En el desorden social que vivimos actualmente en Colombia, el Estado, todas sus instituciones y algunos empresarios o adalides de una parte de la sociedad política colombiana, utilizan un lenguaje, palabras o frases con doble sentido para divulgar sus creencias, su pensamiento. Esla forma unilateral de ver la crisis humanitaria que, desgraciadamente, ha llegado a una explosión social generada por el mismo Estado y, por qué no decirlo, por unos pocos de esos empresarios que tienen tanta culpabilidad en esta crisisde destrucción aupada por grupos extremistas pero que en la gente del pueblo raso ha dejado asomar una conciencia social de abandono, de exclusión, de explotación e injusticia.
Una táctica de justificación velada de las partes en conflicto social, es el EUFEMISMO, razón por la cual nos hemos fundamentado en varios tratadistas internacionales que han analizado, profundamente, las razones para desobedecer el Derecho
“Utilizar el aparato coactivo del Estado a fin de mantener instituciones manifiestamente injustas, es en sí una forma de violencia ilegítima que los hombres, a su debido tiempo, tienen derecho a repeler” 1
Por etimología, el EUFEMISMO, es toda palabra, vocablo, expresión o concepto que alguien utiliza para variar la tesis central de una frase, una situación social;es la esencia de algo que produce un efecto nocivo, adverso o muy fuerte en contra de otra persona, la sociedad, una institución pública y/o privada. Los tratadistas plantean que su utilización puede servir como forma de manipulación social en cuanto que sustituye, de cierta manera, la realidad de un hecho histórico, geográfico o social que acontece en el mundo convulsionado que vivimos. Sirve para rebajar los efectos de una situación, de un levantamiento social, de tensión política;se utiliza para engañar o justificar un desatino, un daño colateral, aleatorio o directo.
Para los corruptos, quienes saquean sin misericordia nuestros magros impuestos; para contratistas que elevan inmisericordemente los costos reales que utilizan en una obra, es frecuente que la “gente de bien”, los dueños del poder los llame, “personas o doctores que desviaron su camino”, término cuyo significado real debería ser “delincuentes, criminales que se roban el presupuesto nacional”.
En el letal conflicto armado que hemos sufrido por décadas, que ha costado sangre, muertos, violaciones, los agentes armados ilegales utilizan el eufemismo en el Derecho Internacional Humanitario (DIH) para justificar sus crímenes: tipificanel secuestro y enjaulamiento de seres humanos, civiles y de fuerzas armadas constitucionales como “retenciones”, cuando en la realidad pueden catalogarse como crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad. Un acto de terrorismo como la explosión de un carro con dinamita al interior de la Escuela de policía en Bogotá asesinando a 22 jóvenes estudiantes inermes, lesionando a muchos más, dicen los bandidos que es un “acto legítimo de guerra”. “Falsos positivos” llaman algunos asesinos colados en las FFAA al asesinato de inermes jóvenes, desarmados, con el fin de obtener prebendas, siendo, simplemente asesinatos, crímenes de Estado y no el eufemista término, falso positivo. Esos bandidos con disfraz de militares han lesionado el sentir de verdaderos luchadores por la defensa del Estado, de los colombianos, lesionando los lemas de Patria, Honor y Lealtad.
Uno de los crímenes más horribles es el que se comete bajo el eufemismo de la “limpieza social”. Asesinos que deambulan por calles y pueblos matando personas por su condición social de pobreza: recicladores, habitantes de la calle, prostitutas, comunidad LGTB y demás personas rechazadas por la llamada “sociedad” que, según estos adoradores de Hitler, afean las ciudades y son “incómodos”. En comunas de las grandes ciudades han desplegado dispositivos armados de tierra arrasada con el argumento de ser bandas armadas y sicariales que abundan en estas localidades. No se impone la ley, el derecho como debe ser es un llamado Estado de Derecho. No, el exterminio, el asesinato selectivo es la manera que criminales, del Estado o pagados por el Estado o por acciones omisivas del mismo se convierten en dioses y ley para sacar del medio a los “incómodos para la sociedad”.
Bajo verdades a medias de una reforma tributaria para sostener programas sociales, el gobierno actual en nuestro país trató de imponer una inhumana reforma que afectaba la ya empobrecida clase media y llevaba a aumentar el porcentaje de más pobres a una pobreza casi que absoluta. Colombia, un país desigual donde los políticos que llegan a Senado, Cámara y Asambleas departamentales ganan cinco veces más que profesionales especializados en salud, por ejemplo y más de 30 veces el sueldo mínimo de la mayor parte de la población además de tener carros de alta gama, escoltas, armas, teléfonos y viáticos de estadía en Bogotá. La gente explotó y las consecuencias funestas de esa protesta social ha tenido un impacto lesivo en la economía colombiana. Billones de pesos se pierden en corrupción, altos sueldos de funcionarios estatales y otros tantos billones perdidos o robados por contratistas del Estado con obras que no cumplen las condiciones mínimas de duración. Todo esto, afectando el presupuesto nacional. El eufemismo radica en encubrir con una frase el asistencialismo asocial para dedicar el más alto porcentaje de la carga impositiva a la burocracia y a la corrupción.
Podríamos relatar muchos más eufemismos dentro de la situación política que vive el país. Hoy más que nunca recuerdo dos intervenciones en foroscon Gregorio Peces Barba, mi profesor de Constitucionalismo en la universidad Carlos III de Madrid. En la primera clase sobre Derechos Fundamentales dijo algo que quedó en mi memoria: “cuando un ser humano lesiona a otro ser humano o le quita la vida, está lesionando a un ser único e irrepetible y cuando lo asesina, está desapareciendo del universo a un ser único e irrepetible”.En otra intervención inolvidable, aseguraba que la mayor parte de los países de América posan como democracias siendo dictaduras o son dictaduras con tintes aparentes de democracia. Sintetizó el análisis, en una palabra: DEMOCRATURAS.
Soy responsable de lo que escribo y tengo los elementos teóricos básicos para demostrar y decir que Colombia, nuestro país del alma, que duele por la injusticia, la insolidaridad, la inequidad, no es un Estado de Derecho, simplemente es, una DEMOCRATURA.
POST SCRIPTUM: enorgullece saber que la gente humilde, aquella que se ha levantado con esfuerzo familiar o personal, sin prebendas de ninguna clase, sin el más mínimo intento de ser corruptos o malas personas, son también, como muchos industriales, dueños de grandes predios rurales, empresarios y unos pocos jefes políticos, gentes de bien y son, esos sí, buenos y son más. Aquí ubico un ejemplo: Egan Bernal. Hace parte integral de los hombres de bien y, de lejos, es de los que integra en Colombia el selecto grupo de los “buenos somos más”. ¡Qué gran colombiano!
- Rawls, Teoría de la Desobediencia Civil, en R,M Dworkin. La Filosofía del Derecho. Fondo de Cultura Económica, Méjico 1980.