Arrierías 88

Jorge Andrés Caro Rodríguez.

Boceto original del autor de las primeras fases de su obra literaria

                                                                                    (Derechos reservados)

Hace poco desempolvé el libro de cuentos «Cafeto: Territorio de Quimeras y Seres Maravillosos» con el cual me gradué de Creación Literaria en el 2023. Leer mi obra literaria me hizo recordar al Jorge Andrés del 2021 cuando empezó aquella travesía literaria de largo aliento por escribir ese primer hijito que marcaría nuestro inicio como escritores.                                         

“En mis vacaciones del 2019 a la ciudad de Armenia (Quindío) vi a un grupo de viejitos que estaban jugando dominó al lado del hotel en el que me estaba quedando.”

La imagen descrita anteriormente fue el detonante que me inspiró a querer escribir una obra literaria costumbrista la cual estuviera ambientada en el Eje Cafetero.

Recuerdo que uno de mis primeros referentes literarios del costumbrismo fue el cuento Luvina del escritor mexicano Juan Rulfo, de quien me dejé atrapar por las descripciones atmosféricas y la jerga mexicana que este plasmaba en la oralidad de sus personajes. Después de leer a Rulfo, yo me dispuse a crear un escenario literario parecido a Luvina, que es un pueblo ficticio de México en el cual solo habitaban personas viejas; con la diferencia de que el mío iba a ser un pueblo ficticio del Eje Cafetero llamado Cafeto, en el cual se tejerían las tramas de las historias de mi libro de cuentos, los cuales estarían encaminados hacia el tono del costumbrismo paisa del Eje Cafetero colombiano.

Una vez tuve claro de qué trataría mi obra literaria, me di a la tarea de consultar referentes literarios del costumbrismo paisa alrededor de los departamentos del Eje Cafetero y Antioquia, tales como:

“La prosa cargada de folclor colombiano, elementos del costumbrismo paisa y la ficción histórica en la obra literaria «P’ARRIBA es P´ALLÁ: “LA MANIGUA “» del escritor Mario Ramírez Monard, oriundo de Caicedonia (Valle del Cauca).

“El arcaísmo del lenguaje con el que el escritor antioqueño Manuel Mejía Vallejo narraba la historia de un pueblo literario llamado Balandú en su novela titulada «La Casa de las dos Palmas».”

“La oralidad del arriero conocido en Córdoba (Quindío) como Don Hernando Marín Ramírez, recopilada en forma de versos y coplas en el poemario «Semblanzas del Recuerdo».”

“Los brochazos con los que el escritor Tomás Carrasquilla lograba plasmar por medio del lenguaje literario a la sociedad antioqueña en su novela titulada «Frutos de mi tierra».”

“El prejuicio de una época de nuestra historia colombiana en donde era mal visto el romance entre un joven perteneciente a la clase alta bogotana con la recolectora de café de la hacienda cafetera de la que su familia era dueña. Es así como el libretista Fernando Gaitán reflejaba aquel contexto social en su telenovela «Café con aroma de mujer» la cual a su vez se encargó de captar para televisión nacional los paisajes cafeteros de Filandia (Quindío) entre otros escenarios de esta región en donde fue grabada.”

Después de indagar aquellos referentes del costumbrismo paisa y tener claro que ese era el género que quería explorar con mi escritura, me vi sumergido en un debate de posturas encontradas entre algunos maestros y compañeros que me decían:

“El costumbrismo es un género que ya ha sido explorado por diferentes autores a lo largo de la historia.”

Así mismo, me hacían énfasis en que este era un género que solo se encargaba de mostrar las costumbres de pueblos o de ciertas épocas en específico, así como lo hacían los pintores en sus cuadros; ya que este género literario nunca llegaba a desarrollar una historia o un suceso dramático a profundidad en las tramas de sus obras como si lo hacian otros géneros literarios. Me resaltaban también lo siguiente:

“Encasillar su obra literaria bajo los códigos del costumbrismo lo está llevando a caer en el lugar común, opacándole a usted la posibilidad de permitirse proponer algo nuevo con el lenguaje literario.”

Hundido en aquel abismo, me hice la pregunta de:

 ¿Qué quería escribir yo? ¿Y por qué? En mi cabeza fui desglosando aquellas historias que escuché en mi trabajo de campo al contactar a personas de la región del Quindío y las cuales me sirvieron de motor de inspiración, al igual que ciertas experiencias personales, tales como:

 “Lo poético que a mí me resultaba cuando pasaba por el alto de la Línea en carretera y veía volar al Loro Orejiamarillo (Ognorhyncus Icterotis) con su plumaje extravagante hacia la palma de cera. Aquella escena me llevó a investigar más de cerca estas especies autóctonas de la región las cuales están en riesgo de extinción por la destrucción de sus territorios naturales o por el hecho también de que a estas especies en algunos territorios las cazan o las tratan como objetos materiales a los emborrachan o vender como adornos para el hogar.”

“En mi investigación conocí la historia de Gonzalo Cardona Molina, quien fue un líder ambiental de Roncesvalles (Tolima) que trabajó para Proaves. Este hombre se encargó de incentivar el cuidado del Loro Orejiamarillo en la región hasta que un día se convirtió en una víctima más del conflicto armado colombiano al ser hallado su cuerpo sin vida en medio de una carretera a inicios del 2021.”

“Lo inspirador que me resultó en un inicio la imagen de los viejitos jugando dominó en el 2019 por el hecho de oír el lenguaje cargado de localismos de la región y la forma tan particular de comportarse distinta a la de las personas de Bogotá.”

“Pensar en las catástrofes naturales que había sufrido la región, como el terremoto que azotó al Eje Cafetero en 1999 me llevo a entrevistar tanto a familiares como conocidos que vivieron este suceso.”

“Pensar en el tema del maltrato infantil que afronta la región al recordar a los niños que en los 90 fueron víctimas de Luis Alfredo Garavito (La Bestia) y cómo actualmente en las noticias se siguen presentando casos de niños de la región que son desaparecidos de manera misteriosa o que terminan reclutados por grupos armados.”

Una vez tuve claro cuál era mi motor de inspiración para escribir, llegué a la conclusión de que aquellas historias, más que pertenecer a una región como lo era el Eje Cafetero, también representaban las problemáticas sociopolíticas que afrontamos como país a diario; por esa razón, con mi escritura yo quería crear un escenario ficticio con personajes también ficticios en donde mis historias sirvieran de reflejo de esa cruda realidad que afrontamos como territorio colombiano.

Sin duda, la noción que tenía de Rulfo como exponente del costumbrismo mexicano cambió, ya que entendí que este, a pesar de exponer las costumbres mexicanas y plasmar las problemáticas de ciertos periodos históricos de México, también se arriesgó a jugar con el lenguaje literario hasta el punto de mezclar el costumbrismo mexicano con elementos de otro género literario diferente, como lo era la fantasía; llegando así hasta el punto de consolidar lo que se conocería como Realismo Mágico.

El Realismo Mágico, tiempo después, sería explorado por Gabriel García Márquez, quien logró reflejar las problemáticas sociopolíticas, plasmar las costumbres y la jerga costeña de su pueblo Aracataca en un escenario literario al cual este bautizó como Macondo. Este escenario literario también estaba consolidado bajo una lógica en donde la realidad se mezclaba con elementos fantásticos que hacían parte de la cotidianidad literaria de los personajes de su novela «Cien Años de Soledad» la cual lo llevaría a este ser premio nobel de literatura.

Cabe señalar que estos autores ya mencionados, aparte de experimentar con lo que sería un nuevo género literario, también se dieron a la tarea de jugar con el recurso literario del cronotopo (crono- tiempo / topos- espacio) que es el término correcto para referirse a aquellos escenarios literarios como «Luvina y Macondo» que fueron cronotopos creados por Rulfo y Gabo bajo los códigos del Realismo Mágico. Cabe señalar que término fue introducido a la literatura por el filósofo ruso Mijaíl Bajtín.

Aunque la forma en que tenía concebida escribir mi obra literaria en un inicio muto, puedo decir que con mi versión  del 2021 hasta la del 2023, finalmente logramos consolidar nuestro propio cronotopo al cual bautizamos desde el 2020 con el nombre de «Cafeto» con el cual teníamos como objetivo hacer que las historias que construyéramos alrededor de este escenario literario sirvieran de reflejo de la realidad contemporánea que afrontamos como país, con el fin de hacer a los lectores más consciente de nuestra identidad como territorio.

Total Page Visits: 18 - Today Page Visits: 1

Leave a Reply