Termina 2023 y Caicedonia adolece de un plan, programa e infraestructura para el turismo básico a pesar de campañas, viajes, representaciones, propagandas y buenas intenciones por parte de la administración y de las personas delegatarias de tal función.

El turismo normal, no el arrasador, depredador como el de Salento, Filandia y otros pueblos del Quindío donde sus pobladores han sido desplazados de su modus vivendi por el poder adquisitivo de la inversión extranjera y, por ejemplo, en Buena Vista, es posible hallar en medio de las montañas un restaurante de excelente calidad, elevados precios y hermosa vista, pero al cual solo pueden acceder los de billetera gruesa y transporte asegurado.

El turista normal, el invitado familiar, el que llega por algunos días, hace turismo normal y ese tipo tiene falencias en nuestro municipio.

Sí hay dos hoteles, de buenas instalaciones, pero, los huéspedes encuentran que no hay aire acondicionado, ascensores, señal de wifi, tampoco transporte asegurado y mucho menos piscina o zona húmeda. Antes que otra cosa se debe implementar un buen servicio de alojamiento suficiente para atraer turismo.

No hay personal bilingüe que oriente al turista extranjero, y les ve en la calle desorientados.

No existe o por lo menos no funciona una entidad orientadora y programadora de salidas a diferentes sitios “turísticos” de Caicedonia. No hay responsables de transportar y atender a quienes deseen conocer El Parque de las Heliconias, o La vereda Burila, o El Templo de Montegrande, o la vereda Samaria, o Barragán, o un tour por los diferentes y nuevos barrios del pueblo. Además, y a pesar de la propaganda al exterior no hay un museo de la historia caicedonita que se pueda visitar, los templos permanecen cerrados, tampoco el famoso y difundido corredor para observar aves.

Sin embargo, hay muchas cosas positivas. La seguridad que siente un turista en nuestro pueblo porque las gentes son muy atentas, la variedad de sitios para sentarse un rato a retozar, jugar billar o degustar calidades de café.

Tratando de organizar una visita a Samaria con todo incluido, afortunadamente hallamos al Señor Héctor Marín quien se encargó del transporte, refrigerios, almuerzo y atención de 30 turistas de diferentes nacionalidades y ciudades colombianas.

Llama la atención que no exista un plan de turismo hacia este corregimiento, pues haciendo salvedad del estado pésimo de la carretera, lo demás es excelente. El almuerzo, un típico fiambre, las bebidas, la avena o el kumis, todo incluido en el plan ofertado por el señor Héctor y su hija Valentina, poseedores del Restaurante Samaria en Caicedonia y con raíces en Samaria.

Es el caso de una persona o una familia la cual hace más por los turistas y el turismo que toda una entidad que posee ingentes recursos para tal fin.

Muchas cosas y actividades se mueven alrededor del turismo básico: quien organice eventos a pequeña, mediana y grande escala, donde organizarlos, sitios para pernoctar con comodidades. Todo esto lo tenemos en Caicedonia: Sonia Salazar, su organización y funcional equipo, el Club de campo y Pesca con su administración, atención e instalaciones, Finca de recreo de Eli Giraldo, el Hotel Estelar y el Chamaná, y muchas entidades y personas más que pueden ser tenidas en cuenta para organizar un grupo multidisciplinario que dinamice la atención a los turistas, difunda lo que tenemos y haya una delegación de funciones y responsabilidades que, por ahora, están centralizadas y disfuncionales.

Todo esto se puede integrar de manera funcional en un plan que permita dinamizar el turismo, proyectar una buena imagen y atraer visitantes. Pero no dejarlo en manos de una sola persona que no ha podido presentar ni siquiera una oficina de orientación al turista.

En Jeep vía Samaria.

Grupo Turistas

Trepados en el Jeep

Valentina la guía

Siendo atendidos en Samaria.

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