En esta barca de ensueños quiero en esta ocasión hacer mención de mi tio Jairo. Fue faro de luz en mi horizonte. A falta de mi padre, siempre lo tuve como referente en mis afectos por sus virtudes y su gran inteligencia .Hombre bondadoso, diligente, de una inmensa riqueza en sus valores, entregado a sus deberes docentes, profesión que amó lo mismo que a su familia a la cual se entregó a manos llenas. Era culto, refinado, le gustaban las cosas gratas, no aceptaba imperfecciones, y aun cuando era enemigo de la crítica dejaba ver de alguna forma su enojo cuando algo andaba mal. Gustaba vestir bien y en su juventud, estaba al tanto de lo que se imponía de acuerdo a los devaneos de la moda .Vivimos momentos agradables…esto bien lo sabe mi pequeño pueblo…En los años ya maduros, era un gusto recordar allá en su casa aquellas instancias, aquellas estampas, a través de su música, de sus anécdotas enmarcadas en una agradable sonrisa contagiante de alegría.
Compartí con él su juventud pletórica y fui testigo de furtivas acciones adolescentes, pues nuestras edades casi son paralelas, motivo por el cual los gustos eran similares. Como retratos arrancados al recuerdo, llegan a manos llenas, los días en que departía con los Orozco, con Edison Vélez, y muchos amigos más que no recuerdo, las vivencias en la fuente la bahía, clásica porque era el punto de encuentro de la muchachada de ese entonces. Gozaba escuchando a Ebert Castro, el humorista de entonces y de igual manera soportó los regaños del abuelo cuando sutilmente se dejó crecer el cabello al estilo de los Beatles, quienes eran los que se imponían en esa época de estruendos nueva oleros. En ese tiempo, había un concurso que se llamaba “TOTOGOL”. Consistía en acertar los resultados del fútbol Colombiano. La buena suerte le sonrió en ese entonces y ganó la astronómica cifra de $400,oo..Con ese dinero compró muchas cosas y hasta alcanzó para ir al viejo teatro Quindío a ver al Santo el enmascarado de plata junto con mi primo Edgar, quien también pertenece por derecho propio y con cariño al álbum del placer de la nostalgia…
Quise siempre imitarlo en todo cuanto hacía, me fascinaba cuando lucía sus zapatos tacón cubano, sus elegantes pantalones de dacrón confeccionados por don Pedro el sastre y camisas a rayas blancas y negras. Creo que mi gusto por vestir así, de manera casual viene desde entonces y a través de mi querido y recordado tío. En cuanto a literatura, no le conocí un gusto en particular, era polifacético y leía todo cuanto llegaba a sus manos, pues en su biblioteca podíamos apreciar textos de corte religioso, histórico, filosófico, gramatical, de valores etc.
Pero lo que sí tenía plenamente identificado era su gusto musical, totalmente nuevaolero, con profundo estilo sesentero…era una cajita de música agradable cuando hablaba de tal o cual artista mostrando la última adquisición propia de un coleccionista consumado como lo fue él…no cabe la menor duda que era apasionado y sentaba cátedra al hablar de tal o cual cantante que lo transportaba a sus años mozos.
! Cómo se me pone la piel, cuando evoco todo ello! , es menester aquí pensar en que era un ser especial y único, quizá me equivoque, pero me dejó marcado y para siempre hasta el fin de mi existencia.
Jairo fue todo lo que yo no he sido y mucho más de lo que hubiera querido ser. Fue más que mi hermano y mucho más que mi tío. Fue la parte buena de mi propia conciencia. Nos burlábamos de todo, mamábamos gallo y nos reíamos de nosotros mismos…era su forma de decirme cuánto me quería y cuán orgulloso se sentía de lo que yo había hecho… Era tan sencillo y humilde que se hace merecedor, no sólo de mi parte, sino de todos sus familiares y amigos, de este merecido homenaje que quiero rendirle a pocos días de su partida. De verdad, que se me ensancha el corazón y no puedo contener una lágrima furtiva, y hasta me parece imposible que la persona más venerada por mí haya partido de este mundo. Es la ley del destino dirán algunos, pero lo inaudito es que la obra no estaba concluida…todavía quedaban muchas cosas por hacer, el raudal de su inteligencia aún estaba vigente. Me perdonarán ustedes que sea tan expresivo y atrevido, pero creo que su ciclo no había terminado aún…su semblante jovial hasta hace poco, su optimismo radiante de alegría y su carisma gentil que a todos regalaba, se sellaron para siempre de forma absurda.
Me siento gratamente complacido saber que Jairo supo de esta humilde obra en sus comienzos y que con deleite leyó los primeros párrafos dedicados con especial esmero a mi familia..
Ahora también se ha marchado dejando un profundo y triste vacío entre quienes lo quisimos. Nos duele su ausencia y la manera como partió. Seguro que allá en el cielo está al pie de nuestra mamá Pastora y el abuelito Honorio gozando las mieles de una dulce y eterna compañía. Algún día Jairito, como lo llamábamos cariñosamente, estaremos otra vez de nuevo jugando a las canicas o haciendo bromas como acontecía allá en nuestra época dorada cobijada por el cielo hermoso de nuestro querido pueblo, o quizá tomando la lecherita o la deliciosa forcha con buñuelos comprada con monedas que sacábamos de la cajita donde el viejo guardaba el producido de las revistas alquiladas.
Quiero que sepas lo importante que fuiste para mí; y no sólo para mí sino para quienes te quisieron y te conocieron. Realmente fuiste muy especial en nuestras vidas. Te llevaste parte de nuestra alegría y parte de mí. Nos hace falta tu agradable y hermosa sonrisa, esa que a todos contagiaba y a la vez iluminaba. Estabas en la etapa más importante de tu vida y de pronto todo se tornó gris. Fue un golpe rudo y bajo, inesperado, una inaudita sorpresa que cayó como una maligna ráfaga incandescente que ensombreció repentinamente el horizonte. Si pudiera te traería de nuevo anosotros para que retomes el camino de nuevo y eleves nuestro espíritu desconsolado y triste en esta mala hora. Sin embargo debemos afrontar la cruel realidad y dejarte ir hacia otros confines donde seguramente estarás deleitando y haciendo feliz a quienes te acompañan. Al marcharte no hubo tiempo de palabras ni de abrazos ni de nada…
Sólo quiero que sepas que estarás por siempre en mi humilde corazón…
Vete tranquilo Jairito que algún día volveré contigo a abrazar el sol con tu ayuda. Ahora que estás con Dios te pido que nos ilumines para siempre estar mejor. Mándanos inteligencia para comprender esto que pasó, sabiduría para retomar nuestras vidas sin tu presencia, pero sobre todo danos fortaleza pues precisamos explicar y aceptar tu partida aunque de manera franca y cruda.
Cómo pasa el tiempo, decían mis abuelos, parece que fue ayer cuando departíamos sin pensar en desilusiones y desventuras que opacan el dulce trasegar de nuestra existencia.
Daban ganas de vivir y nuestras ilusiones estaban acompañadas de esperanzas, distinto a estos días cuando hay que tragar saliva para engañar el hambre.