Edición Especial

ACERCA DEL CONCEPTO DE ARRIERÍAS 

By 22 de julio de 2025julio 23rd, 2025No Comments

Edición Especial

Guillermo Escobar B.

…“Iniciando el siglo XX, el verdadero motor que soporta las necesidades y proyecta el futuro de los habitantes de estas nacientes aldeas de bahareque y teja de barro, es la portentosa empresa de la arriería con varios miles de mulas y confiables bueyes, como los 1500 animales de los hermanos Estrada que caminan las trochas desde Manizales hacia el norte y sur, por el occidente colombiano, y también cruzando la Cordillera Central hacia Honda y Ambalema”… Del libro “la POBREZA EN LA HISTORIA DE LOS PROCESOS DE DESARROLLO DEL EJE CAFETERO “escrito por   Gonzalo Duque Escobar.*

Carlos Sánchez – Juan Valdez – Foto de la web

Hace apenas unos pocos días murió Carlos Sánchez, quien durante casi cuatro décadas interpretó a “Juan Valdez”, la encarnación del símbolo del café colombiano y una de las marcas más reconocidas del mundo.El hombre que se convirtió en todo un  personaje ya  que por muchos años representó la emblemática figura del arriero  con una expresión cálida y un bigote exuberante siempre  acompañado de su mula  llamada Conchita,se constituyó en  figura y símbolo para la promoción de  nuestro café en el exterior.

Dicho personaje que encarnó la emblemática figura del  arriero colombiano  se nos volvió muy familiar  para quienes hemos estado ligados a la cultura cafetera, sin embargo, para las nuevas generaciones,  para los jóvenes de hoy,  es posible que no les represente nada como símbolo  ya que ni el personaje del arriero ni la actividad de la arriería,  es para ellos algo significativo como sí lo sigue siendo  para nosotros.

De allí que sea necesario, al iniciar este proyecto de “arrierías”, dar a conocer a los lectores y especialmente a nuestros jóvenes ,  todos los aspectos que puede abarcar desde el campo social,  literario y cultural, el concepto mismo de arriería,  si pretendemos, como es nuestro propósito, contribuir a reafirmar la identidad, promover la conservación de   los valores y atributos del paisaje cultural cafetero y difundir las diferentes expresiones del arte a través del cual éstos se materializan y se hacen visibles.

La palabra “arrierías”, hace referencia a las actividades relacionadas con el oficio del arriero, personaje ligado al campo que se encargaba de transportar a lomo de mulas, caballos y bueyes,  todas las cargas que resultaran para trasladar por agrestes caminos,  de las fincas a los pueblos y ciudades, muy especialmente los bultos de café que se producían y que debían ser llevados para su comercialización a la ciudad.

La palabra arrierías  también designa y comprende, además de las actividades propias del oficio,  los usos, costumbres y creencias que alrededor de ellas se fueron constituyendo en un verdadero estilo de vida, razón por la cual ,  podemos afirmar  que “arrierías” es un concepto amplio y abarca   a todas aquellas cosas que asociadas a tal arte de arrear mulas, constituyen una expresión cultural ligada al folclor literario, musical y teatral de tipo costumbrista,   en ese  muy rico y creativo  micro mundo que construyeron  y vivieron  los colonizadores paisas de mediados y finales del siglo XlX y casi la mitad del siglo XX en la región andina colombiana, especialmente en aquellos departamentos y municipios en los que se cultiva el café como Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío y Norte del Valle los que hoy conforman el denominado eje cafetero   que también constituye el  reconocido el  Paisaje Cultural Cafetero, reconocido por la UNESCO como patrimonio de la humanidad.

Cabe señalar sin embargo, que la figura del arriero y la actividad de la arriería no es exclusiva de Colombia ni de los departamentos ya mencionados del eje cafetero  ya que en toda Suramérica, en los países andinos, esta figura emblemática también aparece y se le reconoce tal como lo señala el compositor Atahualpa Yupanqui en su hermoso tema musical “El arriero”:

“En las arenas bailan los remolinos,
El sol juega en el brillo del pedregal,
porque prendido a la magia de los caminos,
El arriero va, el arriero va….”

Jorge Robledo 

Podemos decir también que en Colombia, en todos los departamentos la historia registra la importancia que el arriero tuvo para gestar el desarrollo del campo, tal como también lo exalta el poeta antioqueño  Jorge Robledo Ortiz en su hermosa pieza literaria  que denominó “la oración del arriero”:

 “¡Señor!
Tú que me diste la sencilla alegría
de andar de madrugada en madrugada,
despertando caminos que llevan al trabajo
mientras sube a mis venas la tierra enamorada….”

La arriería como expresión de la cultura cafetera,  contribuyó a enriquecer no sólo el lenguaje español con la jerga propia de quienes se dedicaban a tan difícil tarea, sino también a matizar las vivencias de los pobladores de los pueblos montañeros, ya que este personaje del arriero encarnó las formas típicas de comunicación que entre veredas y pueblos daban cuenta del diario acontecer, llegando inclusive a trasladar en el lomo de sus mulas no solo las cargas de productos agrícolas, sino además, llevar medicamentos para los enfermos,   acompañar a las comadronas para atender los partos en lejanas fincas y hasta cargar en el lomo de sus mulas,  a  los muertos que de manera natural o en la época de la violencia,  debían ser llevados al pueblo desde sitios de difícil acceso,  para el registro de defunción  y posterior entierro.

Fonda caminera – Foto Mtb

De manera muy particular, la vida de los arrieros además de transcurrir entre caminos que se construyeron venciendo la difícil topografía andina, orientados por el muy desarrollado instinto de sus propias mulas, se evidenciaba en las denominadas  “fondas camineras”, típicas casas que a orillas de los caminos servían de estancia temporal para pasar la noche tanto de los arrieros como de los caminantes y colonos que se desplazaban de vereda en vereda y en las que además de proporcionarles dormida, les vendían también alimentos, licor y comestibles .

Son muchos los aportes que este oficio del arriero  hizo para el desarrollo del  país ya que esta importante actividad de la arriería representó  además en esos albores de la colonización antioqueña, un factor determinante para el progreso económico  de los pueblos recién fundados apoyando  el  comercio apenas incipiente que se estaba generando ya que era el único medio de transporte de todas las mercancías, herramientas y maquinarias  que se requerían para desarrollar las labores del campo en cuanto a productos, insumos y materiales de construcción de la naciente cultura cafetera llegando inclusive a transportar, como fue el caso que se conoce en los primeros años de fundación de Caicedonia, todos los elementos y partes propias del primer vehículo campero  que se conoció en el pueblo y que debió ser trasladado a lomo de mula para posteriormente ser armado en su totalidad  y ponerlo al servicio de la comunidad.   De allí que no sea extraño que  a los actuales Willys o Jeeps que tanto sirven para el transporte en el campo también se les denomine las mulas mecánicas.

La figura del arriero representa también en cuanto a su vestimenta, su indumentaria,  un verdadero aporte a la  identidad cultural  propia de los habitantes del   eje cafetero: su sombrero aguadeño, su camisa blanca con pantalón oscuro, su pañuelo raboegallo, con su poncho y su mulera, el carriel, el tapapinche y  su peinilla en funda con ramales, sus alpargatas o cotizas  y su perrero eran  elementos propios de su atavío. Cada elemento de su típico vestido tenía su justificación en cuanto a la función que cumplía pero,  de manera particular, se destaca el carriel que  contenía otros elementos que servían según las circunstancias y experiencias propias que se daban en las largas jornadas que debían cubrir para llevar sus cargas y administrar muy bien la recua de mulas en jornadas que implicaban arrear hasta veinte mulas, encabezadas por la de la campanilla,  dependiendo del encargo y de la mercancía que debían transportar entre pueblos y veredas.

Arriero que se respete llevaba en su carriel, entre otros, los siguientes elementos: una navaja curva para arreglar si era necesario los cascos de sus animales al errar; un rollito de cáñamo y cabuya, una candela para encender su tabaco o prender fuego en el improvisado fogón a orilla del camino, unos dados, una baraja de naipes para jugar tute o veintiuna; un pequeño espejo, un escapulario,  una foto de su amada, una piedra pómez y  una barbera y un rústico “yesquero” *. Algunos de ellos, al llegar a las fondas reclamaban su tiple compañero para interpretar pasillos, valses y bambucos con los l que alegraban la noche.

Entre los elementos propios  que utilizaba para aperar sus mulas y organizar las cargas se encontraba la enjalma, el sudador,  la cincha,  la jáquima, la retranca, los rejos de atavíoy el cabezal. Junto a su carriel mantenía la mulera con la que se secaba el sudor y le tapaba la cabeza a la mula, mientras la cargaba…En algunos casos, según la carga, recurría a la angarilla como en el caso del transporte de la caña para el trapiche.

Los Arrieros tuvieron que abrirse paso por caminos empinados y peligrosos, soportando días de lluvia y sol, a través de montañas realmente inaccesibles,de allí que fueran reconocidos como hombres rudos, de baja o ninguna escolaridad, recursivos y muy ingeniosos,  verdaderos  representantes de la idiosincrasia  paisa.Para ser competentes  en la actividad de la arriería, era necesario comenzar desde muy pequeños, iniciando en el rango más bajo de “sangrero”  e ir avanzando hasta convertirse en jefe o incluso el propietario de sus propios animales de carga ya que tenía gran persistencia y habilidad en los negocios como comerciante.   Como conquistadores  de  las montañas de estas tierras cafeteras, en su época fueron  muy admirados  y queridos en nuestra región pues eran personas generosas que gozaban de gran aprecio y buena reputación.  Ellos fueron los arquitectos de una identidad única, propia de nuestra raza.

Foto Polaco 

El arriero amaba la libertad y por lo tanto, su objetivo no era únicamente estar ligado a un salario, ni trabajaba bajo el mando de otra persona. Esto los llevó a encontrar su propia manera de asegurar el sustento de su familia, con ingenio y eficiencia. Los arrieros abrieron a golpe de machete caminos en los que la movilidad era imposible y garantizaron el transporte de mercancías por más de 300 años conectando ciudades a través del comercio, sosteniendo la economía del país. Sin embargo, su legado es mucho más valioso por su contribución cultural que económica ya que tejieron los hilos de la tradición que construyó nuestra cultura.

Por ello la arriería comprende no sólo lo referente al oficio y a la actividad que desempeñaba el arriero, sino ante todo, un estilo de vida que dejó todo un legado a través de ejemplos de emprendimiento económico y de aportes a la vida social y cultural del país entre el siglo 19 y principios del siglo 20 que todavía hoy sirven de inspiración y de ejemplo para ir moldeando nuestra cultura, creando nuestra identidad.

Por   ello la arriería comprende no sólo lo referente al oficio y a la actividad que desempeñaban,  sino ante todo,  un estilo de vida que dejo todo un legado a través de ejemplos de emprendimiento económico y de aporte a la vida social y cultural del país entre el siglo 19 y principios del siglo veinte que han servido de inspiración y de ejemplo.

El aporte del arriero a nuestra cultura también hay que valorarlo cuando con su tiple se inspiraba para componer e interpretar  pasillos, valses y bambucos; para ejercitarse con las décimas, con las coplas y las trovas, los piropos y las exageraciones. Con sus típicos refranes o compartiendo las fórmulas de los hierbateros. Disfrutando de la comida paisa con la arepa, la mazamorra, los frijoles y el chicharrón. Conservando siempre el  ambiente picaresco de las fondas  a través del buen humor ambientado por los dichos, los agüeros, los cuentos de macheteros, de  espantos, de entierros y de guacas. Con los mitos y leyendas y todo lo que representa el patrimonio en esa rica colección que encierra las arrierías y que forman parte de ese legado de la cultura paisa de nuestros ancestros.

Samaria, enero 14 de 2019

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