Arrierías 64.

“Sevilla, bella como la de España/, alegre, como sonrisa gitana/. Sevilla, cofrecito de quereres, para ti nace mi canto/, olé, mi Sevilla/”.

Cuando Ernesto Pino Londoño, economista, escritor y musicólogo de ese pedacito de frío al norte del Valle del Cauca llamado Sevilla nombró la canción, la gente se paró con respeto y una sonrisa inmensa para acompañar al unísono el canto que un gran intérprete, Hernando Soto, paisano del autor del libro Canta Conmigo Canta, complementaba con su bella voz todas las canciones registradas en este libro cuyo lanzamientose hizo en un tradicional colegio de la gran capital cafetera de Colombia.

Ernesto Pino

Esta canción, Mi Sevilla en formato pasodoble, se ha convertido en un himno popular que todo pueblo debe crear, tener, que lospueda representar y en la gente de este bello municipio esta canción refleja un sentir y amor por la tierra donde se nace, donde se forman las primeras ilusiones, donde nuestros padres han luchado para forjar un futuro de su entorno familiar y social. Su autor, Hugo Toro Echeverri, odontólogo de profesión y poeta por sentimiento, había descrito bellamente en prosa lo que Sevilla, su pueblo natal, representaba para él: “Sí. Este es mi pueblo, este que canto, sin caciques, sin especuladores, sin oscuras conciencias. Así es mi Sevilla, tallada en noble piedra de milagros, laboriosa y sentimental, toda músculo y toda corazón…”.

Lamentablemente las balas asesinas segaron la vida de ese hombre pacífico, cuyas poesías convertidas en canciones, traspasaron fronteras para quedar en el recuerdo y en las voces de toda esa comunidad.

Pino, el escritor, analiza en su obra la historia, construcción y significado de 41 canciones. Laborioso como investigador, se sumió en la indagación autor por autor, obra por obra, para comprobar el dicho aquel de que toda canción tiene una historia.En Arrierías ya teníamos una referenciade Pino por sus colaboraciones esporádicas pero profundas en varias ediciones. Es un hombre callado, metódico, casi que tímido y creemos que esa forma de ser lo han sacado un poco de la frialdad de números y estadísticas económicas para resaltar su amor por la música y sus letras.

Desde niño y por influencia de su entorno, empezó a percibir las fantasías escritas de libros famosos como Las Mil y una Noches, o los escritos de nuestro Nóbel García Márquez, Que viva la Música del gran joven que viajó al infinito, Andrés Caicedo. Ernesto siguió esa línea creativa de la literatura. Podemos aseguras que esta Sevilla, este pedacito de frío como respetuosamente lo llamo, es una tierra de escritores, cineastas, músicos, poetas, en fin, seres humanos que, a pesar de las limitaciones culturales de estos pueblos, casi que olvidados, rescatan el arte y la cultura como parte integral del ser humano y es que, Sevilla es así. Recuerdo en nuestra niñez cuando a Caicedonia llegaba el famoso conjunto Serenata o cuando empezó ese trabajo quijotesco de creación del gran grupo musical Bandola; recordar cantantes como el negro Gaviria y una de las voces más hermosas que ha dado el pueblo como el gran tenor Hernán “el mono” Herrera. En fin, esta es Sevilla donde la música hace su agosto, donde llegan miles de turistas a recorrer sus calles, a mirar sus artesanías, a probar el café producido con manos campesinas amorosas y, sobre todo, a compartir la sonrisa amable y respetuosa de su gente.

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Join the discussion 2 Comments

  • Raquel Correa Uribe dice:

    Excelente presentacion, amena en su estructura, temas muy interesantes y narrados con lujo de detalles culturales jocosos e históricos que es lo que más me gusta de esta revista
    Felicitaciones y éxitos

  • Pedro Luis Barco Díaz dice:

    Siempre que oigo Mi Sevilla, evoco la bella voz de Edbardo Gaviria y me emociono. Me aprendí ese hermoso himno sevillano en mi juventud, cuando aún vivía yo en Caicedonia al lado de Ernesto Pino, Lisandro Duque y Eli González. Lo que nunca entendí es por qué Luis Carlos Echeverry el autor del himno a Sevilla escribió sobre las «castas esposas» porque ahí si, como dijo el cura de Caicedonia , nos jodemos todos. Muy bien artículo, profe.

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