Con alguna frecuencia, en una estigmatización que data de hace años y que se acentúa cada cierto tiempo, es factible escuchar como nuestra querida Génova, la del extremo sur del Quindío, es identificada como la cuna de personajes de no grata recordación en el campo violento del país, tales los casos de Pedro Antonio Marín y Luis Alfredo Garavito Cubillos, quienes han llenado folios judiciales e informativos con su accionar al margen de la ley.

Pedro Antonio Marín

Pero para ser consecuentes con la realidad, es bueno advertir que la maldad incubada en estos tristemente célebres personajes, no tiene nada que ver con que hayan nacido en la sureña parcela quindiana.

Es necesario entonces ahondar un poco en el periplo de los referidos para encontrar algunas similitudes de los dos personajes, las que son claras como el agua e irrefutables por quienes conocen un poco de sus andanzas nada positivas para la región o para el país.

Si bien es cierto que los registros primarios de los individuos que nos atañen están en el despacho parroquial de la iglesia San José cuando eran imberbes y descubierto de maldad y recibieron las aguas bautismales, también es muy cierto que años más tarde, cuando la pubertad y la juventud los envolvía, se bañaron con las aguas de Ceilán, y eso ya está probado.

Marín, después de dejar la escuela en la región natal corrió en busca de fortuna hacia la región central del Valle del Cauca, todavía sin los asomos de maldad que más tarde lo harían famoso, allí desempeño variados oficios, complementándolos como es apenas obvio con el baño de las aguas que surten la población.

Por su parte Garavito, en condición de estudiante agropecuario, concurrió a clases en centro formacional de esa población, acudiendo como es apenas lógico a la utilización de las aguas regionales, las que como en el caso de Marín también Garavito, fueron cambiando de piel.

Luis Alfredo Garavito

Después de tortuosos meses o años en la tierra del azúcar, cada uno en diferentes épocas volvieron a la tierra natal, pero como dirían las abuelas, a su regreso ya tenían “el diablo adentro”, y podemos estar convencidos que ello no tiene otro origen que el agua de Ceilán. No hay que olvidar que por allí en ocasiones pasaba el reconocido “cóndor” Lozano, quien por igual se solazó en la construcción de una vida tenebrosa.

Para nadie es desconocido el accionar violento de más de medio siglo propiciado por Marín desde las montañas de Colombia, en una historia real, y por igual es sabido como Garavito en su deambular por diversas regiones del país y desde el exterior, dejó una verdadera estela de sangre con el sacrificio y violación de un alto número de menores que cayeron en sus sádicas garras.

Consecuencialmente, queda claro que los referidos personajes obtuvieron un pasaporte de maldad generada por el agua de la tierra que visitaron por un tiempo, y donde al parecer el agua de la zona borró la vida sana, y les cubrió con la maldad.

Que me perdonen los amigos de la población valluna, pero los tozudos hechos nos dan la prueba fehaciente de un cambio sustancial en las costumbres y modos de actuar de estos dos personajes, lo cual puede atribuirse al agua de Ceilán.

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