Arrierías 83.

COLUMNA PALABRA EMPEÑADA

Por: José Emilio Yepes Rivas.

En la columna pasada hacíamos mención a la bebida de los dioses: EL CAFÉ y todas las oportunidades que podríamos aprovechar para seguir consolidando a este grano como el producto insignia del país y resaltar su cultivo y comercialización, como la actividad económica primaria en el agro y principal promotora de desarrollo y estabilidad social.

Sin embargo, también tendremos que reconocer que la crisis cafetera en Colombia es estructural, nos seguimos quejando de la falta de políticas públicas que incentive, por ejemplo, en la creación de un fondo especial para el desarrollo agroindustrial de cafés especiales, en herramientas reales de crédito de fomento para el cafetero, por la falta de políticas monetarias para este renglón y por la falta, también, de soluciones efectivas para mejorar la productividad y calidad en el grano, entre muchos otros.

Cuando en este sufrido y amado país empecemos a entender que más del noventa y cinco por ciento (95%) de los productores de café tienen menos de cinco (5) hectáreas de extensión en sus fincas y que representan las tres cuartas partes del grano producido, y que es en este sector agrícola donde debe acertarse con las políticas público-privadas, entonces podremos dimensionar la importancia de implementar agronegocios exitosos que garanticen la sostenibilidad en la producción del producto insignia del país y reconocido como el café más suave y aromático del mundo.

En la compleja economía cafetera se ha estado incursionando actualmente a nivel mundial y nacional, gira en torno al concepto de cafés especiales, diferenciados bien sea por su origen, variedad de tipo de café, manejo en el beneficio del grano o en la preparación del mismo, lo que conlleva a que todos los componentes en la producción, comercialización, tostion y preparación sean tenidos en cuenta para obtener una taza de excelente calidad y que provoque su consumo masivo en los mercados, especialmente el internacional, que es el que mejor lo reconoce y lo paga. 

Pero este gran ejercicio de agronegocio no puede salir solo del esfuerzo de las familias cafeteras, de algunos particulares y de la industria de bebidas y alimentos en el mundo. Hoy existe una inversión real y un declarado interés de grupos económicos extranjeros que quieren aprovechar la exuberancia de fertilidad en el país y la posibilidad de hacer negocios de manera directa entre el cultivo y la exportación del grano, garantizando la calidad por el manejo acertado en la cadena de custodia del mismo.   

Pero….y que respuesta tenemos en la política gremial (Federación Nacional de Cafeteros y sus comités departamentales) y de las políticas públicas gubernamentales y nacionales?

El país está pasando por momentos económicos muy difíciles y es tal vez el agro, quien más viene sufriendo en este aspecto. Los renglones agrícolas si pueden llegar a ser rentables, y esta es la muestra de que el renglón de la caficultura lo puede lograr. Oportunidades hay y especialmente en todo el sector cafetero primario, pero el concretar estas oportunidades debe pasar primero por presidencia de la república, por el ministerio de agricultura y desarrollo rural, por el ministerio de hacienda y crédito público y, por supuesto, por la Federación Nacional de cafeteros y sus comités departamentales. 

Lo que pasa es que en el país del sagrado corazón de Jesús y María, todo puede pasar o todo puede faltar.

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