Acerca del vacío investigativo de 250 años de historia antes de Caicedonia (siglos XVII y XVIII)

Por: Rafa Davidzen

Primera Parte.

Revista Digital Arrierías 73

Preludio

Conocer y comprender la historia es parte fundamental de la identidad de los pueblos. Hoy la investigación que he realizado, corresponde con uno de los capítulos desconocidos que involucra al municipio de Caicedonia, y que más interés está captando en los historiadores, sociólogos y científicos de la actualidad. El vacío histórico no es en ningún caso debido a la inexistencia de fenómenos sociales durante casi 250 años, sino que hay hechos que desconocemos y que no nos permite un mayor entendimiento de la dinámica que aconteció en la región después de los siglos XVI y XVII, época donde la guerra fue su principal protagonista, como se verifica en la documentación disponible. Espero que la investigación sea de su agrado. En los comentarios espero sus preguntas o inquietudes al respecto.

Sur del Quindío y Caicedonia: terra incognita entre los siglos XVII y XVIII

James Parsons, años atrás señaló el flanco occidental de la cordillera Central o sierra Alta de los Pijaos como una terra incognita colmada de vacíos históricos (Parsons 1979), especialmente dos centurias antes de la denominada colonización antioqueña de los siglos XIX y XX.

Se conoce que la región sur del Quindío fue poblada desde tiempos inmemoriales por diversos grupos humanos, de los cuales por lo menos existen evidencias arqueológicas de siete estilos cerámicos en el tiempo, todos relacionados con diferentes culturas prehispánicas presentes en el territorio que corresponden con los períodos Quimbaya Temprano y Tardío, como también del Tolima Tardío (pijaos). El vacío histórico acontece entonces, una vez finalizada la denominada guerra de los pijaos y se extiende hasta el atardecer del siglo XIX.

Durante la conocida “guerra de los pijaos” (período de guerra oficial: 1605-1613) las relaciones de distintas fuentes, nos proporcionan conocimiento de la existencia de diversas parcialidades indígenas todas ellas relacionadas con los pijaos, que, de acuerdo con investigaciones efectuadas por el autor, provenían del norte del hoy conocido río Coello (actual departamento del Tolima), expulsados de acuerdo con Juan de Borja, por los Panches, con los cuales tuvieron disputas familiares y poseían un mismo origen o parentesco.

Así, conforme con estas relaciones, se pudo determinar en 1608, la ubicación de dichas parcialidades en una cartografía ordenada para propósitos militares por el presidente de la Real Audiencia de Santafé. La ubicación de los grupos indígenas insurrectos a la Corona española, tuvo como propósito diseñar una estrategia militar para atacarlos directamente en sus territorios cortándoles sus suministros y alimentos, además de sus caminos hacia las ciudades de Ibagué, Cartago, Buga, Cali, Caloto, y Neiva. El mapa con denominación Panamá N.26 (1608) del Archivo General de Indias, muestra que el sur del Quindío (región que hoy ocupan los municipios de Pijao, Génova, Buenavista, Caicedonia y Sevilla) estaba habitado por comunidades indígenas no sometidos por la Corona tales como los buliras, bintimas, canchumas, totorrambos y uralamíes. Los quindíos con anterioridad en la Conquista, habían sido reducidos por las huestes de Robledo y conformaban junto con los quimbayas, parte de la institución de la encomienda en Cartago, repartimientos efectuados por Robledo en 1540.

Como evidenciaré más adelante, es posible que lo expresado en la literatura de la época, haya trascendido aspectos no sólo económicos y normativos, sino también aspectos simbólicos en la imaginería de los castellanos que ocuparon ciudades en frontera con la sierra, quienes padecieron durante más de 60 años una guerra entre la Corona y los indios pijaos, los primeros tratando de invadir y expoliar tanto la mano de obra, como el oro y las tierras indígenas, y los segundos, tratando de expulsar a los invasores con una guerra dispersa en ambos flancos de la cordillera Andina.

Se tiene conocimiento de la devastación demográfica y el práctico exterminio de los pijaos, en el siglo XVII. La guerra oficial declarada por la Corona española mediante Real Cédula de 1605, tuvo como consecuencia que la región del sur del Quindío se pacificara, dejando profundas huellas en la memoria de los colonos castellanos, quienes evitaron poblar la región dejando un vacío histórico del que poco o nada tenemos noticias. Sin embargo podríamos preguntar: ¿Qué pasó con su poblamiento tiempo después de culminada la guerra de los pijaos? . Desconocemos el hecho. No hay noticias de nuevos poblamientos del sur del Quindío y por supuesto en Caicedonia, en los siglos XVII y XVIII. Es interesante saber por qué no fue poblada la región tan fértil como es la hoya del Quindío. (Depresión que se origina entre la montaña de Calarcá, y la cordillera Central).

Varios autores han mencionado este vacío histórico de poblamiento: Parsons (1979), Lopera (1986: 53-54) y Carrizosa (1992). Con referencia al modelo de Parsons, ¿Por qué este autor se refirió a la cordillera Central como terra incógnita en los dos siglos precedentes a la colonización antioqueña? En este contexto, lo incógnito es desconocimiento, es vacío de información, de investigación. Hasta hace unos 33 años, Rodríguez (1990) señaló que carecemos de investigaciones arqueológicas sistemáticas sobre un gran tramo de la cordillera Central que permita verificar dicho vacío investigativo e histórico, desde que el arqueólogo lo manifestó, muy pocas cosas en cuanto a investigación han cambiado. Es muy poco lo que se ha avanzado en torno al lado occidental de la Cordillera. Mientras tanto es importante aclarar que los colonos antioqueños no descuajaron ninguna selva virgen. Lo que hicieron fue repoblar tierras con exuberante vegetación lograda por 250 años de recuperación de los ecosistemas, y que en otrora fueron habitadas por diversas parcialidades nativas milenarias prácticamente exterminadas o diezmadas por la “guerra de los pijaos” iniciada como respuesta militar indígena a la invasión española de sus territorios, pero sobre todo a los abusos que los conquistadores cometían en sus territorios como fue el rancheo o robo de oro. También se desconoce si los mestizos pioneros encontraron indígenas refugiados en estos territorios. En ciertos relatos de tradición oral se sabe que muchos indígenas refugiados en zonas montañosas fueron posteriormente desplazados por aquellos durante el siglo XIX. Caso patético fue la persecución de los quimbayas de Pindaná de los Zerrillos, que fueron despojados con argucias y triquiñuelas legales y extinto el resguardo por el gobierno de Cartago. Los pleitos amañados cumplieron con el objeto de apropiarse de sus fértiles y valiosas tierras en 1874, fecha en la cual se tiene noticia sobre los últimos quimbayas, sobrevivientes de la Colonia, pero que no lograron avanzar en la época republicana, cuando se incorporaron normas que sirvieron para desconocer en gran medida los límites de los resguardos que la Corona española les había adjudicado a los indígenas en siglos anteriores. Esto por la codicia de tierras propio de los mestizos que buscaban incrementar sus patrimonios.

Así narró Gustavo García los hechos:

El 3 de septiembre de 1874 las autoridades de Cartago -en donde quedaba “Pindaná de los Zerrillos”, porque Pereira era solo una aldea-, Manuel G. Camacho, Jefe de la Provincia del Quindío y el alcalde Eudoro Zapata abolieron el último resguardo quimbaya y la propiedad de esa “legua en cuadro” -de a 50 cuadras de 100 varas castellanas-, en el caserío “La Paz” (hoy también extinguido) pasó a la instrucción primaria del distrito de Cartago. El 28 de septiembre del mismo año, el “Ciudadano Presidente” del Estado Soberano del Cauca aprobó esta decisión y el 26 de octubre ya estaba inscrita la escritura que protocolizó este hecho. O sea, que aquí la ley… ni siquiera cojeó.

Como se puede concluir, existieron quimbayas en un resguardo hasta 1874. Sin embargo, los intereses de hacendados por despojar la tierra indígena siguieron vigentes. Se podría decir que durante la monarquía española los indígenas pudieron conservar mas o menos sus territorios. Fue en la República cuando gran parte de la tierra de los resguardos fueron quedando en manos privadas, dando origen a hechos de violencia durante el siglo XX.

No obstante, la violencia en la región del Quindío estuvo siempre presente. En este aspecto es importante anotar que los pijaos fueron invasores del territorio justo antes de la Conquista española, expulsando en el sur del Quindío, a sus antiguos pobladores. Igual aconteció con los quimbayas, quienes provenían de una zona más al norte. Pedro Cieza de León escribió:

“También antiguamente no eran naturales estos indios de Quimbaya; pero muchos tiempos ha que se entraron en la provincia, matando a todos los naturales, que no debían ser pocos, según lo dan a entender las muchas labranzas, pues todos aquellos bravos cañaverales paresçe haber sido poblado y labrado, y lo mesmo las partes donde hay monte, que hay árboles tan gruesos como dos bueyes, más; donde se ve que solía ser poblado.”

Vale la aclaración ya que hay quienes “creen” que los quimbayas estuvieron siempre en la región del Quindío, y esto no es cierto. Todo por una confusión de asignarle el calificativo “quimbaya” a todo objeto encontrado en la región. Según fuentes documentales de origen arqueológico, es probable que diferentes culturas prehispánicas hayan poblado de forma diacrónica la región quindiana, incluyendo a Caicedonia, esto debido a la presencia de diferentes estilos cerámicos. No obstante, se desconoce si estos corresponden a diferentes períodos de ocupación o son diferentes manifestaciones culturales en el tiempo de un mismo grupo humano. Es por esta razón que hay que prestarle mayor interés a la investigación arqueológica, pues nos dará respuesta a estos interrogantes.

El mito del bosque primario en la colonización antioqueña

Carrizosa (1992) presentó argumentos en contra del mito del bosque primario, que se refiere a la idea de que las tierras y bosques en América eran vírgenes y no habían sido alteradas por la presencia humana antes de la llegada de los colonizadores europeos. Este mito ha sido ampliamente desacreditado por la investigación arqueológica y antropológica, y las evidencias muestran que las tierras colonizadas, estuvieron siglos antes pobladas por una diversidad de comunidades que sufrieron o padecieron la persecución española. La creencia que caracterizó el imaginario de la colonización antioqueña reflejándose en la composición de muchos himnos municipales. Carrizosa, en contra de este mito de los migrantes antioqueños que creían descuajar la selva “virgen”, desconociendo al igual que en la expansión norteamericana del oeste, las comunidades indígenas antecedentes que habitaron dichos territorios. Esa concepción invisibilizó la historia indígena. Sin embargo, muchos colonos antioqueños migraron hacia estos territorios en búsqueda de tesoros indígenas. Con el objeto de poner el problema en cuestión, Carrizosa se planteó las siguientes preguntas: ¿por qué los castellanos no ocuparon las poblaciones de las vertientes del Cauca, como lo hicieron con tantos otros asentamientos indígenas?, ¿por qué permitieron que la selva creciera durante 250 años en esas laderas húmedas fertilizadas con cenizas volcánicas?

Las referencias bibliográficas se describen en la segunda entrega que aparecerá en Arrierías 74.

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