Para: Arrierías 57
Alguien dijo una vez que Colombia es uno de los Estados más felices del mundo. Nunca he sabido por qué. Entiendo, tal vez, que tan honroso reconocimiento se debe a la cantidad de festividades de carácter religioso, reinados, concursos, eventos musicales, artísticos, fiestas aniversarias, en fin, hasta jolgorio festivo nacional por el “sagrado corazón de Jesús”. Es más, en el famoso día del trabajo, nadie trabaja.
Cada municipio de Colombia tiene sus fiestas “patronales”, su reinado específico: de la papa, el chontaduro, la hamaca, de la yuca, el maíz, el café, la ganadería, los marranos, del mar, de la comunidad tal, de las negritudes; hay reinados de belleza en toda festividad; festivales del joropo, el tiple, concursos del bolero, el tango, en fin, nos haríamos interminables de nombrar tanto jolgorio en tan pequeño espacio que tenemos en la revista digital Arrierías.
Hay un festival que, hasta donde sabemos, no tiene un lugar específico, una localidad y es el que tiene que ver con las elecciones para escoger la enorme burocracia que, dentro del concepto “democracia”, corroe a nuestro país y lo tiene al borde de un precipicio sin fondo, sin regreso si no somos capaces de elegir bien, de escoger a la gente correcta, a los más preparados, a los más honestos.
En nuestro grupo de Periodistas Asociados, bajo la dirección del reconocido comunicador social y hombre crítico por formación y convicción, Gilberto Montalvo, nos hemos hecho la pregunta básica, elemental: ¿están preparados los elegidos para desarrollar con ética, conocimiento y compromiso la función para la cual han sido escogidos? La respuesta es contundente: NO.
Si les hicieran un examen elemental sobre su conocimiento básico sobre nuestro Ordenamiento Jurídico, la Constitución, seguro que la gran mayoría se rajarían. En Concejos, Asambleas Departamentales, Senado, Cámara vegetan una cantidad de seres inanes, incapaces, estúpidos, que lo único que tienen son votos cooptados o comprados para “ejercer” al servicio de propios intereses, de dueños del capital o de partiduchos politiqueros que han perdido su idearium, su ética, las tesis por las cuales, con anterioridad, lucharon algunos líderes, razón por la cual brincan de partido en partido, de líder a líder y la función, la esencia de ser o para la cual han sido escogidos, se pierde en medio de la corrupción, los contratos, los puestos públicos, las representaciones en el exterior.
Pero, ¿por qué han sido escogidos? Precisamente por el FESTIVAL, que titula este escrito. ¿Cómo lo hacen?, pues por las vallas, los mensajes publicitarios y las entrevistas que dan por todos los medios. Las vallas, unos esperpentos que polucionan visualmente veredas, pueblos y ciudades, traen unos mensajes traídos de los cabellos, sin fondo sustancial, doctrinario. No son los partidos, ya mentirosos y deleznables de por sí, sino los pretendientes a reinar desde sus curules son quienes traen unos slogans que dan risa, rabia o desconciertan por su estulticia o porque esos mismos partidos y sus caciques hacen mutis por el foro y no tienen en cuenta las barbaridades que tratan de enunciar los “eminentes” publicistas de sus grupos.
Debo aclarar que, por política o por principios éticos, en Arrierías, no participamos en impulso de partidos o grupos religiosos, ni apoyamos tendencias determinadas, razón por la cual no citamos personas o grupos que establecen las consignas que fielmente citamos. Creemos que es el lector quien debe sacar sus propias deducciones. He aquí las joyas:
- “Somos el Cambio”. ¿Cambio de qué o para qué? ¿Acaso quien saca este aviso no hace parte de la trinca política que ha dominado por décadas a Colombia? ¿Qué van a cambiar? ¿La forma de continuar la corrupción, de repartirse los puestos?
- Esta es de antología: “El Mejor Subsidio es el Empleo”. No, pues… ¡ha descubierto el agua tibia! Me pregunto, ¿cómo puede un reconocido burócrata, que ha mamado del presupuesto nacional por varios lustros generar empleo? Los ancianos, los millones de desempleados, los negros, las comunidades indígenas abandonadas y desalojadas de sus territorios, según este “libre pensador”, tendrán que esperar y aguantar hambre mientras brota el empleo por arte de birlibirloque.
- Hay otros lemas que son repetidos pero que tienen la misma esencia: “respeto por la tierra”, “seguridad para la gente”, “oportunidades para todos”, “Q en serio”, “por un Q con progreso”, “juntos somos lo mejor”, “Q me gusta”, “me paro firme por Armenia”, (¿militar, paramilitar?), “por el Q no nos rendimos”, “contigo al 100%”.
- Hay una valla que me da vueltas y vueltas en la cabeza, no solo por su estupidez, sino por el invento de verbos que no existe en nuestro idioma: “Camellando unidos por el Q”. Busco “camellar” y no hay nada equiparable en nuestro idioma. Sólo recuerdo que un alcalde, de esos para olvidar en Armenia, puso la efigie de un camello en pavimentada avenida y la gente empezó a llamarla “Avenida de los Camellos”, un animal exótico que no existe en Colombia y sólo aparece en los zoológicos o en circos ambulantes. Con ese “camellar”, ¿no sería mejor “vamos a burrear, asnear o caballear por el Quindío. Sería más auténtico, más criollo.
- Qué tal esta idiotez: “Colombia tiene alma”. ¡por favor!
- En Risaralda vi una campeona: “vote por los peluditos” y aparece una bella mascota en la foto. Los peluditos no legislan, aunque hay muchos perros, oportunistas o fieras sueltas en los elegidos por el “pueblo”.
- Este otro: “La generación que defiende lo nuestro” y en la foto aparece un personaje de edad, con canas desarrolladas. ¿A cuál generación se refiere? ¡Vaya usted a saber!
Hay muchas más que no reproducimos por problemas de espacio. Pienso que los autores o candidatos deberían utilizar ese dinero para obtener una formación sólida sobre Constitución Política, Derechos Humanos, Derechos Fundamentales, en ética y respeto para iniciar el verdadero cambio que necesita nuestro país.
POST SCRIPTUM: ¿Seremos capaces de cambiar? Las próximas elecciones son la gran oportunidad para que nuestro país enderece su camino. Los jóvenes, especialmente, tienen la oportunidad de aportar a ese cambio. Si continúan los mismos, podemos vaticinar que Colombia, no tiene futuro.