No creo estar pecando contra ningún dogma, si digo que, Arturo Zapata, fue un hombre virtuoso. Tenía la agudeza mental del comerciante aquel, que, a punta de ironía fina, lograba encausar a sus deudores morosos por el camino del bien pagar, sin importar, lo desteñida que estuviera la prenda, luego de varios años del fiao. 

Ole, como te ha salido de buena esa camisa, dos años de dale machete y está intacta, te luce verracamente, ¿Cuándo me vas a hacer el primer abonito? preguntaba con humor, no te olvides de mí, que yo no me he olvidado de vos.  Anda por el almacén, que tengo unas pintas nuevas, muy elegantes, como pa vos.

Era el rey de la forma, a tal punto que muchos de sus clientes, lucieron durante muchos años, las pintas de ARTURO LO VISTE, volvían a moverle la cuenta, como decía Arturo, le abonaban algo de la vieja deuda, y sacaban otro fiaito, que corría la misma suerte del anterior, hasta cuando se volvían a encontrar con él, en la calle, y se repetía la historia. Creo que es, históricamente, el comerciante que más camisas fiadas, vendió en Sevilla, vivía permanentemente quebrado. A punta de amigos morosos, no sobrevive comercialmente nadie. La fortuna de Arturo, la constituían sus amigos, muchos de los cuales, todavía conservan algunas prendas de su colección, ARTURO LO VISTE.

En sus andanzas por la vida, este quijote sevillano, tenía una característica, que lo hacía más humano de lo que era, se reía de sus historias, dichos y cuentos, antes de terminarlos, con lo que su interlocutor, disfrutaba a carcajadas de sus gracejos. Cada situación de la vida diaria, tenía un espacio en la creatividad y el talento de Turito, como le llamábamos cariñosamente sus amigos, Escuchaba con la misma atención, que ellos les prestaban a sus cuentos, para finalmente, de acuerdo con lo reforzado del relato, admitir o desaprobar la historia, con cualquiera de sus dichos: ISS, HASTA ESO, OIN A ESTE… y muchos más, que por el momento no recuerdo. Ustedes me ayudaran en sus comentarios con más de la propiedad intelectual, de este maravilloso ser humano.

En alguna ocasión, había venido de Cali, donde vivió, yo diría, que la última parte de su vida, estaba tomándose un tinto, en el viejo, recordado y desaparecido Café Vesubio, y llego uno de sus muchos amigos, en un campero y le dijo, que lo acompañara a Armenia, que tenía que hacer una vuelta en uno de los bancos y que le daba pereza irse solo. Un viaje, conversado todo el tiempo en medio de las risas que producía cada comentario que hacía Arturo. Era una cajita de música. Llegaron a la ciudad milagro y al banco donde iban a hacer la vuelta y el amigo procedió a parquear el campero, lo apago y antes de bajarse le pidió a Arturo, que lo esperara allí, mientras hacia la vuelta. Cuando el amigo abrió la puerta para bajarse del carro, apareció un muchacho que cuidaba carros por esos lugares, y le dijo, que, si le cuidaba el carro, a lo que el respondió, que no, porque turito, se iba a quedar para cuidarlo. Arturo miro con picardía al joven y atino a decirle: OIN A ESTE, ISS.  El amigo, hizo la vuelta y cuando regreso volvió a encontrarse al muchacho, parado a un lado del campero, y le pidió que le diera una moneda, por la cuidada del Carro, a lo que él (el amigo) respondió, que era Arturo, el que le había cuidado el carro. El muchacho, le dijo, que va home, yo fui el que le cuido el carro y el viejito. HASTA ESO, Dijo Arturo, socarronamente. La molestia de Arturo, se debió solamente, al término de viejito, que había empleado el muchacho. Esta anécdota se convirtió en una pequeña historia de vida, que el mismo protagonista disfruto, durante la última parte de su vida, con gran alegría.

Donde quiera que estés, querido y recordado ARTURO, Un Abrazo Infinito, fueron muchas las historias bellas, que construiste para alegría de nuestro pueblo. Vivirás por siempre en nuestro recuerdo, es una lástima que a todos se nos apague la vida.

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