.En estos tiempos de continua agitación se escucha a personas clamar por una eterna paz, tranquilidad, un mundo sin preocupaciones y sin complicaciones, un mundo donde todos sean iguales y nadie ejerza el poder sobre los demás. Es exactamente lo que proponía Tomás Moro, en 1516 en su libro Utopía. Una idealización de la convivencia feliz a lo largo de la existencia.
La literatura sobre mundos y civilizaciones utópicas, no son necesariamente la panacea a las necesidades y conflictos humanos. En ella están presentes sociedades con ciudadanos aparentemente felices que esconden una realidad de alineación y pérdida de libertad.
La distopía es lo opuesto a la utopía. Se puede definir como la cristalización de la utopía.En la distopía las armonías y desasosiegos propios de las utopías, se convierten en realidades indeseables, donde las doctrinas erigen sistemas totalitarios, injustos, espantosos e insoportables para todos. Mientras la utopía imagina un mundo donde las civilizaciones funcionan de manera armoniosa en un mundo igualitario y sin preocupaciones, la distopía, por su parte, toma la base del planteamiento utópico y lo lleva a sus consecuencias más extremas. El término distopía, como tal, surge a partir del vocablo utopía, creado por Tomás Moro, pero como su contrapartida, su antítesis.
Utopía, además del libro que origina esta palabra y su significado, tiene gran cantidad de escritores que han plasmado, en sus obras, el ansiado deseo de la humanidad de lograr lo inalcanzable.
Aldous Huxley, autor británico, escribió en 1931, Un mundo feliz (Brave New World). Describe un mundo utópico, irónico, futurista y ambiguo donde la humanidad es permanentemente feliz, no existen guerras ni pobreza y las personas son desinhibidas, tienen buen humor, son saludables y tecnológicamente avanzadas,la sociedad está dividida en un sistema de castas en el que los individuos están creados y alterados genéticamente, con pérdida de los hijos, que son obtenidos por manipulación biológica artificial, además,se pierde todo aquello que conocemos hoy día como valores dela sociedad:artes, familia, diversidad, ciencia, religión, filosofía, literatura.Es decir, una sociedad utópica. Sin embargo, este mundo feliz tiene una superestructura llamada “El Estado Mundial” que rige todos y cada uno de los destinos de los seres de este mundo feliz.
La Isla, otro clásico de Aldous Huxley escrito años más tarde, es un libro utópico. Se desarrolla en la isla de Pala, la gente vive en perfecta armonía, feliz, en una unión perfecta de los avances occidentales y la espiritualidad de los pueblos orientales. Se acoge la tecnología, pero solo se utilizan aquellos avances que redundan en la mejora de la sociedad sin dañar el entorno. No hay facetas industriales ni se desean. Contrario a lo que sucede en Un mundo Feliz, los niños son criados también separados de sus padres, pero no por manipulación genética y desperdiciados como seres, sino para que su desarrollo sea libre de las posibles cargas que tuvieran sus progenitores.
Existen muchos ejemplos de libros recogiendo el tema de las utopías, pero basta con citar esos dos ejemplos.
Libros distópicos, que desmoronan los mundos y sociedades apacibles, utopías, aparecen como premonición a esa dependencia de la tecnología y culto al poder. Muchos autores y títulos se conocen, por ejemplo: 1984, DE GEORGE ORWELL, APOCALIPSIS, DE STEPHEN KING, DIVERGENTE, DE VERONICA ROTH, EL CUENTO DE LA CRIADA, DE MARGARET ATWOOD, EL SEÑOR DE LAS MOSCAS, DE WILLIAM GOLDING, La trilogía LOS JUEGOS DEL HAMBRE, DE SUZANNE COLLINS, y una lista interminable.
El tema de los libros, su evolución e importancia en la historia de la humanidad ha cobrado relevancia con la publicación del bestseller “El Infinito en un Junco”, de Irene Vallejo. https://www.arrierias.com/el-infinito-en-un-junco-por-jairo-sanchez/
Sin embargo ese mundo maravilloso de los librosque encierran y guardan nuestra memoria colectiva, además de las amenazas de la iglesia con excomunión y, a veces, la muerte para quien leyera o tuviera alguno de los libros relacionados en su Indexlibrorumprohibitorum, de los emperadores, gobernantes y dictadores bibliopirómanos, y, de inclusive, personajes libro fóbicos como el famoso procurador Ordoñez, el futuro de los libros en las sociedades se ha plasmado en obras famosas, y la más extraordinaria de todas, Fahrenheit 451, del extraordinario cuentista y novelista norteamericanoRay Douglas Bradbury, a quien el mundo conoció por sus famosas “Crónicas marcianas” de ciencia ficción y una serie completa de guiones, novelas y cuentos, que lo hacen merecedor de un sitial de honor en la literatura utópica, distópica, de ciencia ficción y futurista.
Fahrenheit 451 (título que alude a la temperatura en que los libros empiezan a arder). Es un clásico de la literatura distópica del siglo XX, comparable a Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y a 1984, de George Orwell. La novela se basa en la historia de una ciudad del futuro dominada por los medios audiovisuales, esos que se tratan de imponer hoy en día, en la que se acosa el individualismo, están prohibidos los libros de una manera total, tajante y mortal, y los bomberos, brazos ejecutores de un Estado totalitario, son los encargados de quemarlos y castigar a los poseedores. Al margen de la sociedad, un grupo de hombres recluidos en los bosques decide memorizar textos enteros de filosofía y literatura para preservar la cultura, así como en un pasado sin libros la palabra alada era memorizada por los cantores o aedos griegospara transmitirla a la posteridad.
Esta narración moralizante ha sido considerada como una gran obra antiutópica y acaso premonitoria de la avalancha de la infotecnología y biotecnología que nos avasalla en el siglo XXI, fue llevada al cine por François Truffaut, con el mismo título en una extraordinaria producción.
Se trata de «Divirtiéndonos hasta la muerte» de Stuart McMillen. En ella, dice:
Orwell temía a quienes prohibirían libros, lo que temía Huxley era que no hubiese necesidad de prohibir libros pues nadie estaría interesado en leerlos
Orwell temía a aquellos que podrían privarnos de la información, pero Huxley temía a quienes nos diesen tanto que nos viéramos reducidos a la pasividad y el egotismo
Orwell temía que nos escondieran la verdad, Huxley temía que la verdad fuese ahogada en un mar de irrelevancia
Orwell temía que nos volviésemos una sociedad captiva, Huxley que nos convirtiéramos en una cultura trivial