Arrierías 58
Un verdadero horror viven las mujeres en la mayor parte del globo terráqueo: asesinatos, explotación, violaciones, maltratos, exceso de trabajo, feminicidios. Parece que los seres humanos -el hombre especialmente-, se hubiera arrogado el derecho a las vejaciones en medio del machismo, el patriarcalismo en aquellas sociedades donde el guerrero y sus hombres se convierten en el centro del universo y establecen leyes que sólo a ellos protegen.
Los datos actuales, supuestamente en medio de una sociedad o un mundo globalizado, desarrollado, causan horror. En el continente asiático, especialmente en la India, en tribus africanas desde el norte hasta ciudad del Cabo; en España y algunos países europeos, en América teniendo los más altos índices centro América, Bolivia y la mayor parte de los países suramericanos, en la India y en los países donde predomina el islam como religión y/o gobierno, en fin, en estas sociedades la mujer es objeto de violencia constante. En próxima edición de ARRIERÍAS, estaremos haciendo una nota al respecto.
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En la edición pasada hacíamos referencia al desaseo en algunos sectores de Caicedonia -problema que es casi generalizado en el país-, porque algunos “ciudadanos” sacan basuras cuando no es el día de recogida por parte de empresas públicas generado un problema de salud con una panorámica de abandono que afea nuestro pueblo.
Las soluciones pueden ser varias sin acudir a las consabidas multas u órdenes prohibitivas de “no arrojar basuras. Multa de…” porque todo mundo se pasa esa directriz por donde sabemos. He aquí tres ideas: 1-sacar los desperdicios en canecas especiales para ese uso. 2- separar para el reciclaje. 3- que la comunidad o la administración municipal adquiera grandes contenedores para ubicarlos en sitios especiales de recogida. Esta última permitirá mucha agilidad y rapidez, pues los camiones que hacen dicho trabajo ganan tiempo y esfuerzo de los operarios y la ciudad no perderá ese encanto que hasta ahora vienen descubriendo quienes nos visitan. El aseo es una gran oportunidad para que Caicedonia tenga más acogida. Ojalá una próxima administración establezca una planta de reciclaje que permita generar empleo y una industria de segunda mano con la reelaboración y servicio de la basura para otras actividades.
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La utilización de algunas motos, en manos de jovencitos desocupados, para hacer piruetas, válidas de velocidad y “reconocimiento” por el ruido, está generando un problema que puede llegar al atropello y embestida por parte de estos irresponsables en sectores donde niños, jóvenes y adultos mayores salen a caminar. Ya se han presentado accidentes exponiendo a la administración a demandas multimillonarias por falta de acción en el control de estos desafueros. Falta autoridad, educación y mando para lograr poner en cintura a los desadaptados e irresponsables que hacen de la velocidad un arma letal para caminantes. De esta situación no se salvan quienes hacen domicilios motorizados. La velocidad los dopa. Son un peligro.
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Para la reflexión: “La desigualdad son nuestras grandes ciudades, los centros y barrios elegantes cuidadísimos custodiados, bien servidos, rodeados de miseria. La desigualdad son esas calles donde duermen personas, esa conciencia de que muy cerca de nuestro lujo hay hambre; la desigualdad es, sobre todo, nuestra capacidad para vivir con eso -en todas sus maneras”. Martín Caparrós, Ñamérica, Randon House, Grupo Editorial, página 190.
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Patética la situación presentada en un municipio del Eje Cafetero: una anciana de más de 80 años detenida por sustraer 3 libras de arroz de un supermercado. Cuando se le pregunta el porqué, su respuesta: “tengo hambre”. Esta situación la viven millones de colombianos quienes se acuestan con hambre, una sola comida en el día mientras sus hijos claman y lloran en medio de la desesperanza y lágrimas de sus padres por su incapacidad de llenar su despensa, aunque fuese para dos alimentos diarios. Aquellos que preconizan que “los buenos somos más”, no saben del hambre y la miseria que se sufre en barrios de invasión. Viven en cómodas burbujas donde toda sobra, nada falta y lo que sobra va a la basura. Es la misma Colombia Amarga que tan juiciosamente describiera el maestro Germán Castro Caycedo.
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Es grato notar que Caicedonia presenta alternativas gastronómicas para propios y visitantes. De un tiempo para acá los establecimientos de comidas rápidas están proliferando en locales adecuados e inadecuados como las zonas peatonales y andenes, pero son emprendimientos y formas de rebuscarse un sustento que permita sobrellevar la crisis económica y de desempleo que afecta a la población desempleada.
No abundan, por otra parte, los buenos restaurantes, los hay, pero no existe uno solo que saque la cara por Caicedonia en oferta gastronómica, precios y atención. Lo que uno tiene otro no y, a excepción de Sabrosuras del mar, con carta especializada en productos marinos, los demás no ofrecen un plato específico que los identifique, y ni hablar del Pollo a la Carreta, que no tiene una receta original, aquella de Héctor Iván, Simón y Don Pedro. Lo que le ofrecen al turista es un arroz coloreado por condimentos o un arroz apelmazado con vísceras mal procesadas. Dado que en municipio hay “Cursos” de manipulación de alimentos, debería investigarse, adoptarse y ofrecer la receta original del mal llamado plato típico de Caicedonia. Además, agruparse a todos aquellos que ofrecen este plato para que el proceso culinario se unifique.
Un emprendimiento que apareció por estos días es un restaurante pueblerino, por los precios, pero no por oferta culinaria, ni la sazón que son estupendos. Se llama “la Casona Llanera”, provienen de esa región colombiana y se están tratando de posicionar y competir. Su ternera a la llanera es especial, al igual que el sancocho trifásico. Ofrecen almuerzo ejecutivo y carta con platos especiales.
Se creía que otro emprendimiento “Fusion WoK”, funcionaría como restaurante, por la ubicación, presentación y nombre, sin embargo, es un establecimiento vespertino, al igual que el de los containers, a la entrada a la Guyana.
Es de lamentar la desaparición del restaurante “Cien de Cilantro”, un emprendimiento que pintaba muy bien, buena sazón, atención y presentación.