En área inferior de la plaza principal, la que por la época igual servía durante los fines de semana como lugar del mercado, estuvo una construcción circular, la que posteriormente se convirtió en un establecimiento de bar.
Era una edificación de madera, que con el paso del tiempo se fue conociendo como “el kiosco de Gannem”, una construcción un poco levantada del piso para superar el desnivel de la plaza, y con techo de zinc, convertido siempre en un punto de referencia.
Era Gannem Hassan una persona proveniente de Turquía, y quien por los años 50 y 60 encontró acomodo entre la sociedad, después de establecerse al igual que otros compatriotas suyos Benjamín y Luis Avivi. Su figura no muy alta, un poco grueso y con ojos claros, con la pronunciación a veces poco inteligible, durante su larga permanencia entre los genoveses lo llevó a peinar canas.
Gannem mantuvo su actividad en este lugar, el cual era uno de los preferidos para el consumo del popular café a más de pequeño bar, el que casi siempre cerraba sus puertas tarde en la noche. Claro que cerrar era un decir, pues la construcción, aparte del espacio del bar, era en su totalidad casi un espacio al aire libre, y cuando culminaba la tarea diaria, mesas y sillas eran guardadas de manera ordenada en el estrecho espacio que servía de bar.
El kiosco era un sitio obligado de encuentro y centro de negocios, especialmente por los comerciantes de ganado, y atendido por el propio extranjero, cuyo hablar era llamativo por aquella confusión que siempre hacía de su escaso español, lo que a la vez era aprovechado por algunas personas para hacer imitaciones que causaban hilaridad entre los escuchas.
Desde el área del kiosco se vio y se vivió un pasar de sucesos de la localidad, y su propio piso se tiñó de sangre en alguna ocasión, en trágico suceso que cobró la vida de uno de los más prestigiosos dirigentes de la localidad, don Alejandro Jiménez.
En alguno de los años que pasaron, el adelanto propuesto en el municipio determinó una remodelación de la plaza, lo que llevó a la demolición del histórico lugar, y como una manera de mantener el apoyo al personaje, se construyó otra obra la que no contó con la acogida esperada y su vida útil fue efímera.
El kiosco de Gannem Hassan vio pasar gran parte de la historia viva del poblado, y sin conocerse el motivo del arribo del extranjero, que se granjeo muchas amistades, de igual manera un día abandonó el poblado, de seguro con un cúmulo de historias, y años después recaló en Pitalito (Huila), donde encontró algunos amigos oriundos del municipio que lo acogió gran parte de su vida.
Desplegando algunas actividades entre ellas la venta de lotería, culminó su vida terrenal en el año de 1975, y en esa población huilense quedaron sus restos mortales, mientras su recuerdo y el del viejo kiosco va desapareciendo lentamente en la historiografía de esta sureña tierra quindiana.
La plaza de Bolívar, en su zona inferior, frente a uno de los más tradicionales establecimientos de café, mantuvo por años el que se conoció como el kiosco de Gannem, sitio que sirvió como centro de negocios y que atendido por este extranjero fue uno de los espacios representativos del pasado de la población.
La plaza principal de Génova, hasta los años 70 era el centro de comercio, con la venta en los días de mercado, de manera especial el domingo, de diversos productos, y en la parte inferior, también por mucho tiempo funcionó el denominado kioco de Gannem, ya perdido en su construcción y en la historia.