Angie Vanessa Ramírez

Fue en el año 2006 que mi abuela paterna vivió con nosotros en los llanos Orientales, se usaba mucho el pantalón bota campana.  Fui una hippie, una pseudo-hippie. Mi abuela solía decir «hazle caso a mamá, se buena…» Mi abuela aprendió a escribir a los setenta años o más. Le ayudaba, le leía y leerle, no hay palabra que sirva para explicar lo que se sentía. Ella le enseñó a tejer a una adolescente, a jugar dominó a un niño de tan solo dos años, esos niños mis hermanos y mientras mi abuela me abrazaba, mi mano escribía en el interior de los recuerdos.

Fueron muchos los paseos de olla. La corriente del río siempre ha sido inquietante, mi abuela me pedía inclinar la cabeza hacia atrás y oír las piedras del río. Madre esos sonidos siempre los busco cuando voy a un río o al estar en el mar. En silencio observaba a mi primo de once años, atravesar el río sin temor a la corriente. Pensaba en dónde está mi problema al nadar y no lograr tocar el fondo de una piscina, se siente suicida el ahogo.

Aquel día que mi abuelo decidió no ir al paseo; todos estaban estrechos en el auto viajando por trocha. Mi mirada se pierde en la naturaleza. Vuelvo los miro como calcando un tiempo que no volverá; vieja costumbre aplicada en todo viaje. No paso mucho tiempo, para que el abuelo caminara muchas hectáreas para encontrarnos, sin hallarnos.  Imagino el dolor en sus pies. Él huía de las fotos, solo una vez logré verlo reír a carcajadas.  A la vida gracias por darme tres abuelas y todo lo que me sigue brindando.  

Un día me recetaron loratadina y gafas. [1] Elegirlas onduladas no va con mi rostro, pero me dijiste “te quedan bien”

En octavo grado me despedía de las chicas y en el auto de papá dejaba el llano por montañas y café.

Han traído una máquina de escribir a la casa, puedo decir que era como la última adquisición de lo deseado. Me impactó la caja en que venía la máquina, el interior era rojo pasión, sangre, muerte. Me ha dado risa y como revirtiendo el tiempo, acudo a la ficción en este momento, pues no me gusta limitar las realidades. Mis manos han tomado una hoja, se ha deslizado sola por el rodillo, se ha atorado, la cinta se ha acabado. Esto es una confrontación de guerra, como si fuera una comedia absurda tengo tinta por todo lado, incluso la cara y en el borde de un seno. Al solucionar el incidente habitual de la máquina, he redactado:

Aprendí entre muchas cosas a apreciar mis pasos aquí y allá.  Siendo allá la nada que evoca infinidad de letras.

Criar tres hijos no debió ser sencillo. Para ningún padre o madre lo es ¿verdad? Ser la mayor de mis hermanos es complejo, pero los menores tampoco la tienen tan fácil y los hijos únicos, ni idea, no fui hija única. Mi padre quería seis hijos. Afortunadamente fuimos tres. O eso creo, uno nunca sabe. Olvidar lo último, no me atrevo a quitarlo.

Mi padre siempre dice que en mi tiempo y en el de mi hermana a los niños los ponían a leer mucho, lo que mi padre no sabía era que le hacía comprar libros que el profesor no había pedido. La biblioteca de la casa seguía creciendo con la compra de los libros para mi hermano. La cosa se puso mejor cuando mantenía en la biblioteca. Luego, empecé a llevar libros para mis hermanos, mi hermana suele leer más rápido y mi hermano tiene una particularidad con la lectura. Todos devoran los libros de forma tan distinta.

De adolescente también quise huir de la casa en ese punto que nadie sabe que quiere, bueno en mi caso. Aunque hay gente que la tiene clara desde antes de nacer. La filosofía me sacudió el pensamiento. Verás cuando el profesor de filosofía se sentó, como un estudiante más y nos trató por igual, la vida se tornó distinta, mi forma de ver a los mentores y a todo el mundo.  No me voy a detener en cada maestro, no terminaría.

Mami aún me escuchas, la lectura está por terminar es de noche sé que te gusta preparar deliciosas cenas. Pero, ahora mismo llevo un año sin probar tus espaguetis. Las madres cocinan delicioso, ya no sé me quema el arroz eso es avanzar. Madre un amigo me dijo “cocinar es como escribir, lo tienes que hacer varias veces hasta que salga bien” Así con todo, mami, lo alinean con la escritura y ganan toda mi atención.

Recuerdas la primera vez que murió un amigo cercano, fue el detonante para despertar del cuento de hadas. Desde entonces dudo de mi vejez, muchos mueren antes de nacer. Ese mismo año sentí quebrarse un roble al ver morir a su hermano, mi tío.

Te he contado la mayoría de mis sueños. Soñé con mis abuelos paternos, habían muerto hace un tiempo. Mi abuelo como era habitual no habló y mi abuela me encomendó un mensaje, que no di, y el número del chance, que nunca pude recordar ¿Perdí los billetes de la suerte? Solo en sueños podemos ver a los seres del más allá. Olvidé sus voces, a veces viene el olor de mi abuela y me recuerda cuando aún podía dormir a mi lado.

Recordar las manos de mi abuela materna tocando mi rostro, pero no me reconocía, «la hija de quién» le contestaba sin lágrimas tratando de no afligirme con su olvido. Me queda una viva que siempre nos recibe con limonada.

No quiero morirme y que me lloren. Pero tampoco quiero llorar la muerte de mis seres queridos. Puedo ser eterna, aunque sea una mentira.

Madre te encontrarás con diversos comentarios: dicen algunos que soy mala contando chistes, tener delirios de comediante, entre otros. Dirán muchas cosas, pero jamás oculté mi gusto por la escritura y la lectura. Fue vivir y me tatuaste en el alma esta frase: “si quieres vivir una vida tranquila no te fijes en un hombre comprometido» siempre tan sabia. Todo lo pedido fue concedido. Él está en mi vida.

El tiempo pasa y los hijos se van de la casa, se independizan, se enamoran, se casan o no se casan, son felices o desdichados. El cuento de tener hijos para no estar solo, me lo devoro en el primer paquete de papas que encuentro.

Otros se quedan o se van al extranjero, pero no importa la distancia, ustedes siempre nos esperan con los brazos abiertos y nos brindan ese calor humano siempre tan propio del primer hogar. Muchos son los hijos que llaman a pedir consejos de culinaria y de tantas cosas; a decir me he enfermado, pero estoy bien; a decir diez mil te amo a través de una pantalla; a pedirle a los padres que no oculten si han enfermado.

Madre son las doce de la noche, dime que no duele el tiempo que se escapa de las manos. ¿Está bien si algún día te doy, o no, nietos? ¿Cuál es el color de la alegría? La felicidad tiene el contenedor de las lágrimas de lo que se calla. Veintiséis veces te he pedido no llorar por lo mismo, nunca deberías culparte de nada, papá tampoco. Sentir el privilegio de una existencia privilegiada. Hicimos algo muy bueno. ¿Por qué el viento huele a nostalgia?

P.D. Soy la huella que dejan todos los que se han quedado o han seguido de largo. Agradezco las vivencias de cada ser, que nos permiten estar más cerca un alma a otra. No sería posible ser quien soy sin haber sentido tu amor, el amor de todos. Si tu mano un día decide volver, te apoyaré. También si decides guardarlos para ti, ahí estaré. Con amor tu malgeniada, pensamiento veintiséis, finalizado. (2020) [2]


[1]

 

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