Arrierías 91

Manuel Gómez Sabogal

Y se llegó el día. Viernes 30 de agosto de 2024 en la Universidad del Quindío. Durante toda la semana molesté con diferentes textos, artículos y música vía wasap.

Estaba preparándome para reencontrarme con viejos amigos jubilados y pensionados de la Universidad del Quindío. Imaginé hallar a muchos de quienes trabajamos juntos en el programa.

El evento se realizaría en el auditorio de la Facultad de Ciencias Agroindustriales. El lugar más distante de la portería norte de la institución. Se llegaba en carro, taxi o moto. Como si los jubilados y pensionados tuvieran 20 años para caminar ese trayecto entre la entrada y el sitio de encuentro. En verdad, my distante. Es el último auditorio.

Iba en carro y llegué cansado. A las 2.30 p.m. había ya muchos viejitos tertuliando. Incluso, estaban los muchachos de primeros auxilios, como por si acaso.

Previeron todo, pues a la edad de los jubilados y pensionados, ya los directivos saben que muchos son drogadictos. Es decir, el que menos toma, son dos medicamentos por día.

Algunos exageran un poco y son 11 o 12 pastas al día para todos los males habidos y por haber.

El menú estaba bien seleccionado: agua en botellitas, café, aromáticas, incluso de repollo para que aguantaran la tarde de música, juegos, alegría. Galleticas y palitos de queso. Apenas para los cuchachos que se encontraron después de tantos años.

La tertulia seguía, pues se contaban anécdotas, algunos se desatrasaban y preguntaban por otros que no habían llegado o ya no llegarían al encuentro.

Se dio inicio a la programación y la música de cuerdas empezó a darles ánimo a los jubilados jubilosos que allí estábamos.

Luego, el grupo de danzas se presentó y deleitó a los asistentes con pasos que ellos ya no pueden dar. Un joven estudiante, intérprete de diferentes estilos musicales. Empezó con música vieja como para recordar viejos tiempos y luego pasó a boleros, tangos y cerró con baladas de los 80 y 90.

Siguió la tertulia y apareció el señor rector saludando a cada uno de los invitados a este día tan especial. La vicerrectora, la jefa de recursos humanos y otros directivos.

Incluso, llegó Papá Noel, pero solo con una incipiente barba, porque el cabello se le había caído durante el camino de la vida. Se le notaba flaco, ojerosos, sin ilusiones, ni medias, pero con zapatos, arete y para colmo, dos tatuajes en la cabeza.

Después, repartieron una gran comida con lasagna y pastel. Hubo rifas y mi número no cayó. Generalmente, no cae. Era el 53, pero me sirvió para recordar la película de “Herbie”. Me entretuve viendo el número y con el coche en mente.

Apareció el jubilado jubiloso Mario Ramírez Monard, quien es un famoso artista de Caicedonia y quien cobra demasiado por sus presentaciones. Sin embargo, hizo una excepción y se fajó cantando cuatro excelentes temas. El público aplaudió a rabiar cada una de sus interpretaciones.

Al final, sus fans se abalanzaron a pedirle autógrafos y algunas damas jubiladas gritaban de la emoción al ver a Mario Ramírez Monard, pues les parecía un artista consumado, no consumido. Fue tanta la emoción que Mario recibió el botón de parte del señor rector y se retiró de la reunión, pues debía viajar a su natal Caicedonia, tomarse sus medicamentos y descansar.

Después, el señor rector habló y sus palabras llegaron a los corazones de los asistentes:

“Lo que hoy somos como universidad es también gracias al aporte de valiosos hombres y mujeres que vivieron en nuestra universidad los mejores años de su vida. A todos ellos gracias, sus ideas, trabajo honesto y conocimiento enrutaron nuestra alma mater a lugares de privilegio. Recibir a nuestros pensionados y jubilados hoy en nuestra universidad nos emociona, verlos fundirse en abrazos con sus excompañeros y recordar aquellos años maravillosos justificó este encuentro que desde ya me comprometo a institucionalizar”.

Acto seguido, entregó un botón con una leyenda a cada uno de quienes allí estuvimos. El botón muy significativo y el texto dice:

“El alma máter de los quindianos, se siente afortunada de haber contado con una persona tan dedicada y apasionada como tú, pues tus sabias contribuciones han hecho grande nuestra historia.

Que sigas inspirando a quienes te rodean”

En verdad, ese texto nos queda de maravilla, por todo lo hecho en la universidad. Muchos de quienes están en la parte administrativa, desconocen de lo que aún son capaces los Jubilados y Pensionados de la Universidad del Quindío.

Esperemos que este día del Jubilado y Pensionado se convierta en algo diferente en la Universidad del Quindío y haya más actividades, donde los mismos Jubilados y Pensionados sean parte activa de muchas actividades.

Muchos Jubilados y Pensionados todavía pueden dar más y como hizo Mario al final, cuando se ofreció a dictar una charla el 30 de septiembre.

Qué bueno que aprovecharan a muchos de los Jubilados y Pensionados para que muestren todo lo que saben hacer.

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