Arrierías 86

 Carlos Alberto González Quitan.

 Arq. Mgs. Desarrollo Educativo y Social.

Es necesario reflexionar en el escenario de la cultura, sobre el ambiente y el cuidado del entorno como cimientos de vida y convivencia. Una manera de hacerlo es ejercer una acción comunicativa reflexiva a partir de lo que hacemos, de la vida que llevamos, de lo que nos rodea, de la calidad del lugar donde vivimos y del papel que desempeñamos para el mejoramiento de nuestra existencia, como de las acciones con las que contribuimos para la mejora o deterioro del entorno. Las ciudades y conurbaciones tienden a emplazarse en zonas generalmente ataviadas de naturaleza y abundantes recursos, pero paradójicamente somos en general indiferentes a esos recursos y regalos que nos ofrece el medio; con frecuencia lesionamos con nuestras acciones el hábitat y su equilibrio, depredando el entorno, salvadas excepciones de aquellos que no solo mantienen la consigna de vivir en ellos, sino que demuestran con sus actos fidelidad al compromiso y la responsabilidad social en torno a un desarrollo sostenible del lugar donde vivimos.

La cultura eco ambiental integra el saber y cuidado del entorno y el lugar que nos sirve de cobijo, y que se ofrece como escenario para desarrollar las interacciones del ser, estar y hacer en bienestar.  En nuestro medio buena parte de los desarrollos, están orientados a la explotación y a la depredación, y en general a cómo utilizar los medios productivos de trampolín para lograr a toda costa y a cualquier precio, el goce y el disfrute del individuo, lesionando el medio ambiente, viviendo como se nos antoje, violentando y agrediendo lo edificado y cultivado por otros seres, utilizando para ello el escudo de la libertad, la privacidad, la libre competencia y el libre desarrollo. En el mejor de los casos, predicamos amor a la naturaleza y nos consideramos ambientalistas, pero de solo palabra, dado que aún con las mejores intenciones, mantenemos malos hábitos y costumbres poco saludables.

La dimensión Eco Ambiental comprende el territorio, el suelo y el subsuelo, la naturaleza inerte, viviente y sintiente, que abarca la flora, la fauna, los recursos naturales vegetales, minerales e hídricos, el clima y su impacto, el manejo del medio ambiente, el uso y manejo de los recursos y los residuos, la planeación y las políticas sobre el territorio, coherencia y participación ciudadana en torno a el respeto y defensa por la naturaleza, el ambiente y el lugar.  La calidad del sitio y del entorno donde vivimos depende en buena parte, de nuestra actitud y compromiso con el hábitat en el que residimos, el cual comprende el lugar, la infraestructura, los servicios, el equipamiento, los actores sociales y las relaciones, los cuales deben ser asumidos como un tejido sistémico de responsabilidad social individual y colectiva.

Hace parte de la Cultura la visión Ecosistémica, es decir, el Ser Humano en armonía e identidad con el medio ambiente como Uno/Todo, propiciando en la  coexistencia una vida digna y la mínima afectación a través de las acciones y quehaceres diarios en procura de no ser actor depredador o contaminante, el tratar de consumir al mínimo elementos que afecten o destruyan los recursos, o en caso de fuerza mayor, reponer, reparar, y en lo posible abstenerse del uso de elementos que puedan lesionar la naturaleza, afectarla o contaminarla.

En este aspecto, se hace útil para garantizar un equilibrio entre consumo y existencia armónica, el adoptar y practicar hábitos de vida saludables y conscientes, como el nutrirse en lo posible con alimentos sanos, utilizar recursos renovables, minimizar el uso de sustancias aditivas, empaques, sobre todo aquellos que no son de naturaleza biodegradables, clasificar y separar los residuos, ofrecer buenas formas de manejo, condiciones de seguridad y prevención de accidentes, utilizar elementos de condición y energía eficientes, apoyar a las instituciones de servicios, infraestructura y aseo, participar en campañas de limpieza, cuidado y ornato, manejar con sumo cuidado el vertimiento de aguas residuales, ofrecer una buena disposición y manejo de los residuos sólidos, y acatar  las instrucciones preventivas que los entes de servicio y de control nos ofrecen.  

Una de las formas de constituirnos de manera práctica en seres pro ecosistémicos es asumir en torno al consumo diario las reglas de la responsabilidad ecológica conocidas como las 3 R: 

  1. REDUCIR. El cual tiene diferentes campos y aspectos como: Disminuir el consumo, uso de energía, el prever necesidades y disponibilidades. El de Reparar, ofreciendo más tiempo a la obsolescencia, arreglando, manteniendo y reparando la parte y el todo antes de desechar los elementos. Igualmente, el de Minimizar, disminuyendo riesgos y escogiendo las acciones que ofrezcan el menor impacto.
  1. REUTILIZAR. En busca de conservación y eficiencia. Lo cual implica utilizar al máximo los elementos que tenemos a nuestra disposición. Compartir el elemento, bien o servicio, con otros para darle mayor utilidad y eficiencia. El Mercadear los objetos usados, ofreciendo la posibilidad de utilizar con mayor duración, empleo y efecto los implementos y disminuir en el tiempo su condición de residuo. También Dar Otro Uso, ofrecer recursividad, colocar a disposición el elemento, el objeto o parte de éste para otra función o propósito diferente, aprovechando al máximo su existencia.
  1. RECICLAR. Se trata de Rescatar en lo posible un elemento, material o partes de un equipo o conjunto que no sirve. Es una forma se Reincorporar la materia prima, los elementos o partes constitutivas de un objeto al cúmulo de recursos, sin necesidad de emplear nuevos materiales o como complemento de ellos sin consumo de mayores gastos y energías. Reciclar hace que se lleven menos elementos al cúmulo de residuos y se aproveche con eficacia el bien deteriorado, obsoleto o inservible para determinado uso.

Sea ésta la oportunidad para reflexionar sobre la importancia de vivir en armonía cuidando el entorno, asumiendo hábitos ecológicos, colaborar en la socialización y divulgación de estos sencillos pero valiosos principios de cultura ambiental ciudadana.

La Cultura Ciudadana se interioriza con las buenas prácticas y el ejemplo desde el hogar, el vecindario, la escuela, el trabajo y el espacio público; si practicamos las buenas maneras de vivir, el civismo y la urbanidad a diario, y los convertimos en hábito, con ello contribuiremos no solo al cuidado del ambiente, sino a la trascendencia del Ser y la expansión de su consciencia

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