
Estudiante de octavo semestre de Licenciatura en Literatura
Universidad del Valle, sede Palmira.
Amante a los libros, el deporte y los animales.
-Estaba con unos amigos, todos estábamos contentos y de un momento a otro se formó un tiroteo, yo quede en medio de él y solo sentí un ardor en mi espalda- Me dice señalando el lugar exacto donde entró la bala, en tanto su mirada pareciera perderse en aquellos recuerdos, intentando volver a un pasado oscuro y de mucho dolor.
– Solo se escuchaban gritos, decían !¡Al suelo, todos al suelo! mis amigos ¡Le dieron a Nacho! y unas personas corrían hacia mí para ver cómo estaba, y otros trataban de encontrar un lugar para estar a salvo, después de eso no recuerdo mucho de ese momento.
Él es Hernando Vargas, un hombre de 50 años de edad quien vive en Villagorgona, Candelaria, Hernando es de un carácter fuerte, algo serio, no solo conmigo, sino también con sus hijos, quienes nos acompañan hoy. La discapacidad para él llegó un 5 de junio, hace 10 años, cuando una bala impactó en su columna, causándole paraplejia impidiéndole mover sus miembros inferiores.
Al preguntarle qué le había sucedido, lo primero que me dijo fue -Estaba allá metido. – Señalando la antigua Dubai, y es que en este pueblo tan pequeño, ¿quién no conocía Dubai?
Para los que no son de Gorgona, Dubai era una discoteca a la que muchos habitantes del municipio amaban, todos los fines de semana se llenaba y ofrecían una gran variedad de eventos que a todos les gustaba, pero desafortunadamente años atrás le tocó cerrar por los constantes disturbios, riñas y robos que ocurrieron en aquel bailadero.
Para Hernando ese fue el día más oscuro de su vida, fue un giro de 180°, tuvo que pasar un tiempo para que él aceptara lo que estaba sucediendo. Que no solo lo afectaba a él sino a todas las personas que lo rodeaban. – Yo le agradezco mucho a mi familia por no dejarme decaer, siempre tratan de sacarme una sonrisa, aunque a mí me costaba mucho hacerlo, pero gracias a Dios las cosas mejoraron para todos nosotros. – Comentaba él, mientras sus brazos se le ponían como piel de gallina.
Para Hernando y para su familia pasar por ese momento fue demasiado difícil, ya que ellos no habían pasado por algo parecido. -El no poder caminar hizo que yo entrara en depresión, no quería hacer nada, solo estar acostado, porque desde el principio me limitaron a hacer las cosas. Me decían no haga esto, venga lo llevo, venga yo le hago. Y como todo me lo hacían, yo ya no quería hacer nada.- Estas palabras de Hernando en cierta manera me hicieron entender y caer en cuenta que cuando vemos a una persona con discapacidad creemos que no son capaces de realizar algunas actividades y queremos darle la mano, aunque no necesiten ayuda.
De esa manera, pienso que las personas no sabemos o no nos explica cómo tratar a una persona con discapacidad, muchas veces se les ve con otros ojos, como personas que no pueden hacer cosas por su condición y por eso es necesario entender que las personas con discapacidad tienen las mismas facultades que los demás y que son capaces de realizar las labores que se les asigna.
A lo largo de ese duro camino, Hernando encontró la manera de no dejarse caer por su condición y se levantó, para luchar.- Barreras he encontrado muchas desde que estoy en esta silla de ruedas mi mayor miedo era no poder ver crecer a mis hijos y no poderles dar lo mejor, pero que entendí que para poder verlos triunfar tenía que esforzarme y cuando comprendí que era lo que me tocaba, esta silla se convirtió en mi mejor amiga.- Dice tocando su silla y por primera vez desde que habíamos iniciado la conversación una sonrisa se dibujaba en su rostro, mirando a sus hijos con una ternura increíble.
–Ey viejo, ¿cómo estás?- se acerca un señor a saludarlo, cruzan algunas otras palabras que no presto mucha atención por mirar los gestos de Hernando. Y luego solo escucho un “Hasta luego”.
- Amigos que me deja la vida en los momentos difíciles- Me dice soltando otra sonrisa. Cambiando rotundamente la expresión que tenía desde el inicio de nuestro encuentro, cogiendo un poco más de confianza y me dice.
– Gracias a Dios las personas han tomado más conciencia y ahora en los parques y restaurantes ya hay rampas para que nos podamos movilizar mejor y así tener más integración con las personas, cuando recién inicié no había eso y no podía asistir a muchas reuniones con mis amigos, me perdí de mucho mientras estaba encerrado- Sigue diciéndome.
Como era de esperar, luego de levantarse de aquella lucha diaria, y sin imaginar lo que le seguía, comenzaba el mayor obstáculo al que se enfrentaba después de aquel 5 de junio cuando sintió que su vida se había venido abajo. Encontrar un trabajo para poder darle un futuro a sus pequeños que en ese entonces tenían 4 y 5 años de edad.
“Es que a las personas discapacitadas no nos dan la oportunidad de trabajo y sentí miedo porque no encontraba nada”- Fueron muchos años por los que luchó, haciendo y vendiendo cosas como trabajador independiente, porque ninguna empresa le daba la oportunidad de ejercer.
Justo en esa etapa difícil llegó el deporte a su vida, al no encontrar trabajo comenzó a organizar eventos deportivos con sus amigos más cercanos, – “Mi amigo, el que me saludó me dió la idea, me dijo que si siempre me había gustado el deporte que empezara por allí”
De esta manera, empezó con algo pequeño, torneos para adultos en el barrio, el torneo de rodillones como lo llaman las personas, luego al ver cómo las personas iban llegando y queriendo ser parte del equipo, pidió la cancha un fin de semana para hacerlo allá, un lugar más grande para que las personas de este pequeño, pero al mismo tiempo grande pueblo lo conocieran más.
Poco a poco, el torneo de rodillones ya no era solo un torneo de barrio, sino que se fué convirtiendo en uno de los mejores torneos para jóvenes, adultos y personas aficionadas al fútbol. “Es lo mejor que pude hacer, requiere mucho esfuerzo y organización para que todo salga bien”.
Cada año Hernando realiza varios torneos: uno infantil; otro juvenil; el de las mujeres; y el más apetecido por todos, el de los rodillones donde asisten personas adultas de todas las edades, hasta exfutbolistas profesionales como lo es Rubiel Quintana ex jugador del Deportivo Cali.
De esta manera, Hernando logró lo que por años había luchado, tener un trabajo y poder darle lo mejor a sus hijos y a su familia que nunca lo abandonó, ni mucho menos dejó de creer en él. “Por la gran acogida de mis torneos, un profesor del Imder de aquí de Candelaria y gran amigo mío, me dijo que me iba ayudar a que me contrataran desde la alcaldía, para que mi trabajo fuera más reconocido monetariamente”,
Es de esta forma y por la confianza que se tuvo, llega al deporte y la recreación de la alcaldía, como entrenador y organizador de torneos de fútbol de todas las edades, él lleva un año contratado por Imdercan y ha sido de gran ayuda para toda su familia y para sus hijos que ya son adolescentes y no dejan solo a su padre.
Es así como Hernando salió adelante y no se dejó vencer por la discapacidad inesperada que llegó a su vida. El deporte para muchas personas ha sido el escape de superación de muchas enfermedades, la actividad física hace a una persona más fuerte, no solo físicamente, sino también mentalmente. Para Hernando no fue haciéndolo, sino generando en su comunidad más espacios deportivos y recreativos, esto lo ayudó no solo económicamente, sino que también lo ayudó a levantarse todos los días para luchar.