Recuerdos de una niñez maravillosa.

Cuando aprendíamos a pagar legal a través del juego.

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La inolvidable época de los años 60, a mediados, cuando pasábamos de la escuela al colegio, y cuando supuestamente le dábamos a nuestros papas las primeras alegrías de la vida, y si por alguna casualidad, al grado de primaria le pegaban una mención o una medalla de honor, de cualquier naturaleza, que los maestros de la época extendían con el nombre de uno, para congraciarse con los padres, y demostrarles el gran empeño con el que estaban intentando educarle al pimpollo.

El primer aterrado era el diplomado o medallista, que se sabía no merecedor de tan grandes homenajes infantiles. De todas maneras, sacaba pecho el día de la graduación, como queriéndole decir al viejo que se alegrara de tener, tal calidad de muchacho. Lo mejor, que a todos nos daban cualesquiera de los dos premios. Pero no importaba.

Que linda época, la de la escuela, a pesar de las duras pelas a las que éramos sometidos muchos, para que hiciéramos las planas, o aprendiéramos de memoria, en el menor tiempo posible, la canción, que generalmente era, pueblito viejo, o la tarea de religión, los diez mandamientos, y así pudiéramos salir a la calle, a jugar con los amigos de la cuadra. Eran tiempos de jugar a la lleva, al diez, la vuelta a Colombia, clavando un puntillón, o con las bolas de cristal con dos o tres impulsos, sobre un mapa de Colombia, dibujado sobre la tierra, era una zanja, por donde se desplazaba la bola, saliendo desde la guajira hasta regresar al mismo lugar de salida, luego de recorrer todo el mapa- El puntillón o la bola que se salía de la zanja, tenía que volver a empezar. El pipo y cuarta, el cinco huecos y otros más, que recordé hasta cuando hablábamos de corrido. 

A la cuadra, con el trompo y la terrible hacha, que era un trompo barrigón con el que el ganador le daba miretazos a los trompos de los perdedores.  Jugar de tipo, era otra de las recreaciones,  en el rodadero, en la parte de atrás del antiguo y hoy destruido hospital San José, donde aprendíamos a ser legales, porque cuando a usted lo “mataban”, jugando, con una pistola orgánica, que aparecía cuando usted arrancaba una mata de jengibre y con la raíz que tiene diferentes formas, entre ellas una de pistola, la cortábamos y le dejábamos una parte del tallo  para que hiciera de cañón; y usted no caía, lo rechazaban para el próximo juego,  porque usted no pagaba legal. 

Los tipos más braveros llegaban al terreno de juego, con pistolas de madera, hechas en la casa, y con estuche y todo. Los tiempos del trompo, el yoyo y el balero, cuando, la 21 y la treinta y una, con el balero y hacer figuras con el yoyo, hacerlo patinar, lograr hacer la estrella, con el trompo girando sobre la piola, para después participar en los concursos de coca cola, cuando aparecieron los yoyos americanos, de plástico, que le hicieron competencia a los hermosos trompos de madera, pintados de varios colores, hechos por los Gallego, hijos de don Telesforo, el dueño de la funeraria. Los magos del trompo, lo lanzaban al aire y lo rescataban con la mano y lo dejaban bailar sobre la palma.

Técnica que también utilizaban para devolver los trompos más adelantados en el juego de la cuadra. Que bella era la vida, en paz, en medio de una violencia aterradora, no menos que la de ahora, que nos generó a muchos la oportunidad de recrearnos, si se puede llamar así, a la corrida detrás de los willys, o la volqueta del municipio, que traía los heridos para urgencias y los muertos para el anfiteatro. Los dos lugares funcionaban en la parte de atrás del hospital, cerca del rodadero, donde jugábamos de tipo. Correr detrás de los willys, que llegaban pitando airadamente, cuando venían con las víctimas, más allá del recurso “recreativo”, tenía como finalidad, informarse de los nombres de los muertos o heridos, para contarles el chisme, a los de la casa. Fuimos creciendo y empezaron los años juveniles. La historia con esa otra parte de la vida continua. Como dice el camino de la vida, “después llegan años juveniles, los juegos, los amigos, el colegio, el alma ya define sus perfiles y empieza el corazón de pronto a cultivar un sueño” ……………………

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