Colaboración del director Juan de Dios González.
Hace casi dos décadas las veredas de Caicedonia, Samaria, Aures, Burila y La Camelia, por esfuerzos de la comunidad, administraciones y sector educativo, tuvieron unos excelentes colegios llamados Satélites y que pertenecían al Colegio Bolivariano. Los profesores primíparos debían ir a los satélites a completar sus horas extras o a laborar de tiempo completo, por varios años, hasta cuando eran premiados bajándolos al pueblo. En la actualidad, existen muchos docentes urbanos que prefieren permanecer en la grata, agradecida y colaborativa vereda antes que ser trasladados al pueblo.
Por legislación educativa, pasaron de ser satélites a Instituciones educativas con toda la organización requerida. Burila y Aures, a pesar de una infraestructura envidiable, perdieron el esplendor, vida estudiantil, profesoral y comunitaria, acaso por desinterés, sustracción de materia o falta de apoyo.
Subsisten: la Institución Educativa Sagrado Corazón de Jesús, de la Camelia, que pasó de ser el exilio de malos estudiantes urbanos a convertirse en un colegio predilecto porque dejó su viejo currículo y se acogió a programas con el SENA, graduando bachilleres con doble titulación, presentando, además los mejores resultados urbanos en pruebas de Estado. Y, la Consolita, que como Institución educativa agrupa la sede central y siete establecimientos que conforman un núcleo que se ha posicionado como uno de los mejores ejemplos de proyecto y desarrollo educativo a nivel departamental. Un gran porcentaje de su planta de personal debe desplazarse en moto o jeep en horas de la madrugada, soportar el polvo en verano y la lluvia en invierno, sin embargo, muy pocos cambiarían ese lugar de trabajo por uno urbano.
A manera de reconocimiento publicamos una breve descripción de la Institución y cuatro cuentos pertenecientes al trabajo inclusivo y expansivo de actividades de lenguaje, oralidad, tradición y producción de los niños y niñas de la Institución. En ediciones posteriores seguiremos reconociendo esta labor de los niños publicando sus cuentecitos que son obras mentales de gran proyección.
“La Institución Educativa La Consolita, es una oficial, ubicada en la zona rural del Municipio de Caicedonia, constituida por la asociación de ocho (8) establecimientos educativos, localizados en las Veredas: Samaria, Sede Central: Colegio Básico La Consolita; Vereda Bolivia: Sede Bolivia; Vereda La Morelia: Sede Jorge Eliecer Gaitán; Vereda La Suiza: Sede Nuestra Señora del Perpetuo Socorro; Vereda El Crucero: Sede La Pola; Vereda El Frontino: Sede San Luís; Vereda Risaralda: Sede Celio Baena; Vereda Bosque Bajo: Sede la Tribuna. A través de los cuales ofrece el servicio educativo en los niveles de preescolar, básica (primaria y secundaria) y media (grados 10° y 11°) a 225 estudiantes, los cuales se atienden en la jornada de la mañana con la metodología Escuela Nueva – Postprimaria Rural y Media Académica Rural. Su planta de cargos la constituyen 1 rector, 16 docentes, 1 docente orientador y 3 administrativos (secretaria, Técnico Operativo y Celador). La población estudiantil, en su mayoría, corresponde a los niveles 1 y 2 del SISBEN.
La región es agrícola, basando su economía en el cultivo de café y plátano. La tenencia de la tierra se distribuye entre pequeños y medianos propietarios, en su mayoría, residentes en la zona urbana. La Vereda Samaria es un centro poblado con aproximadamente 1000 habitantes; las demás veredas tienen población dispersa. Entre muchos de los reconocimientos, cuenta con tres especiales por parte del Ministerio de Educación Nacional: Se destaca por tener uno de los 3 mejores proyectos de inclusión a nivel nacional por la atención que presta a la población rural dispersa en 2109”.
“En el 2020, por desarrollar una de las 10 mejores experiencias en manejo de la primera infancia.
En 2021, por tener uno de los 3 mejores procesos de diagnóstico y nivelación en evaluación.
En su deseo de desarrollar las habilidades comunicativas de lectura, escritura y oralidad, sus docentes decidieron incentivar la construcción de cuentos a partir de las propias experiencias de los estudiantes, desde sus fincas, flora y fauna. Ya van 2 ediciones, lo visto aquí es solo una muestra de lo que los estudiantes han desarrollado en sus clases.”
LOS CUENTOS
A continuación publicamos algunos de los cuentos escritos a partir de las propias experiencias de los estudiantes.
Anggie Tatiana Valencia Delgadillo
9 años – Grado 5
Sede San Luis
Cuando llegué a vivir a esta maravillosa vereda llamada El Frontino me sentí muy contenta ya que me encanta el campo y mi alegría se completa cuando mis padres me matricularon en la Sede San Luis.
Recuerdo que le dije a mi madre que lo que más me había gustado de la escuela es la profesora Liliana. Desde el primer día me llevé muy bien con mi maestra y compañeros, me encanta estudiar y todos los días he asistido a clases sin falta alguna.
Un día la maestra anuncia que las clases se van a suspender temporalmente ya que había un virus muy fuerte que venía en camino hacia nuestro país Colombia y es muy peligroso. Me puse muy triste porque llevábamos poco tiempo estudiando y yo estaba muy contenta. Los días pasaban y nada que retornábamos a clase. Este virus cada vez era más agresivo ya que se convirtió en pandemia.
Cuando el virus llegó a Colombia el gobierno empezó a tomar medidas para evitar tantos contagios, nos aconsejaron a todos usar tapabocas, lavarnos las manos continuamente, estar distanciados de otras personas y por eso pusieron el país en cuarentena con el fin de proteger toda la gente, pero aun así los contagios eran y son cada vez más. Claro que de no ser por la cuarentena y los cuidados de higiene estaríamos mucho peor.
La maestra nos mandaba y aún nos manda trabajo para ir resolviendo en casa con la ayuda de nuestra familia, si no entendemos algo ella siempre está pendiente y nos explica a través de su teléfono celular.
En esta cuarentena que ha sido muy larga y no sé cuánto faltará para que termine. He estado con mis padres, con mi hermano, no me he sentido encerrada porque estamos en el campo. Mi padre trabaja en el campo y mi madre siempre está con mi hermano y conmigo apoyándonos y ayudándonos a resolver las tareas que nos mandan de la escuela y todos los días oro mucho a nuestro Dios para que se acabe esta horrible pandemia y toda la gente pueda hacer su vida normal y yo pueda volver a las clases normales ya que extraño mucho mi aula, mis compañeros y mi maestra.
EL CABALLERO LLAMADO MATEO
Esneider Llano Castro
16 años – Grado 10
Sede la Consolita
Érase una vez un niño llamado Mateo, él era de un pueblito muy pequeño. Mateo vivía con su padre, su madre y para poder sacarlos adelante comenzó a trabajar en un restaurante.
Un día iba para su casa cuando de pronto en el camino se encontró un Pegaso. Se puso a observarlo y vio que era del reino. Se fue a devolverlo y le dijeron que si rescataba a una hermosa princesa el reino pasaría a sus manos. Entonces, Mateo tomó la decisión de ir en búsqueda de la princesa, pero en el camino se encontró a un hechicero, pero Mateo no le tenía miedo y lo retó a un duelo. Se pasaron las horas y Mateo pudo derrotar al hechicero, pero antes le preguntó que en donde tenía la princesa. Mateo emprendió de nuevo su camino y en una montaña muy grande encontró a la princesa, la llevó de regreso y el reino pasó a ser gobernado por él.
El conejito azul y el tesoro oculto
Laura Sofia Londoño Ibarra
11 años – Grado 5
Sede Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro
Había una vez un conejito azul llamado Florín que tenía a su prima Lucecita. Un día ella le dijo: “vamos al bosque a recoger zanahorias para el invierno, ¡conozco un lugar estupendo!” (dice la conejita sonriendo).
Al caminar por el bosque se encuentran a Avellana, la ardilla, está intentando pescar algún pez…pero sin éxito.
“¡Hola!” – le dicen los dos conejos – “¿vienes con nosotros hasta el claro del bosque?”, “¡con mucho gusto!” – contesta dejando su caña de pescar sobre las rocas –.
De repente, Lucecita descubre unas luces que brillan al fondo de una pequeña cueva. “¡A lo mejor son gusanos de luz!” – dice Avellana –. “¡Vamos a ver!” – dice Florín atravesando el río –.
Los tres amigos se acercan de puntitas y con prudencia ingresan a la cueva. “¡Son piedras lo que brilla!” – exclama asombrado el conejito azul con los ojos muy abiertos –. “¡Las hay de todos los colores!” – dice con admiración Lucecita, mientras salta sobre el cofre abierto –. “¡Los conejitos y la ardilla no se dan cuenta de que acaban de descubrir un tesoro!” Pero todas esas riquezas no tienen importancia para los animales…
De pronto se oye el retumbar de un trueno y enseguida un relámpago rasga el cielo. La tormenta se acerca rápidamente. Las primeras gotas empiezan a caer en el bosque.
“¡Dense prisa y crucen el río!” – exclama el Viejo Búho – “¡Rápido! ¡Las aguas van a crecer!” Florín, Lucecita y Avellana abandonan las piedras preciosas y siguen ese buen consejo. Los conejitos recogen algunas zanahorias mientras que la ardilla arranca una gran piña.
“¡Vamos adentro!” – les aconseja la ratita que va corriendo hacia su casa –. “¡Van a empaparse, la canasta está llena!” – advierte Lucecita –. “¡Voy!” – contesta Avellana –. Vamos hacia el río y buscaremos un tronco de árbol. “¿Para qué?” – pregunta Florín intrigado –. “¡Para que nos sirva de balsa!” – contesta Avellana –.
Los tres amigos se instalan sobre el tronco… Y la corriente los arrastra sin esfuerzo. Van cuesta abajo a bastante velocidad. “¡Sujétense bien!” – les aconseja Avellana que mueve mucho la embarcación –.
Cuando Florín llegó a su casa y durante la cena, mientras saborean la deliciosa sopa que les ha preparado la abuela, nuestro pequeño amigo cuenta su aventura en el río y el descubrimiento de las piedras multicolores de la cueva.
El tío Croc le pregunta: “¿Por qué no has traído algunas piedras para ensenárnoslas? ¡Me hubiera gustado verlas!” “¡He preferido traer zanahorias tío!” – responde el conejito sonriendo –. “Tienes mucha razón hijo” – dice el abuelo mientras sienta a su nieto sobre sus rodillas –. “¡Sin embargo, esas piedras eran tan bonitas!” – dice Florín apenado –.
Acuérdate de esto, hijito: lo bonito no es nada si lo comparas con lo que es necesario.
El mono de ojos negros y brillantes
Juan David Calles Osorio
9 años – Grado 3
Sede Bolivia
Érase una vez un inspector que fue al bosque a conseguir alimentos ricos como: bananos y mangos, y también animales diferentes.
El inspector caminó y caminó hasta que vio a un mono muy extraño, con ojos negros, pero brillaban con los rayos del sol. Y el inspector gritó “¿qué animal eres tú?”.
El inspector se asustó y salió corriendo, pero el mono aparecía delante de él. El inspector no lo volvió a ver en un buen tiempo, pero al volver al bosque el mono no estaba solo. Estaba con muchos monos más y esta vez no lo iban a dejar ir hasta que les buscara más alimentos.