Arrierías 88

Umberto Senegal.

*

Para mi amigo el poeta Óscar Darío Ruiz Henao, quien sí los ha visto en Urabá.

*Por el corregimiento de Quebrada Negra, en Calarcá, Quindío, escuché entre árboles este furtivo, taciturno canto de ancestral quena emplumada. Pensé que alguna persona producía dicho sonido. Entre el grisáceo atardecer imaginé alguna Madremonte lamentándose contra las acciones depredadoras de los devastadores seres humanos. Nunca había percibido tarareo igual. Entre hojas oscilando por la ligera lluvia que caía, pretendí descubrir al ave que interpretaba en cinco conmovedores movimientos su reiterada y arcana pieza musical. A pesar de escucharla durante 35 minutos, me fue imposible localizarla. De no silenciarse la invisible ave que emitía tan melancólica cantilena, hechizante para mí, con seguridad habría seguido al margen del camino hasta cualquier hora del anochecer, embelesado con su enternecedor mantra chamánico.

*Continué mi camino con esas notas estampadas en mi memoria. Como si tal ave sobrevolara de árbol en árbol, con su canto guiándome o extraviándome. Encontré al día siguiente en YouTube dicho canto. Y localicé al ave que lo producía. Todo en ella me conmovió. Su extraña belleza. Desde cuando la vi en esas imágenes la sentí tan cercana a mi personalidad, tan propicia compañera de mis caminatas, solitario por veredas de Calarcá, que la reconocí como mi ave preferida. Y todas y cada una lo son. Sin embargo es el ave que más me emociona por su canto y presencia física.

*Hierática avecilla llamada Urutaú la cual por su forma, camuflaje y actitud me enternece como poeta y nada profesional observador de aves. Cuando camino por bosques y montañas de mi Quindío nada llevo conmigo. Solo mis ojos. Y mi celular. Ninguna prisa y ningún objetivo. Con mi conciencia pronta para percibir algún haiku por allí marchito o florecido entre ramas de los árboles. Encontré suficiente información sobre el nictibio urutaú. Nyctibius griseus.

*Avebruja, acudo, nictibio, guajojó, potoo.  Con diferentes y expresivos nombres llenos todos de poesía y girones de leyendas:  perosna, urutaú común, cacuy, guaiguîgué, pájaro fantasma, pájaro bruja, perico ligero, pájaro estaca menor, ayaymama, bien parado, estaquero común, madre de luna, serenera, pájaro estaca, bruja de los palos, atajacaminos, biemparado. Debe tener muchos más, porque quienes la escuchen y no la vean, algunos otros nombres surgirán de sus temores. La sentí como el ave ideal para sobrevolar las páginas de Pedro Páramo e instalarse sobre techos de Comala. Y supe que iba a ser el ave que volara por predios de mi pueblo literario, Bumba, que desde mi libro Desventurados los mansos, ocupa espacios en mi prosa narrativa y en mi poesía.

*Su gorjeo parece brotar de una composición sacrominimalista de Arvo Pärt. Spiegel im Spiegel. Espejos en el espejo. Nostálgica metáfora musical de tribus desaparecidas centenares de años atrás, la voz y la presencia totémica del Urutaú revelan mucho de aquellas. Historias y mitos y leyendas. Toda fabulación es posible escuchando su salmo. Los urutaúes revelan congojas o alegrías, las incertidumbres de montañas, fauna y flora, aguas y tesoros sufriendo las arremetidas destructoras del ser humano. ¿Cuáles son los espacios interiores del Urutaú, cuando medita? Porque esta madre de luna es ave que medita profunda, día y noche. Su cuerpo es trozo colorido y geométrico del sitio donde descansa. Gárgola emplumada con su pico siempre hacia arriba, señala el lugar donde habitan Chiminigagua o Chía y por donde descienden chamanes muertos a dar señales de supervivencia a los chamanes vivos. En sus ojos el sol amarillo y la luna negra. Cualquier yogui adoptaría su postura de profundo samadhi. Antena recibiendo mensajes, el canto de esta mascota de divinidades precolombinas nocturnales, en breve estrofa de cinco versos transcribe los poemas que no alcanzó a escribir Nezahualcóyotl:

*No acabarán mis flores,

no cesarán mis cantos.

Yo cantor los elevo,

se reparten, se esparcen.

Aun cuando las flores

se marchitan y amarillecen,

serán llevadas allá,

al interior de la casa

del ave de plumas de oro.

*Un urutaú es parte terminal o brote del árbol, tronco o rama donde reposa como estatua, ave de bronce cincelada en la oscuridad o en el día, desde la cual bosques y árboles, múltiples deidades precolombinas observan, hablan y escuchan a través de su afligida tonadilla. Viejos mohanes indígenas pueden comprender cuanto dice mas no deben revelarlo. O interpretar solo fragmentos. A quien descifre el canto del urutaú se le revelará el significado de todas las leyendas indígenas. El yagé pinta Urutaú facilita identificar mensajes ocultos en las mitologías que tienen aves como protagonistas. Descifrando su mantra, se conocen propiedades medicinales de flores, tallos, hojas y raíces. El gesto meditabundo de este tierno tótem de los bosques, solo se encuentra en estatuas de Buda.

Nota: Este texto con algunos cambios, fue escrito en noviembre 2017 cuando escuché por primera vez un urataú. Tal vez de los primeros en aparecer por tierras quindianas, no lo sé. Desde entonces, para fortuna y alegría de mis caminatas lo he escuchado varias veces, no con frecuencia pero para infortunio de mi admiración hacia esta especie de ave nictibiforme hasta el momento no las he visto físicamente. No me he encontrado con ninguna en mis continuas caminatas por el monte. Solo su canto. Y esto ha sido un regalo de la naturaleza para mí.

Calarcá, Quindío, 2024

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