Colombia es un país multicultural en el que no se acepta lo que es diferente a lo establecido como políticamente correcto. Con las manifestaciones que se iniciaron el pasado 28 de abril se evidencia la insatisfacción de los distintos grupos sociales frente a las políticas de Estado, no solo de este gobierno, sino de los anteriores. Con el pasar de los días y el caos generado, se marca la polarización, la falta de empatía pero sobre todo la indolencia.
¿Quién tiene la culpa? Está pregunta inicia toda conversación social, en la que se asumen posturas ligadas a las personas y a las ideologías. Cuando buscamos el porqué de esta situación social y económica, aunada a la desigualdad e injusticia social, la falta de oportunidades para los jóvenes, el desempleo y la poca oportunidad que hay para ingresar a la educación superior, no encontramos respuestas aún.
El sistema educativo está corrompido pues hace 30 años se restringió la cátedra de Historia en el currículo del Ministerio de Educación Nacional, y se vuelve la causa del caos vivido en los últimos días, la ausencia de memoria histórica al quitarnos la historia de nuestro paísy el juzgar a quien la enseña.
¿Hasta donde es capaz de llegar una poca sensibilidad hacia el otro? ¿Cuántas personas más tendrán que ser víctimas fatales de esta sociedad dividida?
La falta de consciencia ha llevado a idolatrar caudillos políticos de diferentes bandos que buscan intereses propios y no en común; la individualidad ha nublado la empatía y con ella las ideas.
La corrupción lo ha infectado todo, y se volvió norma que“el vivo vive del bobo”. El pensamiento crítico cada vez se pierde más y la sociedad se va alimentando de dolor, injusticia, desasosiego y crueldad.
El abuso del poder aumenta al igual que la injusticia y el miedo. El pensamiento ideológico se ha vuelto más vulnerable y toda palabra o acto son motivos de discordia. Quienes poseen poder económico y político creen tener superioridad y dominio sobre el cuerpo y el pensamiento de los demás.
La intolerancia a la ideología diferente se vuelve destructora de familias y amistades. Unos quieren cohibir el libre pensamiento del otro. Hace unos años ocurrió algo muy parecido pero en aquella época se enfrentaban por colores.
La infancia es cada vez más una etapa violenta, la vejez se vive en abandono y la adultez se llena de indiferencia.
La muerte desbocada se vuelve cotidiana; la violencia intrafamiliar es una forma de educar y la violación física y de los derechos humanos la justifican en la provocación.
La sociedad se muestra cada día más indolente, ha naturalizada tanto los actos de violencia que cuando no ocurren es una novedad.
¿Cuándo podremos cambiar todo? ¿Cuándo seremos diferentes? El día que se respete el libre pensamiento y no se impongan criterios personales; el día que la vida sea el bien más preciado; el día que se respete lo que es propiedad de otros; el día que haya un sentido y reconocimiento a la personalidad ajena; el día que cada uno sea consciente de su papel en la sociedad y lo practique como una opción de hacerla mejor para todos.
Los verdaderos cambios para nuestra sociedad empiezan por la educación, la empatía y el respeto al otro.

La Autora
Daniela García Mesa

Armenia Quindío. Es artista emergente, su obra se destaca por el uso del archivo y de recuperar la memoria histórica colombiana, abordada desde la crítica social y política. Su técnica se basa en la exploración del dibujo y la pintura expandida, el uso de pigmentos naturales y el collage.
Actualmente es estudiante de Artes Plásticas en el Instituto de Bellas Artes en Cali. Con su colectivo Perfiles de la Plástica, trabaja en la divulgación de arte, la crítica, la curaduría y en generar circulación artística interviniendo espacios diferentes al cubo blanco.