Génova Quindío.

En los albores de la creación del poblado, uno de los pasos primarios los constituyó sin lugar a dudas el trazado de la plaza principal, la cual como en la gran mayoría de localidades colombianas habría de recibir el nombre que honra al Libertador de América, el gran Simón Bolívar.

La plaza de Génova, epicentro de variadas actividades, presenta un diseño especial, copia de la italiana en Corvetto

En algún tiempo, sin contar la plaza con un busto o estatua que representara al Libertador, mantuvo en sus dos costados bustos de otras personas, entre ellos el ex presidente Laureano Gómez Castro y del general Gustavo Rojas Pinilla, busto este que fuera derribado y destruido al derrocamiento del dictador. Y fue en los inicios de la década de los 70 se instaló un busto del Libertador.

En ese trazado diseñado por los colonizadores y por igual como un homenaje a la patria chica del descubridor de América a quien don Segundo profesaba gran admiración, se hizo copia de la plaza de Corvetto en Italia con la singular muestra de diez entradas o salidas y una calle que cruza por el centro, la cual mantenía unas canales empedradas que permitía el correr de las aguas lluvias.

Se definía por igual, de manera clara los espacios que serían ocupados por la iglesia y la administración, todo ello con una proyección que convocaría en el futuro a toda la comunidad, y siempre con la percepción de que el sitio fuera el eje de la mayoría de las actividades, tarea que se ha cumplido sin ninguna clase de dilación a lo largo del tiempo en esta localidad.

Alrededor de ese trazado se fueron edificando las proyecciones, a las que se sumaron en el paso de los años otras construcciones como el cepo que funcionara sobre la hoy denominada carrera 12, y donde años más tarde se establecería la escuela femenina que mantuvo actividad durante años hasta su traslado nominal a la sede que se denomina Guillermo Ángel Ángel. Este local albergó con posterioridad una serie de oficinas correspondientes a juzgados; en una variación se acondicionó espacio para lo que se denominó club social, lugar que fue el centro de las memorables jornadas que antecedieron a la creación del departamento del Quindío, hasta su demolición que dio paso posterior a la edificación de la sede administrativa municipal.

Hacia 1970, se colocó en la plaza principal un busto de Simón Bolívar, el mismo que hoy está en la escuela del mismo nombre.

Durante los años de funcionamiento de la escuela, contaba con un gran tanque que pomposamente denominábamos “piscina”, y el que utilizábamos en muchas ocasiones para disfrutar del baño, bien fuera con el permiso de las directivas del plantel, o en ocasiones, fines de semana o vacaciones, entrando por solares vecinos para divertirnos en el goce del agua. Su amplio patio que hacía delimitación con varias viviendas del sector, se utilizó en ocasiones como escenario para denominadas corridas de toros, las que a la postre se convertían en una especie de corraleja.

Más abajo en ese mismo recorrer, don Luis Rojas, un visionario del desarrollo, impulsó la construcción de un teatro, el cual sirvió de lugar de esparcimiento durante muchos años y escenario de presentaciones artísticas o de actos populares y culturales. El espacio en su parte alta se acondicionó como un hotel, llamado Caribe mientras un local seguido albergó por largos años uno de los cafés más emblemáticos del poblado, el Monserrate, y donde en un pequeño lugar se hacía el despacho de vehículos a Armenia, los taxis que en durante años fueron el eficaz medio de transporte y que posteriormente absorbiera el tráfico en buses y busetas.

Por otro de los costados operó por muchos años el denominado café Asti, y pasando la calle se erigió el majestuoso símbolo de fe cristiana, la imponente iglesia que con trazos de catedral es una visión que se logra desde diversos sectores de la población. Años después, en costado sobre la que hoy se conoce como carrera 10 se estableció el local que ocuparía la cárcel, la que con el paso del tiempo habría de ser demolida para eliminar este centro y construir allí una biblioteca.

Sobre la misma carrera 10 haciendo esquina en uno de los costados estuvo la operacionalidad de la alcaldía, que en su edificación mantenía otros despachos del orden municipal como la tesorería, la personería, el concejo, la sede de correos, la oficina de telecomunicaciones, entidades que prestaban variados servicios.

La plaza mantenía su espacio, el cual los fines de semana era utilizado como centro de mercadeo, sábados y domingos, casi los cuatro costados era ocupados por toldos que expendían diversos productos y los que permitían a las gentes hacer las adquisiciones semanales.

Desde los primeros años de fundación del poblado, la plaza principal coronada por la iglesia, ha sido el epicentro de las principales actividades.

Los cafés, centros de masiva afluencia de público, tuvieron ocupación en las siguientes décadas en locales del marco de la plaza, donde funcionaron en su época a más de los ya referidos, el Pilsen, el San Fernando, El Gato Negro, el Nacional, entre otros. También en ese escenario fueron varias las tiendas o graneros que ofrecían sus servicios, tales como El Imán de Eugenio Páez Rendón, otra propiedad de Miguel Yépez Arcila, la de don Gregorio Jiménez Aristizábal, la de don Delio Giraldo, mencionando algunas. También existieron en el lugar otros expendios de telas y de lanas, este último ubicado en la esquina de carrera 11, pleno centro, y el que fuera consumido por un voraz incendio en el año de 1956, lo que a la vez fue el incentivo para la creación del Cuerpo de Bomberos Voluntarios, donde jugaron papel preponderante entre otros Liberio Arbeláez Gutiérrez, Edgar Tobón Navarrete, Argemiro y Gerardo Álvarez Giraldo.

Con el tiempo y el avance del desarrollo, locales del mismo escenario principal de los genoveses sirvió para la instalación de entidades bancarias como la Caja de Crédito Agrario y el banco de Bogotá, y posteriormente el banco Cafetero, que a su desaparición dio espacio a Davivienda.

En una decisión del cabildo y con la construcción de la galería en el antiguo parque de Las Madres o mejor conocida como la plazuela, se hizo el traslado del mercado a ese lugar, lo que generó en su momento cierto escozor entre los comerciantes. Hecho este proceso, en la década de los sesenta se hizo una remodelación de la plaza auspiciada por el alcalde de entonces Efraín Guerrero Villota, un oficial del ejército quien ocupara el primer despacho municipal por esa época.

Con una arborización que le da un toque de verde especial, la plaza principal sigue siendo un pulmón en el centro de la población.

Notorio que, en el proceso de restauración del parque y plaza, fueron muchas las personas que, retenidas por algún desmán menor, debieron contribuir con el pago de multas consistentes en bultos de cemento. A la par se adelantó la siembra de árboles, una serie de pinos, que se instalaron en la zona de parque y que por años permanecieron dando sombra al lugar.

Con el paso del tiempo se impulsaron otras remodelaciones, y bajo su piso quedaron algunas lozas y las canales empedradas, se construyeron unas piletas de agua, las cuales no tuvieron vida útil, y con una variación sustancial que derribó pinos, sembró otros árboles, cambió el busto del Libertador por una estatua considerable, eliminó el kiosco que un día fuera centro de comerciantes, adecuó un escenario que hoy sirve para variadas presentaciones, sembró en uno de sus espacios otro lugar que genera la muestra de la bebida tradicional y formalizó un lugar que propios y extraños admiran por el diseño, el verde del paisaje y la frescura que aquí se respira.

La plaza, principal escenario de congregación genovesa tiene una larga historia que ha visto desfilar sucesos de toda índole, incluyendo algunos de carácter trágico, pero manteniendo para las actuales y nuevas generaciones un muestrario de tonalidades verdes que en la distancia semejan un amplio bosque, mientras que por varios lugares, espejos de agua hacen atracción a las aves que circundan la arboleda, y que cada día le ratifican al lugar el simbólico nombre de la Plaza más linda del Quindío.

La adecuación de variados espejos de agua, le proporcionan a la plaza principal otra atractiva frescura.
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