La poética en la época dorada del tango

Arrierías 91

Francisco A. Cifuentes S.

Miembro de la Academia de Historia del Quindío.

II Parte

Herencias líricas canónicas

“La gente de distintas partes del mundo podrá tener diferentes costumbres, idiomas extraños. Pero hay algo más hondo en común: la afinidad que nos da saber que todos somos miembros de la familia humana. Todos somos hermanos” (Gardel. https://nottimerica.com>)

En este apartado nos interesa señalar las conexiones básicas del tango, como poética, con los principales escritores, cuyos nombres son los mismos de los grandes letristas que también han trascendido desde el otro lado del Atlántico. Como ya se dijo no se trata de una sinonimia cualquiera; pues los bautizos no son gratuitos, constituyen una marca que obedece a una tradición cultural. Pues como se apunta en el epígrafe “… el tango antiguo, como música, suele directamente trasmitir esa belicosa alegría cuya expresión verbal ensayaron, en edades remotas, rapsodias griegas y germánicas” y son “memorias evocables por el lenguaje”. (Borges. ibidem).

Por lo tanto, no es gratuito ni fortuito que algunos de los poetas más connotados del tango hayan sido bautizados con los nombres de los autores literarios con los cuales se inicia la poética de occidente. Consciente o inconscientemente esto obedece a una ligazón histórica y cultural, que aquí tratamos apoyados en ciertos pensadores que han acuñado unos conceptos muy particulares que nos permiten establecer y fundamentar estos puentes históricos. Es decir, existe un horizonte de sentido para trabajar esta sinonimia: primero las categorías y los conceptos ya señalados y posteriormente el abordaje de los autores grecolatinos clásicos y más adelante su huella entre los poetas del tango.

Bien puede afirmarse que en occidente todos nos debemos a Homero (VIII a. C), el poeta griego autor de los poemas épicos de la Ilíada y la Odisea, considerados pilares de la literatura no solo grecolatina, sino de toda la cultura occidental. Pero él mismo es el producto de “una tradición oral transmitida durante varias generaciones, que era la herencia colectiva de muchos cantantes populares”. Se trataba de versos memorizados y repetidos constantemente por personas llamadas cultas o iletradas, que penetraba y se manifestaba en la   lírica, el teatro, los coros y lo cantaban en público los llamados rapsodas (ALSINA, José. Teoría literaria griega. Gredos. Madrid. 1991).

Este origen popular, afincado en la tradición oral, de características épicas, que describe grandes aventuras, donde existen recordatorios y ansias de regreso a la tierra, llámese Ítaca o Buenos Aires o cualquier lugar del mundo, donde el amor es constante, donde aparece el embrujo, hay odio, venganza y una impronta filial, son todos elementos comunes a la poética homérica y a la poética del tango.

Por su parte Catulo (87 a.C. a 54 a.C) en sus 116 poemas trabaja en su lírica el odio, la diatriba contra Cesar, Cayo y Pompeyo, el amor erótico y el amor platónico, la amistad y la reflexión personal (Poemas. Edición, traducción y compilación de PEREZ Vega, Anna y RAMIREZ de Verguer, Antonio.  Fundación el Monte. Huelva. 2005)

En uno de sus versos (del poema 85) dice: “Odio y amo / cómo es posible / preguntarás acaso / no lo sé, / pero siento que me ocurre / y me atormenta…”. Se trata del tema antiguo de los amores fallidos, las reconciliaciones y los enigmas del amor, que hacen parte del corpus de la lírica amorosa de todos los tiempos y, por supuesto que está presente en innumerables piezas de tango.  

En el caso de Virgilio (15 de octubre de 70 a.C a 21 de septiembre de 19 a.C) como poeta latino y personaje literario de la Divina Comedia de Dante, entre otros motivos le canta al origen de la urbe romana, por lo cual lo emparentamos a “la fundación mítica de Buenos Aires” y a todas las letras que hacen loa a la ciudad, sus orígenes y sus barrios. También trabaja la razón, la sabiduría y sirve como guía espiritual. En su haber tiene la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas, siendo polifacético, considerado uno de los “poetas novi” de su tiempo, al igual que hablar por estas calendas de “guardia nueva”. En sus temáticas se ve cierta relación con el origen del cristianismo y el misterio del amor a la mujer (Virgilio. Wikimedia Commons y Wikisource.26.09.24), por lo cual es considerado El Poeta de Occidente.

En el caso de Horacio (8 dic 65 a.C. a 27 nov 8 a.C.), poeta romano que escribió la Epístola de los Pisones, Carmen saeculare y Odas, en ellas hizo el elogio de una vida retirada, tal como se conoce el denominado “carpe diem”, que ha influenciado a los poetas españoles del Siglo de Oro y a la mejor literatura norteamericana del siglo XX (Horacio. Sátiras, Epístolas y Arte Poética. Gredos. Madrid 2000). En este horizonte se pueden inscribir las literaturas y las músicas de corte bucólico, la añoranza de la pampa y del barrio y una cierta crítica o aversión al progreso y la modernidad por sus estragos, tanto en la vida personal como comunitaria. En el caso del tango existe cierta posición irreverente frente al naciente capitalismo y al alejamiento de la vida pampera y de sus expresiones más criollistas.

Generaciones y Épocas

“Aquí les traigo señores / un cotejo musical … y como pelea de novios / pasada la discusión, / el piano y el bandoneón / dejando a todos conforme, van a unirse en los acordes / de este ritmo sin igual”.  (Como pelea de novios. Avlis y Scorticate. 1943)

En materia cultural es muy difícil datar un período con precisión cronológica; pues fuera de personajes y obras cuyas fechas pueden ser exactas, las influencias y las repercusiones son más laxas y elusivas a una demarcación taxativa. Sin embargo, la mayoría de los autores y comentaristas de la música argentina están de acuerdo en delimitar las siguientes épocas, períodos y generaciones, resumidas aquí en la siguiente forma:

1a. La Guardia Vieja desde 1895 a 1924

Cuyos representantes más importantes son: Ángel Villoldo, Juan Maglio o Pacho, Roberto Firpo, Ernesto El Pibe Panzii, Eduardo Arolas y Juan Carlos Cobián.

2a. La Guardia Nueva desde 1924 a 1939

Gardel y sus guitarristas vienen desde la anterior, pero tienen su gloria inicial en este período. Julio De Caro y su Sexteto tiene su protagonismo entre el 34 y el 39; pero también están Oswaldo Fresedo, Roberto Firpo y Francisco Canaro.

3a. La Época Dorada del Tango desde finales de la década del 30 hasta finales de la década del 50

Aquí se habla de una corriente tradicionalista y una corriente evolutiva y sus retroalimentaciones. En los cuarenta prácticamente cada café o confitería tiene su propia orquesta y se exponen varios estilos, con los siguientes protagonistas: Carlos Di Sardi, Juan Di Arienzo, RobertoTanturi, Alfredo de Angiles, Aníbal Troilo, Oswaldo Pugliese, Horacio Salgán, Eduardo Rovira y Astor Piazzola.

4a. La Vanguardia desde el 55 y 56 hasta 1990 principalmente con Horacio Salgán, Eduardo Rovira y sobre todo con Astor Piazzola.

5a. El Tango Contemporáneo a partir de 1990

Con fusiones muy importantes de la música clásica y académica, del rock, el jazz y la electrónica. Sus representantes más importantes son: la Fernández Fierro, Otros Aires, Gotan Proyec, Bajo Fondo, Ciudad Baigón, La Chicana, Tango Negro de Boca, Herederos del Tango, La Juan D Arienzo, Orquesta Típica Romántica Milonguera y Nico Sorin.

En la catalogada época de oro del tango confluyen muchas influencias literarias y musicales, varias corrientes filosóficas y unos sucesos históricos que marcaron sustancialmente la sensibilidad, las temáticas y los estilos tanto de la música como de las letras de las canciones. Acerquemos a este conglomerado cultural que ha contribuido a definirle el perfil al tango:

La poesía gauchesca y el criollismo están en sus orígenes; el romanticismo acude con la noche, las sombras, el amor y la muerte; lo poetas malditos franceses aportan la bohemia con la droga, el licor, el lupanar, la enfermedad, el rol del intelectual en el bajo mundo y sus temáticas eróticas y no convencionales; la generación española del 27 trae un estilo poético especial y unos temas que pueden extenderse a Latinoamérica, el modernismo de Martí y sobre  todo de Darío y Amado Nervo ya son reconocidos en las letras de amor tangueras; de las vanguardias y especialmente el ultraísmo se  sabe en Buenos Aires por Borges y otros.

Existen influencias filosóficas de parte de Nieszchte con su nihilismo y su declaración acerca de la muerte de Dios que se pueden apreciar en varios tangos; el marxismo aporta su valoración al naciente proletariado argentino y a su consideración de las masas pobres y los suburbios del arrabal tanguero; el   existencialismo ateo francés tuvo mucha influencia, pues era su época con La Náusea y La Peste y la lamentación propia de la condición humana ante la cruda existencia.

Los hechos históricos que enmarcan esta cultura tanguera necesariamente están marcados por la Primera y Segunda Guerra Mundial, pero no solo por su horror sino por la recepción de los inmigrantes; el período entre guerras con una esperanza de paz truncada, el crack de la economía en los EE. UU y su influjo en los mercados del continente; la Guerra Civil Española y la expulsión de comunistas, anarquistas y republicanos que llegaron a este continente aportando su desolación y su intelecto; el ascenso del populismo con Perón y Evita, el repunte económico y el bienestar de las masas y el ascenso de los tangueros amigos del poder; la llegada de las dictaduras con sus muertes y prohibiciones, el esplendor de la economía argentina y su posterior debacle.

Estos hechos que de alguna manera confluyen en el tango no sólo representaba a los que a fines del siglo XIX y comienzos del XX eran jóvenes, sino también a las nuevas generaciones. Eran los poetas, los intelectuales, los políticos, los artistas y los niños, jóvenes, adultos y viejos los que compartían esa música, esa danza y esa poesía. Por algo se dice que el tango estaba en todas partes: en los diarios y en las revistas, en la radio, en el cine, en cada café, en cada restaurante y en cada lugar de diversión.

Es preciso marcar unos hitos de la cultura tanguera en la época que estamos tratando de caracterizar: el ídolo Carlos Gardel muere trágicamente lejos de su patria, precisamente cuando estaba en el pináculo de su fama y el cine había contribuido a idealizarlo. A propósito, la anécdota cuenta que los antioqueños les dijeron a los argentinos: “Ustedes nos enviaron un ídolo y nosotros les devolvemos un mito”. Y así fue a partir de ese fatídico 24 de junio de 1935. Pero los hechos se cruzan para renovar la historia cultural: Muere el Morocho y se salva Piazzola surgiendo así el clásico: Piazzola llega en 1939 a la Orquesta Típica de Aníbal Troilo, en 1944 se convierte en el director Musical del cantor Francisco Fiorentino, en 1946 forma su propia orquesta, en 1954 llega a París a renovarse y en 1956 forma el Octeto Buenos Aires.

Y la Edad Dorada se sigue configurando, por lo cual vale la pena agregar que Discépolo escribe Cambalache en 1934, Tormenta en 1939, Uno en 1943 y Cafetín de Buenos Aires en 1948 y Virgilio Expósito llega con Naranjo en flor en 1944. Aparecen Malena en el 42, Sur en el 48, entre el 42 y el 51 se despliegan sobre todo Manzi y Troilo.

Algunos cantantes, letristas y músicos vienen inmediatamente de atrás, pero su trabajo confluye en esa edad dorada, otros son protagonistas en la era anterior y en esta que se está destacando aquí y, por último, existen unos que salen de este legado, quedan marcados y son representantes fieles de la poética y la melodía característica de esa larga década del 40. En este podio de la cultura tanguera está Gardel, que debe morir para parir otra época, cual suceso metafórico y mítico del origen de las leyendas culturales. A este firmamento también pertenecen Fiore, Rufino, Vargas, Chanel, Castillo, Floreal, Campos, Podestá, Marino, Goyeneche, Rivero, Ray, Casal, Morán, Echague e Iriarte entre muchas estrellas de la pléyade tanguera y milonguera. Pero a su lado son indispensables los músicos que “daban cátedra en los recintos noctámbulos del centro porteño” y se expandían por todo el mundo: D ´Agostino, Mafia, Lomuto, Canaro, Di Sarli, D´ Arienzo, Salgan, Tanturi, Maderna, Basso, Ferrari, Caló, Buzón, Laurenz, Sassoni, Francini, Pontier, D Angelis, Biagi, Demare, Pugliese y Stamponi.

Dado el interés de este trabajo, en otro apartado nos vamos a referir en particular a Homero y Virgilio Expósito, Homero Manzi, Cátulo Castillo, Horacio Ferrer, Discépolo y Cadícamo

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