“A Caicedonia le canto porque la llevo en el alma
Porque en sus calles, traviesa, descalza, corrió mi infancia”.
William Piedrahita González.
Poeta.
En estos días, a raíz del desplome del puente “El Alambrado” sobre el río “La Vieja” y de que hace más de medio año se encuentra cerrado -por daños estructurales- el puente “Pompilio Gutiérrez” sobre el rio Barragán, en la carretera Panamericana; mi pueblo Caicedonia está incomunicado con el centro del país por ambas conexiones.
Es decir, casi tan incomunicado como estaba toda la región a principios de siglo XIX. Los primeros colonizadores preferían las zonas planas y no se aventuraban a coger monte arriba, por lo que Caicedonia, que fue fundado en 1.910 por Daniel Gutiérrez y Arango (hermano de Pompilio, el del puente cerrado) es uno de los municipios más jóvenes del Valle del Cauca. “Aquí estamos bien, del río La Vieja para arriba no se puede vivir, en invierno no hay donde poner la chocolatera y en verano no hay agua para hacer el chocolate[1]”, le escribía quejoso don Juan María Marulanda a don Lorenzo Jaramillo, un sonsoneño próspero por los réditos de la colonización del Viejo Caldas.
Como siguió ocurriendo hasta la década de los treinta del siglo pasado, cuando el presidente Enrique Olaya Herrera, a quien le decían “seis y cinco” ya que mantenía la cabeza levemente inclinada hacia la izquierda, se propuso unir las principales ciudades del país –sobre todo a Bogotá con Cali por medio de la carretera Panamericana que debería -a su vez- unir el continente americano desde Alaska hasta Tierra del Fuego en Argentina.
La carretera Panamericana es la espina dorsal de nuestro sistema de transporte por carretera. Antes de su construcción “los caminos eran veredas carcomidas por zanjas profundas que en el invierno formaban barrizales imposibles preñados de mosquitos y otros insectos. Los arrieros y viajantes mantenían los pies hinchados por el esfuerzo y por la buena provisión de niguas que, aferradas, no dejaban olvidar que constituían el parásito emblemático de la Colombia de esos tiempos[2]”.
Existía sí, aunque parezca imposible, “in illo tempore”, algo precioso que borramos de la faz de nuestra tierra hace 40 años: el tren que llegaba desde Cali o Buenaventura hasta Armenia pasando por La Tebaida. En 1927 se inauguró la estación Caicedonia y hasta ahí se llevaba el café, la panela el maíz, el frijol y el ganado. Ahora se hace balsaje recreacional, pero en ese tiempo, muchos caicedonitas comerciaban en Cartago sus productos de pancoger en balsas de guadua. Allá vendían todo, hasta las guaduas.
Si usted viaja hoy hasta el desplomado puente del Alambrado, podrá ver que a 250 metros todavía está el puente y la vía férrea carcomidos por el óxido y el olvido.
Con la caída y la sellada de los dos puentes, en realidad quien quedó incomunicado, partido o roto fue el país, pues ambos puentes son parte de la ruta Bogotá-Buenaventura, estratégica para el comercio internacional y nuestra competitividad.
Con el agravante de que las rutas alternas que se habilitaron para el transporte entre Bogotá y el occidente presentan también problemas en otros dos puentes sobre el río La Vieja.
En efecto, el puente “Piedras de Moler”, en la ruta alterna Alcalá – Quimbaya – Armenia – Calarcá, que fue construido en 1935, solo permite el paso de vehículos livianos en un solo sentido; es un auténtico vejestorio que puede colapsar de un momento a otro. “Llevo una hora viendo pasar camiones por el puente, ojalá no se vaya a caer con nosotros aquí encaramados” dijo al diario “El Tiempo” un conductor que pasó por el puente[3].
Y el puente “Simón Bolívar” que comunica a Cartago con Pereira y que es la otra ruta alterna para tractocamiones, también tiene graves fisuras y requiere intervención urgente. El caso es que pasó de recibir 5.000 vehículos a 30.000 y peligra que no los resista.
Los caicedonitas, que somos montañeros y pueblerinos, consideramos al pueblito con toda humildad como “el mejor vividero del mundo”, debido, entre otras, a que la carretera Panamericana atraviesa el municipio por la calle 14, por lo que a Caicedonia llegaban primero los periódicos, las revistas de moda, los discos y los chismes políticos bogotanos que a Santiago de Cali.
Uno de los más gratos recuerdos de mi juventud fue el paseo de bachillerato en 1971. Salimos a la madrugada, en bus, rumbo a Santa Marta por la estrecha y curvilínea vía Panamericana. La subida a “La Línea” se hacía con doble santiguada: una al arrancar el ascenso en Calarcá y otra al empezar la feroz bajada a Ibagué. En La Dorada cogimos el tren “Expreso del Sol” con vagón comedor incluido, que se tragó los 800 kilómetros del caluroso valle del Magdalena hasta el Caribe y me marcó para siempre en la memoria el azul intenso del mar Caribe,
Ahora, si usted quisiera hacer el mismo viaje no podría, porque el tren de pasajeros hace más de 20 años no existe y porque la carretera de la “Ruta del Sol” a Santa Marta, en la que se gastaron un cuarto de siglo construyéndola no la han terminado. Se la robaron impunemente con las coimas de Odebrecht. Solo queda un largo carreteable con dobles calzadas intermitentes, plagado de huecos y peajes.
Es claro que el gobierno de Petro no es el responsable de la desatención a los cuatro puentes, pero sí lo es de sus prontas reparaciones. Por lo pronto, el gobierno se ha comprometido en iniciar la construcción de un puente militar en el Alambrado que debe estar en funcionamiento en menos de dos meses; ya arrancaron los arreglos del puente sobre el río Barragán que deben terminar en cuatro meses, y estamos esperando que el ministerio de transporte se pronuncie sobre los de Cartago y de Alcalá.
En transporte férreo, Colombia está más atrasada que cuando se construyó el puente sobre el río La Vieja, ahora carcomido por el óxido y el olvido; en transporte fluvial estamos más llevados que cuando los caicedonitas vendían hasta las guaduas en Cartago; y en transporte por carretera oscilamos entre la esperanza y el desconsuelo, pues contamos con mejor movilidad y tenemos hitos de la ingeniería como el puente Pumarejo en Barranquilla y túnel de la línea, pero se nos siguen cayendo los puentes y averiando las vías.
Menos mal que ya no nos desangran las niguas.
[1] Libro Cuentos y Textos del Costeño País Vallecaucano. Pedro Luis Barco Díaz. Cuento: La Auténtica Aunque Increíble Historia del Pollo a la carreta de Caicedonia. Sin publicar.
[2] Ibidem.
[3] En Quindío Autoridades Temen por Colapso de Puente Utilizado Como Vía Alterna. El Tiempo, Laura Sepúlveda. 13 de abril 2023.