Juaquín parecía desconcertado, pues en su poca edad no sabía lo que era perder un ser querido, había partido de su vida uno de los seres más preciados para él. Después de sus padres y su hermana era la abuela para él un timón que lo motivaba a naufragar el océano de su vida. Si, y cómo no si en medio de todo, su afán por ser ese niño lleno de valores que sus padres tanto le habían inculcado, se le había olvidado que todos los seres vivos tenemos un día para nacer y otro para morir. ¿Pero quién nos preparó para aceptar el día final?

¡Eran sentimientos encontrados! Tantas promesas hechas que no se pudieron concluir, pero de tanto dolor quedaba algo para rescatar, todos los momentos vividos, compartidos que lo motivaban para seguir.

Una mañana se presentó una conversación con sus padres quienes le platicaban sobre el futuro del mundo, que las drogas, la prostitución estaban acabando con la sociedad, que el mundo estaba quedando en manos de humanos sin rumbo ni dirección y entre tanto ir y venir ellos se sentían orgullosos de los hijos que tenían, pero más importante era que ellos habían sido los formadores de tan valiosos seres.

Gracias a Dios que les permitió ser padres forjadores de amor, respeto y compromiso por su hogar. Ellos venían de una descendencia donde se corregía y se hacían las cosas como los padres mandaban. ¿Qué cuentos de que a mi hijo lo crío a punta de consejos? Siempre tuvieron claro tuvieron claro que unos buenos cancharazos como decían los abuelos hacían falta para recordarles que en la casa había una autoridad y unas órdenes que acatar. Gracias a ellos todos los miembros de mi familia éramos muy respetuosos.

Vivíamos en una finca rodeada de lindos lugares, una cascada que nos arrullaba en las noches, un gallo que era nuestro reloj despertador, árboles frutales y que decir de las gallinas que nos regalaban sus huevos para nuestro alimento, la vaca que papá ordeñaba en las mañanas y nos deleitábamos tomando la postrera con panela raspada eso si era vida.

 Las arepas de mamá hechas a mano, sin moldes que le cortaran el sabor y un rico calentado con chicharrón ¿Qué más pedíamos?

Éramos tan felices con todas las costumbres de los campesinos en estos momentos era donde revivía el recuerdo de mi abuela que solía llamarme Eduar y entre risas me decía ¿Sabes porque te digo Eduar? Porque eres el guardián de las riquezas de tus antepasados, eres un niño campesino, alegre, respetuoso, pero sobre todo con unas columnas bien cimentadas para ser un buen hombre ante la sociedad, tu humildad te llevará lejos. Estos momentos son los que me hacen poner los pies sobre la tierra y aceptar la cruda realidad.

Nuestros abuelos se van, pero siguen siendo parte de nuestras vidas porque han dejado huella en el paso por el mundo con sus buenas enseñanzas y hoy más que nunca quiero seguir estudiando para ser un ejemplo para las generaciones venideras.

Tengo la plena confianza de que esta juventud va a ser rescatada y que, con el compromiso y dedicación de los padres de hoy, el día de mañana podremos ser un mundo cien por ciento libre de drogas y violencia.  Sé que en un momento no muy lejano los campesinos tendremos igualdad de condiciones y el campo volverá a ser reconocido como el proveedor de alimento, alegría y esperanza. Finalmente, las palabras son pocas, los sentimientos infinitos.


Emanuel Rodríguez Castellanos

Edad 12 años

Vereda Campo Azul.

Finca Las Margaritas.

Colegio Gilberto Alzate Avendaño.

Corregimiento Aures.

Caicedonia Valle.

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