La dirección colegiada de la Revista digital Arrierías, presenta respetuoso saludo a todos nuestros lectores y colaboradores deseando que este año que empieza, 2023, sea de prosperidad, solidaridad y respeto.
Para nadie es utopía inalcanzable la urgente necesidad que tiene el mundo de cambiar paradigmas, comportamientos, metas en una Colombia y un planeta acorralados por el hambre y los grandes conflictos sociales que, poco a poco, nos está llevando a la destrucción total. Ante el caos, es urgente formar una generación de seres humanos que tengan como principio fundamental el respeto por los demás, el reconocimiento del otro como un ser único e irrepetible; tener la convicción de que este planeta nos pertenece a todos y, por tanto, todos tenemos la obligación de participar en la protección de la vida, la naturaleza, sin distinciones. Esta es la esencia de la DIGNIDAD, principio básico de nuestro Ordenamiento Jurídico.
La base de todo este proceso de cambio está en la educación, pero no una educación de élite, para unos pocos. Primero hay que formar al niño como persona, como sujeto de derechos y hacerle entender que todo derecho genera una obligación, un deber, esto es, que si exijo derechos tenemos la obligación de respetar esos derechos para los demás. Todo este proceso se inicia en la familia, continua en la escuela y se desarrolla su cumplimiento como exigencia y comportamiento de la misma sociedad, de la comunidad en general. Aquí la gran pregunta: ¿están familias, docentes y la sociedad preparados para servir como guías sobre derechos y deberes con base en nuestro Ordenamiento Jurídico? La respuesta contundente es No, no lo estamos. Formamos para una profesión determinada pero no para formación de persona, de ciudadanos.
Desconocemos lo que somos, nuestra tierra, nuestros ancestros, la cultura y, por supuesto, nuestra misma Constitución Nacional.
Son muchos los colombianos (la mayoría, podríamos asegurar) que no pueden viajar en sus descansos a conocer y disfrutar Colombia. Su situación económica les impide salir del entorno inmediato mientras una minoría, la élite, se da el lujo de viajar internacionalmente, pero no conocen su país y si hacen viajes internos, no salen de clubes, playas y mercados específicos. No hablan con las comunidades ni saben las necesidades de lugares bellísimos como la Amazonia, la Guajira, el Chocó por citar algunas de las extraordinarias regiones que tenemos, que nos pertenece.
Padres e hijos de esas élites se jactan de sus conocimientos de diversos destinos turísticos en el exterior; hablan con propiedad sobre los mismos clubes, sus sitios exclusivos, pero, al igual que sucede en Colombia, jamás inspeccionan o se enteran de los grandes males o necesidades de las regiones que visitan. Es, lo que muchos denominan, el esnobismo turístico.
Desde esta Revista invitamos a los colombianos, sin excepción, a conocer su Colombia, la marginada, pero de bellos e icónicos sitios de entorno ecológico, con gran historia. Los invitamos a alternar con los nativos, saber de sus problemas, sus necesidades. El día que entendamos a los demás, que conozcamos nuestra historia, nuestra geografía, nuestros derechos y obligaciones, Colombia empezará a cambiar. Cultura, educación y conocernos a nosotros mismos, es la tarea. Empecemos a hacerlo desde este 2023. Un abrazo para todos.