
Con la llegada de Cristóbal Colón a la isla de Guanahní (Antillas) en 1492, se abrió el Nuevo mundo a la conquista europea. Entre 1520 y 1550 sucedieron las expediciones militares de conquista y sometimiento de las poblaciones indígenas. “No éramos nada. Apenas, difícilmente, animales extraños. Y un día alguien dijo que sí, que éramos, que somos personas”. Cuando los europeos llegaron a América, no sabían que habían llegado a un nuevo continente. Entre soldados y aventureros venían algunos traductores que hablaban a los indígenas caribeños en hebreo y en latín, pero como era obvio, no obtenían ninguna respuesta, pues los indígenas tenían sus idiomas y sus propios dialectos.
Pasaron muchos años para que los europeos entendieran que no habían llegado a Japón o la China, y se impuso la idea de que nuestros territorios estaban vinculados con la milenaria India. Sin saber a dónde habían llegado, se quedaron maravillados de todo lo que aquí existía: fauna, flora, oro, buen clima y también nosotros, los humanos, que, según ellos, “no parecíamos muy humanos”. Cultivábamos y cuidábamos la madre tierra, protegíamos a nuestros niños, hacíamos joyas de oro y plata, conocíamos de música, de astros y teníamos nuestras propias religiones para intentar explicar el mundo.
Ellos, los europeos, nos describían como: “Esos animales no tienen ni ley ni fe ninguna y viven de acuerdo a la naturaleza; y, no conocen ni les importa la inmortalidad del alma…”. Y esa descripción continuaba así: “Y tampoco tienen bienes propios porque todo es de todos, y tienen tantos animales y tan variados que no hubieran cabido nunca en el arca de Noé: y, aunque no conocen el hierro, viven en casas maravillosas”. Esa laboriosidad comunitaria parecía positiva, pero los europeos nos seguían viendo y tratando como animales extraños. Y continuaban: “No tienen límites, no tienen rey, cada uno es dueño de si mismo, y no obedecen a nadie y no reina entre ellos la codicia…”.
Fray Bartolomé de las Casas demostró la racionalidad de los indios a través de su civilización: la arquitectura de los aztecas y la forma organizativa de los mayas, los incas y los chibchas; defendió sus derechos por lo que hoy es considerado como pionero de la lucha por los derechos humanos. Denunció la política de exterminio de los europeos hacia la población indígena. En oposición, los españoles concebían y justificaban la conquista de América, bajo la conveniencia del dominio de los europeos sobre los indígenas, al considerarlos inferiores por las condiciones particulares en que vivían. Un de junio de 1537, desde el centro católico de Roma, “se declaró que los indígenas del nuevo mundo teníamos alma y éramos personas”.
Coloquio de los Libros
Ricardo Vera Pabón
Abogado, historiador, poeta, ensayista antioqueño. Miembro de la Academia de Historia de su región, ha publicado en varios medios. Es miembro activo de los Centros de Historia de Bello, Envigado, El Santuario, y Santa Rosa de Osos. Director de la Revista Berbiquí órgano oficial del Colegio de Jueces y Fiscales de Antioquia. Sus publicaciones han aparecido en más de cien periódicos y revistas especializadas.