MANIFIESTO 2020
La aurora te conecta con el día cuando el universo es el maestro
La esperanza nace del milagro de vivir
La FE desintegra todos los miedos
El buen ánimo es el mejor consejero
Perdonar es un don
Los mejores amigos están siempre a tu lado aunque no los puedas ver
Nada se logra por las propias fuerzas, demanda un poder sobrenatural alcanzar los imposibles
Entender la sabiduría del límite, sin renunciar a la libertad
La sublimación y el altruismo son buenas coordenadas para emprender la aventura de vivir
La fuerza inagotable del amor, todo lo transforma
El silencio resuelve lo que la palabra no alcanza
La naturaleza, sigue siendo desconocida para los humanos, sus leyes las gobierna el tiempo
Los árboles tienen su propio idioma, igual las aves del campo, las flores, el fuego, el agua, el viento, el cielo los astros… son el lenguaje del universo
El equilibrio tiene el peso de una pluma
Existen reconstrucciones que ameritan el haberse destruido
Me gustaría ser recordada como un enigma, un misterio, una promesa de conquistarlo todo para alcanzarlo todo
Colocando todo en su lugar encuentro mi lugar
Las miradas dejan huellas que no se pueden sepultar
Si somos parte del equilibrio universal mi desequilibrio también hace parte
Los hijos pueden ser las brújulas
Si mi imaginación sirve de algo puedo utilizarla para detener la avalancha de la preocupación.
Un viaje inaplazable es, a la geografía de nuestra propia alma, para salir a recorrer el mundo
La bondad es un don de la sabiduría
La paciencia es la ruta para ver los mejores resultados
Si el día no te habla examina el oído
Hay cansancios que descansan en un abrazo.
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LOS ANIMALITOS DE DIOS
La noche tibia del mes de agosto, la recuerdo como si fuera ayer, el compadre sentado en la silla de madera y cuero, la lámpara Coleman iluminando la noche, los perros echados a nuestros pies, unas ranitas hacían el coro y las inquietas polillas danzando entorno de la brillante luz.
Los animalitos de Dios… trajeron a la memoria del compadre, la historia de Chucho Puertas , hombre reconocido en la vereda por sus particulares anécdotas, recuerda cuando la tarde iba cayendo en la Vereda del Viento, así llamada por el silbato que se escuchaba y acariciaba los cafetales, plataneras y guaduales, allá por el camino de herradura venía alguien, era muy conocido entre labriegos y finqueros, vestía un saco de paño y pantalones de dril caqui, un sombrero barbisio tan raído y sudoroso como todo su vestuario.
¡Es Chucho Puerta! dicen todos en coro, su aparente locura a todos confundía por todo lo que decía, su inteligencia era vivaz y espontaneas sus respuestas.
Buenas tardes señora Dorita, saludó a mi tía, arrugada por los años y las duras faenas expuestas a los rayos del sol, contaba el compadre con ánimo de buen narrador de historias.
La tía Dorita, allá en su finca fumaba un largo tabaco cuya mitad mascado en su boca, mientras la otra mitad aun ardiendo la entretenía.
-Sígase para dentro, Chucho -Muchas gracias señora Dorita -Le provoca a usted un cafecito? –Eso está bien le responde, y si viene con unos frijolitos, unas tajaditas fritas y un huevo yo le agradezco
Todos los que estaban en el corredor surcado por chambranas y adornado por helechos bien cuidados, rieron al escucharlo, semejante respuesta del viejo loco, dejaba en entredicho su verdadera identidad.
Chucho, cruza el corredor en busca del comedor, se sienta, ante la seña que la tía le hace de tomar asiento, instalado cómodamente, suspira imaginando el café acompañado del festín al paladar y de pronto de uno de los bolsillos del saco va asomando la cabeza de una pequeña serpiente, la llamó Tierrita, todos exclaman asustados, ¡Chucho, Tienes una serpiente en el bolsillo!
No se preocupen responde el viejo muy calmado, son los animalitos de Dios que me acompañan… y así esa tarde todos asombrados se quedaron entendiendo la particular mirada, del loco que los visitaba.