Arrierías 70
Uno de los departamentos más atractivos turísticamente de Colombia es la Guajira. Se puede conocer de muchas formas, pero la mejor es de manera planificada y que incluya la mayor parte de sus atractivos.
Es muy común, hoy en día, dejarse tentar por las promociones on line, o por agencias de viajes con precios muy tentadores con todo incluido. Y a lo mejor las expectativas no se cumplen porque los viajeros son llevados a un hotel, muy bueno, pero aislado y con costos sufragados por el turista cuando desee conocer lo que tenía en mente.
Por ejemplo, El Hotel Wayira Beach, que se promociona como en Riohacha, está muy alejado, aislado y cualquier salida, no incluida, es costosa porque no hay transporte. Una vez que el turista llega hasta ese lugar, le toca permanecer ahí, como si estuviera enclaustrado.
Agencias turísticas, promotores y organizadores llevan grupos de personas con una programación, recorridos, hoteles, alimentación, transportes yseguros bien definidos.
En Caicedonia, Coja Tours, por primera vez realizó una salida que permitió conocer y recorrer la Baja, media y alta Guajira con espectaculares atracciones turísticas en cada una de esas regiones.
Riohacha, en la media Guajira, es el punto de partida hacia la baja y la alta Guajira. Los desplazamientos se hacen en camionetas con conductores atentos y conocedores de los sitios y las vías, especialmente el desierto.
Hacia la baja Guajira, se visita y conoce Camarones, una población que tiene un santuario de flora y fauna especialmente Flamencos. Se continúa hacia Santa Marta, se llega a Dibulla y posteriormente a una exuberante y poderosa playa conocida como Palominodonde el Río Palomino desemboca en un furioso mar cuyas olas atemorizan por su altura y fuerza. Quienes hayan estado en Buritaca, en el Magdalena, ahí cerca, saben de qué se habla.
En la Guajira media está su capital Riohacha, conocida mundialmente por las artesanías wayuu, exhibidas a largo de un kilómetro de malecón con vista al mar. Para conocer: estatuas de héroes, vallenateros, mariposas amarillas, monumentos arquitectónicos, catedral y otros. Excelente oferta de hoteles dentro de la ciudad y mirando al mar.
Saliendo de Riohacha, hacia la alta Guajira están las playas y caserío de Mayapo, un mar de playa con arenas blancas y excelente oferta de solaz y gastronómica.
Más hacia la alta Guajira, se conoce Uribia, capital Wayú de Colombia donde, por cierto, no son muy visibles ya que el comercio está en poder de no indígenas.
El recorrido continúa con la visita a Manaure la explotación minera de sal más grande cielo abierto de Colombia. Todo el proceso y la sectorización para la industria y la comunidad, está bien definida, así como los centros de secado y limpieza para mercadear el producto.
Hacia la alta Guajira se llega en transporte especial, camionetas con aire acondicionado y choferes con GPS incorporado en su cerebro para adentrarse en el desierto y no extraviar la ruta hasta llegar a un limpio y organizado caserío que hace parte del territorio del Cabo de la Vela. Hay hoteles y hospedajes como el Jarrinapi que, por su localización, tratan de brindar lo mejor y a fe que lo hacen.
El desierto de la Guajira es algo irreal para visitantes del interior enseñados a la vegetación abundante y coloración verde del entorno. El ojo de agua, en pleno cabo de la Vela, ofrece playas para disfrutar con una temperatura por debajo de la medioambiental. La vista es espectacular y se puede caminar hasta los cerros que otean el Cabo de la Vela.
Al atardecer, el ascenso al faro, un sitio privilegiado para admirar el ocaso y colores del sol y las nubes. También puede disfrutar de empanadas de mantarraya como plato adicional a los ofrecidos como el Pargo, Róbalo, Cazuela, Chivo frito, (friche), chivo sudado, arepas y pescado frito, entre otros.
La pernoctada en el caserío del Cabo de la Vela es acompañada con una intensa brisa que refresca la noche, aunque puede parecer intensa.
La experiencia de la salida debe acompañarse con una lección cultural acerca de la civilización Wayuu, a veces incomprendida y tergiversada en el interior. De esto se encargan indígenas guías que mientras muestran orgullosamente el patrimonio cultural van marrando su modo de producción y relaciones sociales entre ellos. Además, en el caserío del Cabo de la Vela, la lección es interactiva con baile, trajes, y narrativa cultural de una memoria ancestral que orgullosamente tratan de conservar a pesar de la inter culturización que ha deformado el concepto de Ranchería Wayuu, familia matriarcal, prole numerosa, palabreros, escogencia de novia, chivos como dote, importancia del tío materno, deudas de sangre, encerramiento de la niña que alcanza la pubertad, etc.
Visitar, recorrer y conocer culturalmente la Guajira vale la pena porque desmitifica prejuicios con respecto a una sociedad perfectamente organizada desde siglos atrás y que conviven y aprovechan lo que les proporciona el medio ambiente, que, sin ser mucho, tampoco anhelan más porque, según ellos, tienen lo necesario.
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