Días atrás, recibí una invitación muy especial que decía:

“Manuel cordial saludo

El próximo domingo vamos a reunirnos a celebrar el cumpleaños 70 de mi Madre y quisiera que usted nos acompañe

Espero se encuentre muy bien, les escribe Ekatherine y Alexander Cardona Díaz, hijos de Cielo Díaz y queremos invitarle a la celebración de la vida de nuestra madre, 70 años y una senda de amor que ha dejado una huella indeleble en todos los que hemos tenido la fortuna de hacer parte de esta historia.

Lo invitamos el próximo domingo a las 4:30 p.m., cuando le daremos una SORPRESA. Celebremos juntos y festejemos la vida de nuestra Madre.

Le esperamos entonces en la Urbanización, Autopista del Café, vía Armenia Pereira

Circasia, Quindío.

Le envío también una ubicación de WhatsApp

Recuerde es una SORPRESA”

Pero como Cielo no es ninguna caída del cielo y como todas las mujeres, tiene un sentido más, no hubo sorpresa alguna. Se pilló todo el cuento. Todos los invitados, muy puntuales en la cita. Hermanos, (Elvia no pudo asistir), pero obtuvimos la foto, también, estuvimos algunos familiares, compañeras de Cielo, ex alumnas muy juiciosos al llamado. Tan juiciosos que cuando decían que, si queríamos licor, nadie repuntaba. La razón era simple. Jóvenes habíamos ingerido todo lo que había en la licorera de Caldas. Ahora, ya ni podíamos sino con un vaso de agua y otros con gaseosa.

La música genial y un vídeo que hizo derramar lágrimas de alegría a Cielo.

Esta celebración fue muy alegre. Todos sabemos que Cielo es muy especial y entregada a su hogar, a la familia, a la gente. Que estuvo muchos años como docente y dejó una gran huella Todos saben que valora a las personas y por eso, el cariño también se le entrega.

Que la celebración de estos primeros tantos años represente para Cielo un cúmulo de experiencias positivas y, antes que nada, los hijos las toman como enseñanza en sus vidas. Porque cada consejo, cada palabra, cada frase suya, han sido muy especiales.

En esta época en la cual ya ni familias unidas se ven, es bueno resaltar la unidad no solo familiar sino de amigos y ex alumnos de Cielo.

Es mostrar que vale la pena sentir que en muchas familias hay todavía esa felicidad y que, a pesar de todo, importa más la conexión de todos.

Eso se llama celebrar la vida.

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