaba la ruta todos los días. Las personas que testificaron en el caso, contaron que él fue montado forzosamente por dos hombres armados  en una camioneta blanca.

Varios días después de iniciar investigaciones respecto al caso, dos pescadores mencionaron haber visto un cuerpo flotando en el río Cauca cerca a Yumbo, por las fábricas de la zona. Debía tener ya varios días de muerto, pues su cuerpo se encontraba mordido por peces, hinchado y en avanzado estado de descomposición.

Mientras sus familiares investigaban día y noche en morgues, hospitales e incluso comisarías, seguían sin encontrar respuestas. Hasta que las pruebas de ADN indicaron que la persona hallada en el río Cauca, era Manuel.

Se encontró con siete impactos de bala en la cabeza. Estaba amordazado de pies y de manos con alambre de púas. Había sido torturado y arrastrado por tierra rojiza que aún permanecía en su ropa y botas.

-Él tenía una arena rojiza en su ropa, de esa que mancha, lo que me recordaba a la arena que se encontraba por ese entonces en el batallón… Yo siempre he creído que fue orden del mismo ejército, y como esos casos quedan así porque el Estado los tapa a su conveniencia. Eso pasó también con Manuel-

Se cree que el motivo de la tortuosa muerte fue por su lucha revolucionaria, pretendiendo defender sus ideales, silenciado a manos de oponentes. Su familia no quiso realizar más investigaciones hasta el 2006, año en que María ingresó a un grupo del que le habló un amigo de su esposo fallecido.  Esta organización se encarga de investigar los casos de muertes de líderes sindicales, desaparecidos y todos aquellos sucesos violentos que son silenciados por el gobierno. Su finalidad es ayudar a las víctimas de la violencia en Colombia y de alguna manera, reparar los daños provocados.

Hasta este momento, el gobierno no ha dado respuesta, a pesar de que la Organización ha convocado diversas citaciones e investigaciones e incluso el caso se presentó como petición ante Derechos Humanos Internacionales para la reparación de las víctimas, pero nada de esto ha resuelto el enigma de su desaparición y muerte. Mientras su familia mantiene la esperanza de que este caso no sea uno más de los que quedan en el olvido. Así lo afirma María.

-Ellos, los líderes como Manuel luchaban por tener un país libre, pero eso aquí en Colombia no surge porque aquí no hay libertad de expresión. Aquí callan a la gente matándolos-

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Sus recuerdos nublan sus ojos marrones, mientras su voz se mantiene con la brusquedad característica. María parece una mujer que ya no se permite sentir. Se ha negado el derecho de llorar una vez más por lo que aún le duele, pero sus ojos se inundan al escuchar canciones con las que recuerda a su hijo; como “El ausente”, que cada diciembre le lleva a pensarlo y a pedir por obtener una respuesta antes de que Dios la lleve y no conozca nunca que sucedió con él, así lo cuenta ella.

Le aparta un espacio en la mesa y se pregunta si aún vive, si se cambió el nombre y tiene otra vida en Islas Canarias, como se lo dijo una vidente que se hizo amiga durante las búsquedas que realizaba en internet, o si es su ángel como se lo dijo un santero que conoció hace pocos años en un diciembre cuando él se le acercó a decirle que veía a su lado un joven que tenía un mensaje para ella, diciéndole que no lo llorara, que él estaría con ella siempre, mientras a su lado veía el espíritu de su esposo que decía estar orgulloso de lo que había logrado con sus hijas.


María Alejandra Camacho

Octavo semestre de licenciatura en literatura

Universidad del valle – Sede Palmira

Asignatura: Periodismo literario

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