COLUMNA PALABRA EMPEÑADA
Hoy nuestro dolido país vive una situación angustiante y preocupante debido a una mezcla de factores que han ido deteriorando nuestra salud y calidad de vida, que tiene aún más dividida la poca armonía política nacional, que menoscaba la sostenibilidad económica y que definitivamente deteriora el desarrollo sostenible de nuestras familias, gremios y regiones.
Y aunque este deterioro se ve reflejado en muchos países del planeta, en nuestro país vemos como el impacto devastador en la salud colectiva debido al rebrote en la infestación del coronavirus, está cobrando cuenta de vidas que no pensamos fuera de tal magnitud. Además, el impacto que el rebrote de la pandemia tiene directamente sobre la economía y estabilidad de las familias, se está volviendo inmanejable.
Pero ver, como unos politiqueros irresponsables quieren dividir la sociedad haciéndonos creer que unos son buenos y otros los malos, es la tapa de la olla a presión que se está viendo atascada.
Y pregunto: ¿Quiénes son los buenos o los malos?……..
Los de izquierda o los de derecha?
Los ricos o los pobres?
Los indios o los citadinos?
Los homosexuales o los heterosexuales?
Los creyentes o los excepticos?
Los contagiados o los por contagiar?
Colombia necesita dirigentes con sensibilidad social y sin esa ansia desmedida de poder y desesperada arrogancia e incompetencia personal y administrativa.
¿Poder para qué? Pronunciaba el doctor Darío Echandia en 1948 después del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán.
Necesitamos dirigentes que demuestren ser verdaderos estadistas, con formaciones éticas, de convicción democrática, con liderazgo futurista, pero ante todo, con un corazón y sensibilidad enorme para unir la sociedad y resolver sus problemas más sentidos.
Ninguna economía es capaz de progresar si las comunidades se encuentran divididas y en actitud de intolerancia. Hoy solo están saliendo airosos los delincuentes, los oportunistas y los politiqueros.
Los malos son los extremistas, son los que quieren aprovecharse de nuestras dificultades y miedos para dividirnos, son los que aportan recursos para generar zozobra y desestabilidad.
Los colombianos de bien somos la inmensa mayoría de compatriotas. Pero si no logramos unirnos en torno a las necesidades más sentidas de nuestros coterráneos, nos dejaremos arrastrar por las ambiciones desmedida de aquellos lobos con piel de oveja.